Nestor se nos ha ido y con él se nos ha ido el último eslabón de una generación de artistas comprometidos con nuestro pueblo, de artistas geniales que modernizaron el arte vasco con un trabajo valiente y rompedor. Supone una pérdida irreparable, porque ha sido el máximo referente de artistas del siglo XX que nos quedaba, pero, sobre todo, se nos ha ido un amigo.

Muchos dirán, y es cierto, que cuando fallece un artista queda su obra como testimonio. Indudablemente, el legado que deja Nestor Basterretxea lo podremos disfrutar a lo largo y ancho de todo Euskal Herria. Digo a lo largo y ancho de Euskal Herria porque, si algo ha caracterizado a Nestor, es que jamás ha renunciado a contribuir con su arte a cualquier «encargo con sentido» que le pudiera llegar de cualquier rincón de nuestro pueblo. Esa era una de sus principales características: su generosidad. Nunca aprendió a decir «no»; siempre atendió diligentemente las peticiones que le llegaban e intentó corresponder a los suyos en todo lo que pudo.

Quienes le conocíamos seguiremos acordándonos de él cuando veamos alguna de sus obras, cuando visitemos Bermeo, su nunca olvidado y querido pueblo natal o cuando paseemos por Hondarribia, ciudad que sintió como suya y, probablemente, donde más rienda suelta dio a su creación, pero indudablemente le echaremos de menos. Echaremos de menos su dialéctica, su verbo afilado, su afán por conocer y entender las cosas; su oposición ante la injusticia, su contraposición ante lo establecido, su ironía… le echaremos de menos, porque cada momento que pasábamos con Nestor resultaba enriquecedor y divertido.

El 26 de septiembre de 2013 Gipuzkoa quiso reconocer al gran artista y Nestor recibió el máximo galardón que otorga la Diputación por su larga, prolífica y comprometida trayectoria; rodeado de familia y amigos, hizo gala de su fortaleza y, pese al cansancio, recibió en pie el galardón.

El compromiso ha sido una de las señas de identidad de Nestor Basterretxea; el amor a su País, su compromiso por Euskal Herria, sobre el que hablábamos a menudo, ha sido total. Lamentaba, especialmente, la desunión y la falta de acuerdos para avanzar en el autogobierno y abrir camino a la independencia.

Pero compromiso también con la sociedad, desde el diseño de camisetas reivindicativas, a las que nunca se negaba, a la creación de un trofeo, como el que cada año se entrega en Segura a la mejor pareja de dantzaris, pasando por las grandes obras o las creaciones emblemáticas como la cripta de Aranzazu.

En cuanto a esta ultima, después de 27 años decidió «hacer las paces con los frailes» y tuve el honor de acompañarle en la reinauguración de la misma. Explicaba con pasión los porqués de ese Cristo rojo que nos interroga casi violentamente; nos mira severamente y recrimina el comportamiento cruel y egoísta de la humanidad.

Nestor afrontó la vida y su obra con un espíritu rompedor y novedoso; nos faltará ese tesón que fue una constante en su vida y que hizo que hasta el último momento estuviera en activo, controlando y colaborando en la exposición que el próximo noviembre inauguraremos en el Koldo Mitxelena.

Cada vez que por mi actividad política entro en la sede de las Juntas Generales de Gipuzkoa, su serie de Cosmogonía Vasca me acoge yme da energía. En cada una de las ocasiones sin excepción, a través de esa obra que acoge al visitante nada más atravesar la puerta, recibo el abrazo y la fuerza del amigo para seguir luchando por esas ideas que compartíamos y sobre las que tanto hemos hablado y discutido.

La última vez que nos vimos, a pesar de su tremendo dolor por la pérdida de su mujer, Isabel, seguía hablando de proyectos y de trabajo como si le quedara toda una vida por delante. Es lo que le mantenía en pie, seguir siendo el estandarte y la voz lúcida de una generación extraordinaria de artistas universales comprometidos con su país y con las personas.

Yo no lloro al artista, hoy lloro ami amigo Nestor Basterretxea.

Adiorik ez, Nestor.

 

Ikerne Badiola, secretaria de Comunicación de Eusko Alkartasuna y diputada de Cultura de Gipuzkoa