2014 va a ser un año clave para el ejercicio del derecho a decidir en el Estado y en Europa.

 

Escocia y Catalunya van a demostrar esa verdad mil veces reivindicada de que no se pueden poner límites a la voluntad popular y eso va a tener consecuencias directas en Euskal Herria. Esto es un hecho y lo hemos asumido tanto quienes anhelamos poder ejercer el derecho a decidir como quienes intentan convencernos de que, tras los procesos de soberanía, llegará el fin del mundo.

 

Sabemos que poco a poco se acerca la hora de decidir, y precisamente por eso comienzan a intentar poner límites, condiciones, amedrentar con un futuro incierto. Tratan de poner puertas al campo y eso es imposible.

 

Ponen límites y dicen que sí podemos elegir nuestro futuro dentro de la Constitución, lo cual es una contradicción en sí mismo porque es la sacrosanta Constitución la que no nos permite ejercer el derecho de autodeterminación. Tratan de imponer condiciones diciendo que si votamos, deberá votar “toda España”, cuando de lo que se trata es de que cada pueblo decida su futuro libremente. Y nos intentan amedrentar con los males que se derivarán de la independencia, haciendo especial hincapié en la salida de la UE, ya que, al parecer, no sólo vamos a perder nuestros derechos como ciudadanos europeos sino, incluso, Euskal Herria va a desaparecer del mapa continental.

 

Y, a pesar de que esto constituye una ofensiva del Estado en toda regla –apoyado por todos los tentáculos de la caverna que han alimentado durante décadas-, hay que reconocer que no es una mala noticia, porque supone que han comenzado a pasar de la negación pura y dura a asumir que hay un movimiento imparable y tratar de minimizar daños.

 

Mientras alargan el momento de decidir, ya conscientes de que lo único que hacen es atrasarlo, también nos intentan convencer de que la realidad es la que a la unidad de España conviene. Como muestra, un botón: el diputado general de Araba, Javier De Andrés, se ha querido mostrar como adalid de los derechos de alaveses y alavesas y aseguraba que pedirá garantías para la singularidad del herrialde en caso de que un nuevo marco jurídico para Euskal Herria.

 

Y se me ocurren varias preguntas. ¿La singularidad de Araba? Y ¿cómo de singular es Araba? ¿Como Laudio, como Zigoitia, como Bastida, o como Gasteiz? ¿Y quién define que significa guardar la singularidad? ¿El PP?

 

El españolismo siempre ha tratado de utilizar los resultados electorales de Araba y Nafarroa para ir en contra del sentimiento abertzale mayoritario en Euskal Herria. Provincialismo frente al nacionalismo. Fueros frente a independencia. Y los resultados han sido nefastos, no hay más que mirar la actual situación política e institucional de Nafarroa. Hacer de la política navarra cuestión de estado ha llevado a la actual podredumbre del sistema y quien lo paga es la ciudadanía. Y también Araba ha sido cuestión de Estado en más de una ocasión, precisamente para poder seguir con la ilusión de que el derecho a decidir no es una cuestión nacional y una demanda mayoritaria en el conjunto del país.

 

En Araba, los representantes institucionales del PP hablan en nombre de todos los alaveses intentando convencernos de que el hecho de que ostenten el poder en la Diputación hace que la mayoría de la ciudadanía comulgue con sus ideas. Pero eso dibuja un cuadro muy incompleto, porque si es cierto que el PP ganó las elecciones forales en Araba, también lo es que el equilibrio de fuerzas nacionales/estatales fue muy ajustado y que el herrialde volvió a ser, como Nafarroa, una pieza en el tablero estatal. En las últimas elecciones, las autonómicas, el PP fue el cuarto partido en Araba y los votos abertzales superaron con mucho a los constitucionalistas españoles.

 

Lo curioso del caso es que quienes niegan el derecho a decidir de Euskal Herria llegan a invocar el de Araba, solamente pensando en que el herrialde ejerza de freno a la independencia. Pero eso no va a suceder, la actual situación politico-social de Araba no señala eso, ni de lejos. Y, además, aunque pueda parecer un nuevo escenario, no lo es: ya en 1987 dos de las tradiciones políticas que hoy forman Euskal Herria Bildu, Eusko Alkartasuna y la Izquierda Abertzale, tenían en Juntas Generales más representantes que todo el constitucionalismo junto. La historia de este país, las elecciones del PNV y los desencuentros que duraron demasiado tiempo cambiaron la fotografía institucional, pero no la realidad social.

 

Dato arriba o dato abajo, lo cierto es que ejercer el derecho a decidir es algo positivo, es democrático y es lo que la mayoría de la sociedad vasca demanda. Los alaveses queremos que nos pregunten para que nadie se arrogue el derecho de interpretar nuestros deseos.

 

Como decía, durante este año daremos pasos adelante en el derecho a decidir y la ciudadanía alavesa los avalará porque queremos que nos pregunten cómo de singulares queremos ser.

 

Patxi Martínez de Albeniz

Coordinador de Eusko Alkartasuna en Araba