Que tenemos que temer el espacio público; que el poder nos debe amedrentar, que reivindicar nuestros derechos sobre los cuidados nos debe dar miedo… Tener que estar confinadas en medio de una pandemia nos ha enseñado muchas cosas; que sin los trabajos de cuidados que las mujeres llevamos a cabo, esta sociedad no aguanta. Que poniendo esas labores de cuidados sobre los hombros de las mujeres, el sistema se enriquece mientras las vidas y el bienestar empobrecen. Nos ha enseñado que mientras tengamos miedo, podrán jugar con nosotras, nuestros derechos y nuestras vidas sin nada que les pare los pies.

Pero hemos despertado; nos hemos enredado y tomado consciencia. Hemos entendido que no podemos hacer gratis lo que debería ser la labor principal de un gobierno; cuidar de su ciudadanía. Hemos entendido que no podemos seguir alimentando un sistema que consume nuestros cuerpos y nuestras tierras. Que no podemos hipotecar nuestra calidad de vida porque privatizan los cuidados. Que por encima de todo, queremos vivir dignamente, y que los gobiernos han de ayudarnos a llevar una vida digna: enseñar a nuestras niñas y cuidar de nuestros ancianos; asegurar nuestra salud, y garantizar los servicios sociales; que la seguridad esté a nuestro lado, y no a nuestra contra; acoger a quien migra, no recibirlo a pelotazos o encerrarlos en centros infernales. Dar a quien necesita, y tomar de quien tiene.

Es posible lograr un sistema así. Pero para ello necesitamos que las mujeres estén en todos los ámbitos de toma de decisión; en política, empresas, academia, cultura, ciencia, judicatura, y por supuesto, en el ámbito de decisión sobre los cuidados.

Beldur guztien gainetik

Beldur guztien gainetik


Si queremos ser libres, nos es imprescindible construir una sociedad basada en la justicia social , y en ello estamos trabajando. Empoderándonos, enredándonos con mujeres de otros pensamientos, otros ámbitos y otros pueblos entre pañuelos. Por encima de todos los miedos, empujándonos de sororidad, para llegar a la libertad.