Javier Vegas

A fuerza de repetirlos, los conceptos se vuelven confusos y exigen de nosotros
una mirada tan atenta como crítica.

Sociedad de la Información es uno de ellos. Da nombre incluso a departamentos
de la administración, y está en todo caso presente en nuestras
bocas y oídos.

¿Qué es lo que se busca con su difusión?

¿Qué es lo que realmente es?

¿Qué debería ser para cubrir nuestras expectativas?

Quienes propagan este tipo de conceptos buscan, a menudo, enmascarar, confundir,
anular la capacidad de cuestionar. Y el mecanismo es muy sencillo. Lo hemos
observado en otros casos y lo observaremos cada vez con más frecuencia.
Desgraciadamente parece que da resultado.

Se trata tan sólo de convertirlo en universal a fuerza de repetirlo.
De vaciarlo de contenido a base de banalizarlo. De alejarlo de su origen después
de descontextualizarlo.

Aparece así como un concepto de progreso, de modernidad, de justicia
social… Es, se mire como se mire, una fuente inagotable de bondad, la panacea
del siglo XXI.

Sin embargo, ¿es eso realmente? Lamentablemente no.

Sociedad de la información nace como término sociológico
para designar la evolución del capitalismo. Es, en este sentido, sinónimo
de sociedad del conocimiento o de sociedad post industrial.

Describe la nueva situación en la que la producción de bienes
industriales cede su preponderancia en el sistema a la producción, almacenamiento
y distribución de información, de conocimiento.

Este es el gran logro que describe. El saber, pasa de ser patrimonio de la humanidad
a sujeto del comercio y la especulación.

Siempre fue cierto que la información significaba poder, pero en la nueva
realidad la información es, además, fuente de negocio.

Sociedad de la Información es un nuevo entorno cuya paradoja principal
es la de hacernos creer más libres, más informados. Y sin embargo,
en términos generales, sigue siendo una información distribuida
de forma unidireccional.

Sabemos lo que alguien quiere que sepamos. Hablamos y discutimos sobre lo que
alguien quiere que centre nuestro debate, y ese alguien es tan intangible que
es inatacable.

El propio sistema, sus inercias económicas, políticas y demás
consigue que muchos de nosotros, de forma más o menos consciente, nos
convirtamos en sus agentes, y colaboremos a la magna obra del sistema, su superviviencia,
su estabilidad.

Pero no todo está perdido.

En momentos de lucidez la información puede hacernos libres. Lo que el
sistema nos enseña puede ayudarnos a combatirlo, a transformarlo.
Sociedad de la Información debería ser un punto de encuentro,
un elemento de justicia social real, un foro abierto de información y
lo que es más importante, de comunicación.

Eso supone trabajar en varios campos:

En la mejora del acceso a las infraestructuras, en la que se está trabajando.

En la formación de toda la población, en lo que también
se está mejorando.

Pero, lo que es más importante de todo, en la diversificación
de las fuentes de información, en la ruptura del monopolio.

Ahí es donde nuestro trabajo cobra importancia, donde nuestra misión
se hace trascendente.

No se trata de crear nuevos monopolios. Ese es el reto. Censurar al que censura,
ocultar lo que no conviene, dosificar lo que se sabe por razones de poder, negar
la crítica y la opinión, la disensión, nos coloca en un
punto cercano al que combatimos.

Internet, el medio en el que leemos y escribimos es un soporte y una oportunidad.
Pero no se trata de jugar a guerrillas, ni de ser francotiradores. Hay que aprender
de los grandes medios y emplear sus propias estrategias con un fin bien distinto.

Gentes como nosotros no deberíamos hablar de Sociedad de la Información,
que parece describir una situación ya conseguida, un hecho por otra parte
más falso que cierto. Nuestro lema debería ser más bien
el de Socialización de la Información. Un anhelo, una meta, como
muchas otras en cuya consecución venimos trabajando:

La de una sociedad más justa, más libre, en la que el respeto
se base en el mutuo reconocimiento y no en la altanera tolerancia, o en la ciega
intolerancia.

Jatorria: Eusko Alkartasuna