La pasada semana se cumplieron dos años de la muerte de Sabin Intxaurraga, a quien César Arrondo recuerda en este artículo.

(27 de diciembre de 2012)

Sabin Intxaurraga ya no se encuentra físicamente entre nosotros, porque ha fallecido en su amada Patria Euskal Herria hace ya dos años. Sabin fue un militante por los derechos humanos, y por la autodeterminación de su Patria. En tal sentido, muchos de sus esfuerzos militantes estuvieron dirigidos a trabajar hacia afuera de su partido (Eusko Alkartasuna), con el supremo objetivo de lograr hacer realidad la unidad abertzale, tan necesaria para lograr que Euskal Herria sea una Nación independiente, poniendo siempre de manifiesto, que la resolución del conflicto político vasco, solo será posible, por las vías civiles, pacíficas y democráticas.

Sabin fue un político ejemplar, un militante que luchaba permanentemente por lograr un mundo más equitativo que contenga a todos, sin discriminaciones, como así también, por la igualdad de derechos que le corresponden a personas y países. En este sentido, Sabin siempre defendió a los más débiles, en su lucha ante los poderosos del mundo.

Su otra pasión fue la defensa irrestricta del medio ambiente y mucho tuvo que ver su accionar militante, y todo su conocimiento sobre el tema, el cual desarrolló en su gestión pública al servicio del gobierno vasco. Cabe destacar también su sólida mirada de la problemática a nivel planetario, a partir de ser una pieza clave en la conformación de “redes mundiales” de protección ambiental.

Sabin fue un gran amigo, compañero de ruta en muchos temas de la militancia patriótica vasca y un convencido del valor estratégico de la Diáspora vasca en el mantenimiento de las señas singulares de la cultura de nuestro pueblo. En este sentido, siempre machaba sobre el rol activo que debería tener el colectivo vasco de la Diáspora en la difusión de nuestra cultura y en las políticas de construcción nacional. Quienes tuvimos la oportunidad de gozar de su amistad personal y política, nunca lo olvidaremos y además, estamos convencidos que sus enseñanzas tanto éticas como políticas, nos han marcado profundamente para el resto de nuestros días.

Hace dos años que Euskal Herria ha perdido a uno de sus hijos, pero las personas valiosas trascienden a su existencia terrenal. En este sentido, muchos sabemos y recordamos con orgullo que fue un silencioso artífice de la tan ansiada “unión abertzale”, por la cual bregó incansablemente, sembrando estas ideas, aún en terrenos poco fértiles. Pero las semillas dieron sus frutos, y poco tiempo le faltó de vida a Sabin, para poder apreciar los tiempos de cosecha (BILDU- AMAIUR, EH BILDU).

El mejor homenaje que podemos brindar a nuestro amigo y compañero de ruta Sabin Intxaurraga, será continuar militando por la causa nacional vasca, con humildad y sin protagonismos, siguiendo su ejemplo de austeridad republicana, como así también, seguir tejiendo los mimbres de la unidad abertzale. Otra tarea para quienes compartimos espacios de militancia con Sabin, será poner en práctica sus continuas enseñanzas, tanto en el campo de la política partidaria, como en la construcción de Euskal Herria. Por último, quiero recordar una especie de máxima que a Sabin Intxaurraga le gustaba siempre reafirmar: “La principal tarea de un militante de la causa nacional vasca, será dar testimonio en todo el mundo de nuestro conflicto político, para que de esta manera, todos los hombres y mujeres libres de la tierra, puedan saber que el pueblo vasco es una Nación y que tiene derecho a la autodeterminación”.

César Arrondo

Fuente: César Arrondo