El pasado 12 de octubre, pudimos leer en este mismo periódico un artículo del sr. Asensio, diputado de Medioambiente de Gipuzkoa, haciendo apología nada más y nada menos que de los mejores postulados ecologistas, y defendiendo que este mundo no nos pertenece y que nos toca cuidarlo. Todo ello, eso sí, para justificar la construcción de una incineradora tóxica, sobredimensionada, que no necesitamos y que endeudará las economías de nuestros ayuntamientos por, al menos, 25 años.

No hay ni una sola asociación ecologista o de protección del medioambiente que defienda la incineración para Gipuzkoa. Pero es que no hay ni un solo estudio independiente que avale la incineradora proyectada como económicamente sostenible o energéticamente rentable. Ni uno solo. Es más, el único estudio interdisciplinar realizado por catedráticos y profesores universitarios de la UPV/EHU para comprobar la supuesta eficiencia energética de la planta nos viene a decir que en absoluto es rentable.

Las incineradoras son un producto de los años 80 para dar salida al problema de las basuras. Hoy por hoy, sin embargo, en las sociedades avanzadas se ha comprobado que es una tecnología desfasada, y que va en contra del reciclaje y del respeto al medioambiente. Este mismo verano, en el Parlamento Europeo, se ha dado un paso de gigante al aprobar la resolución 2014/2208 – con los votos de EH Bildu, PNV, PSOE y Podemos- para aumentar la recogida selectiva de los envases y de la materia orgánica. Estamos esperando a saber cuáles serán las medidas que prevé poner en marcha el nuevo Gobierno foral para conseguir dichos objetivos. Pero, en esa declaración, se dice mucho más: se apuesta por introducir nuevos impuestos tanto a los vertederos tóxicos como a la incineración, y para 2020, se aboga por la no incineración de los residuos reciclables.

El futuro de Europa pasa por la recogida selectiva y el cierre de las incineradoras. Hoy por hoy, solo países como Polonia optan por construir incineradoras para los residuos urbanos. Gipuzkoa no puede apostar por tecnologías del pasado que crean contaminación, escorias y cenizas tóxicas, para las cuales se necesitan vertederos especiales por su elevada peligrosidad. Tecnologías del pasado que, además, conducirán a los ayuntamientos a una situación económica insostenible.

Por eso, no es solo que necesitamos una Gipuzkoa zero zabor. Necesitamos también una Gipuzkoa zero gezur. Necesitamos que los actuales dirigentes políticos lleven a cabo una gestión transparente, sin oscurantismo y contando con los Ayuntamientos y la ciudadanía, a la que se le debe ofrecer toda la información, así como cauces de participación.

En este sentido, es incomprensible que el sr. Diputado ordenase borrar todos los datos oficiales de la web del Consorcio de Residuos (GHK) nada más acceder al cargo. Datos como que Gipuzkoa ha elevado la tasa de reciclaje en 15 puntos en los últimos cuatro años.