La lucha contra las consecuencias del machismo imperante en la sociedad debe constituir una prioridad absoluta para las instituciones. Sin igualdad efectiva entre hombres y mujeres es imposible conseguir una situación de justicia social y las condiciones que hacen que el Estado de Bienestar sea algo más que palabras huecas.

Hoy celebramos el Día Internacional contra la Violencia de Género y está claro que el maltrato físico, y más aún los asesinatos de mujeres, constituyen el aspecto más grave del machismo. Pero también es verdad que la violencia física contra las mujeres no es algo que se pueda analizar fuera de contexto.

El machismo es mucho más que el maltrato, físico o psicológico, a la mujer. Y con la ilusión que genera la igualdad legal, es fácil confundirnos y pensar que es algo marginal. Pero no, el machismo, el sistema machista, lo inunda todo, desde las tiendas de juguetes hasta las fiestas de nuestros pueblos, pasando por las relaciones de cuadrilla y de pareja y el ambiente laboral. Todo.

Y seguramente el aspecto más preocupante es que, contrariamente a lo que esperábamos hace unos años, el machismo no desaparece en las generaciones jóvenes. El machismo no conoce de generaciones o clases sociales. No. Al contrario, el machismo sigue ahí y las nuevas formas de vida, las nuevas tecnologías y demás lo agravan.

Por eso, hacer frente a las consecuencias del machismo, trabajar a favor de la igualdad efectiva no es fácil, exige un esfuerzo diario y transversal que no admite excepciones. Pero son muchas las instituciones, partidos o colectivos que afirman rotundamente que trabajan a favor de la igualdad y que hasta se lo creen, pero admiten, cuando no patrocinan, actos que en un día se cargan todo el trabajo que se hace durante el año.

Estamos en época de elaboración de presupuestos en las instituciones. ¿Se puede hacer declaraciones a favor de la igualdad y recortar en los servicios que se presta a las mujeres maltratadas y en los trabajos de concienciación? Se puede, lo vemos todos los días, pero es una hipocresía.

¿Pueden PNV y PSE hacer declaraciones en contra del machismo y avalar el machismo institucional y social que se da en los alardes de Irun y Hondarribia? A la vista está que pueden.

Y eso es lo que falla. La lucha contra el machismo es global, transversal y no admite excepciones. Si hacemos excepciones, el machismo gana la batalla.

En la izquierda tenemos claro que el cambio será feminista o no será. Sabemos que es imposible la justicia social sin el feminismo que asegura la igualdad legal y efectiva. Un Estado de Bienestar que deja fuera a la mitad de la sociedad –porque las mujeres no somos una minoría- no es un Estado de Bienestar. Y entendemos que las resistencias a impulsar el cambio total no son casualidad, sino que tienen razones profundas: el cambio feminista es total, nos afecta a todos y a todas en todos los aspectos de nuestras vidas. Y no todo el mundo está dispuesto.