Begoña Lasagabaster, Diputada de EA en el Congreso ALBERTO SURIO/

Lleva nueve años en el Congreso y es ya una de las parlamentarias más curtidas en las discusiones reglamentarias. Begoña Lasagabaster, diputada de EA por Gipuzkoa, sostiene que Zapatero ha abierto una reflexión interesante sobre Euskadi e intuye una labor de «cocina» en la trastienda que puede fructificar a largo plazo, cuando el «sueño» de la paz sea una realidad. La entrevista se realiza en el Congreso, en la semana más turbulenta de la legislatura, en medio de una guerra de nervios declarada entre PP y PSOE.

-Las últimas bombas de ETA, ¿dónde dejan la propuesta de Batasuna?

-De entrada yo me niego a hacer una valoración política sobre estas acciones. De este tipo de hechos no puede haber más que una condena clara por parte de quienes creemos en la libertad y en la palabra y rechazamos totalmente la violencia.

-Pero hay por parte de Batasuna una oferta para trabajar por las «vías políticas»…

-Estas acciones ponen a prueba a todo ese mundo. Yo sólo tengo que decir que confío y espero que esa apuesta por las vías políticas y democráticas se traduzca de verdad en hechos, es decir que de las palabras pasen a los hechos.

-¿Ese entorno se ´mueve´?

-Estas cosas hay que verlas con perspectiva y tiempo. La sociedad vasca les está obligando a moverse y a interiorizar que hay que hacer política. Ahora, de ahí a que nos encontremos en el punto adecuado todavía queda un tramo. Lo que está claro es que el diálogo y la política no son compatibles ni con la violencia ni con la coacción.

Me da la sensación, de todas formas, de que todo lo que hemos ido desarrollando no ha sido baldío. Y que pese a las contradicciones se ha interiorizado que la política es lo único admisible, sin ningún tipo de procedimiento violento o coactivo. Y que los conflictos se resuelven hablando.

-La izquierda abertzale mira a Irlanda del Norte. ¿Y usted?

-La copia mimética no debe aplicarse, pero sí determinados principios inspiradores que sí pueden estudiarse, como se puede estudiar cualquier principio inspirador que sirva para la prevención y la resolución de los conflictos en el mundo. No tenemos el mismo fenómeno social ni político.

-Mire la visita de Gerry Adams a Blair en Downing Street. ¿Se imagina a Otegi con Zapatero?

-Ojalá dentro de unos años veamos a Arnaldo Otegi entrando en La Moncloa, al señor Zapatero diciendo que va a admitir lo que diga el Parlamento Vasco y a los demás pudiendo hablar con todo el mundo, sin ningún tipo de veto. Lo que es absolutamente necesaria es la comunicación de todos con todos. Nosotros, en Eusko Alkartasuna, tenemos abiertos canales de diálogo con todo el mundo, aunque es verdad que nos gustaría hablar más con el PP.

-¿Le veo optimista? ¿Ve luz al final?

-Yo veo luz al final del túnel, quizá porque siempre soy muy positivista. ¿Podemos hacer todos todo lo que tengamos en nuestra mano para que esto salga? Quiero creer que casi todos los protagonistas tienen esa voluntad.

-Se lo pregunto a una testigo de lujo. ¿Qué está pasando en el Congreso en los últimos días?

-Si se me permite, desde el punto de vista parlamentario tiene hasta su divertimento. Pero políticamente la conclusión es muy negativa. Por ejemplo, en la utilización que el PP está haciendo del parlamentarismo, en cuanto a la falta de respeto a las reglas, obstaculizando y desarrollando una estrategia de permanente obstrucción. Y el PSOE está siendo poco hábil en la técnica parlamentaria, sobre todo en la negociación. Comete errores, no tiene cintura y no se da cuenta en muchas ocasiones que no tiene garantizados los apoyos. No tiene pactos presupuestarios ni de estabilidad y necesita amarrarse los apoyos con más seriedad. Porque se equivoca de plano si cree que todos los demás grupos están obligados a apoyarles por aquello de no coincidir con el PP en las votaciones.

Los «aplausos» a Marín

-El caso es que usted y Labordeta se levantaron el otro día para aplaudir al presidente del Congreso, Manuel Marín

-Ciertamente hemos aplaudido los dos porque hay una cosa que no podemos admitir, que es la falta de respeto institucional al presidente del Parlamento, sin perjuicio de que adopte decisiones que gustarán más o menos. Sabe usted, por otro lado, que aunque mantengo una buena relación personal, con el señor Marín yo he tenido auténticas batallas parlamentarias. Hemos discutido mucho.

-Respecto a los Presupuestos Generales del Estado, ¿que detecta?

-De entrada ninguna voluntad política por parte del Gobierno de Zapatero para alcanzar un acuerdo. Ha habido alguna conversación muy breve pero en ninguno de los temas que hemos planteado ha respondido. Ni en materia de transferencias de competencias, ni en las inversiones o infraestructuras, ni en políticas sociales.

-Y eso que usted se entrevistó con Zapatero…

-Sí, en torno a una hora, hablamos de Euskadi en una reunión muy franca, muy distendida, muy agradable de política de fondo o de filosofía política si se quiere. Zapatero y yo nos conocemos hace tiempo por el trabajo en el Congreso. No estuvimos hablando del día a día.

-Respecto a esa política de fondo, ¿Zapatero le está decepcionando?

-Ni me decepciona ni me encandila. Creo que Zapatero está reflexionando, que ha abierto una interesante reflexión sobre Euskadi, que está buscando conocer las distintas posiciones de la mayoría social vasca, e imagino que habrá hablado con mucha más gente además de conmigo. Las personas que intentan conocer qué es lo que hay detrás de posiciones diferentes a las de uno siempre me han merecido muchísimo respeto. Ojalá esas reflexiones fructifiquen en cuanto a un resultado de resolución del conflicto. Yo sí creo que hay cocina en el sentido de reflexión, de atender, de escuchar una cosa que es muy difícil a veces en la defensa de las posiciones. Claro que de ahí tiene que salir un resultado. De la cocina sale un plato preparado al comedor, a poder ser que tenga la buena mano de todos los cocineros.

-¿Intuye que a medio plazo puede ser factible que ese plato esté ya sobre el mantel y que se produzca un cambio de rumbo en la política vasca?

-Como esperanza la tengo, el mero hecho de poder hablar sobre el por qué de las cosas es una diferencia cualitativa respecto a la época del pasado en la que se negaba de entrada la posibilidad de la existencia de legítimos puntos de vista diferentes desde una concepción absolutamente autoritaria. En ese aspecto soy más optimista pero también prudente porque los recelos y las inercias del pasado siguen siendo poderosos.

-Pero el plan Ibarretxe sigue siendo un escollo para que ese cambio se pueda acelerar

-Parece ser formalmente un escollo para el Partido Socialista, no para nosotros, porque es una iniciativa de tres fuerzas políticas realizada a partir del derecho de iniciativa que corresponde a cualquier gobierno y debatida de manera reglamentaria y democrática de un Parlamento. No sólo no es un escollo, sino el ejercicio de un derecho a la iniciativa política de un gobierno.

-Pero en Cataluña sus ´hermanos´ de ERC tienen un acuerdo de gobierno con los socialistas y se ha establecido una dinámica diferente que parte del consenso

-A mí me gustaría saber exactamente cuál es la diferencia, porque el Estatuto de Cataluña es una propuesta en la que participan todos los partidos, cada uno desde su diferente punto de vista, y a todo el mundo le parece muy razonable y muy legítimo. Puede haber diferencias para no apoyarlo pero no para no debatirlo. Yo puedo estar muy en desacuerdo, por ejemplo, con la modificación de parte del Código Penal. Pero nunca he discutido la legitimidad del Gobierno para llevarlo al Parlamento.

-¿Cómo ve la labor de ERC?

-Creo que están haciendo un papel complicado y a la vez muy importante, tanto respecto a la clara reforma del Estatut como en su papel en la nueva mayoría con el PSC e Iniciativa-Els Verts en el gobierno de la Generalitat. En ambos casos son un pivote muy importante y veremos si llega a buen puerto y si termina con éxito. Ellos pretendieron que en ese proceso de reforma del Estatuto también entrara más gente, no provocar una división de la sociedad catalana en relación con la superación del actual marco autonómico. Eso nos parece bien. Es evidente que nosotros envidiamos, como es normal, que no tengan violencia. Sin violencia podríamos realizar todos una política más amplia. Tienen una labor muy difícil pero muy relevante. Y hay que añadirle el papel que tienen en dar estabilidad al Gobierno de España siendo un partido independentista que busca el reconocimiento nacional de Cataluña. Tienen gran sentido común, mucha coherencia y mucha transparencia.

-¿A ustedes les seduce la política de alianzas que ERC desarrolla con los socialistas?

-El hecho que pudiera existir una mayor capacidad de alianzas en Euskadi sería bueno. Sería una situación mucho más normalizada, eso es evidente. Pero cada nación tiene la realidad que tiene y hay que tratarla en función de esa realidad. Ojalá en Euskadi podamos debatir de políticas sociales, de infraestructuras, de políticas europeas, de políticas tributarias Pero hoy por hoy tenemos dos elementos claves. Uno, la normalización y pacificación del país, que es lo básico, y, otro, desarrollar una reforma después de 25 años de vigencia del actual marco jurídico.

El debate territorial

-¿Cree que de verdad se ha abierto un debate de alcance sobre el modelo territorial del Estado?

-Es difícil contestar porque sí hay sectores en los que está prendiendo esa necesidad de reforma sin perjuicio de que en la parte de declaraciones formales se niega la mayor. Nadie oculta que 25 años después se hace un balance con una serie de reflexiones y de cambios. Quizá el PP es el que está más anclado en no mover ni una sola pieza, pero en el resto sí ha prendido esa reflexión sobre la necesidad de ajustar el modelo autonómico y de corregir las serias disfunciones que tiene.

-Ahí está la propuesta de Maragall para que Cataluña sea reconocida como «comunidad nacional»…

-Por ejemplo, poco a poco se va interiorizando que no somos una mera descentralización administrativa, que el tratamiento entre las nacionalidades y las regiones no puede ser el mismo y que, con independencia de los términos que se empleen, estamos ante una asignatura pendiente, la de la existencia de una realidad plurinacional que no se resolvió en el debate constitucional. Esta discusión hay que verla a través del prisma de la madurez democrática, desde el respeto a la convivencia y a los principios que inspiran la resolución de conflictos.
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«El ´no´ de EA a la Constitución Europea va a ser constructivo»

-¿Qué opinión le merece que EA se haya decantado por el ´no´ a la Constitución europea y el PNV por el ´sí´?

-Hay que contemplarlo con normalidad democrática y desdramatizar esta diferencia, que responde a dos visiones ideológicas legítimas pero distintas. De hecho yo reconozco que la Constitución Europea puede tener algunos avances. Pero en mi opinión, son claramente insuficientes. No sólo en lo que supone la falta de reconocimiento de las realidades culturales y lingüísticas minoritarias, o en política social, en materias donde siempre puede haber un debate sobre si la botella está medio llena o medio vacía. Fundamentalmente hay una negación de los pueblos sin Estado que resulta muy preocupante y que consagra el papel de los estados como únicos actores de la construcción europea. Eso nos obliga a ejercer un «no constructivo». Primero para reflexionar sobre ese retroceso. Y también para estudiar posibles iniciativas en el futuro que permitan corregir ese rumbo.

-Les separa la Constitución Europea, pero ¿PNV y EA acudirán juntos a las próximas autonómicas?

-Es un asunto del que no suelo hablar por la discreción que requieren las negociaciones y los compañeros que llevan a cabo este negociado. Lo que sea tendrá que salir y punto. Siempre he considerado que la discreción suele ser la mejor virtud para poder llegar, o no, a cualquier acuerdo final.

-¿La defensa del plan Ibarretxe complica el margen de maniobra de EA?

-No, no, en absoluto. Estamos embarcados en la defensa de la propuesta de Gobierno Vasco, de un nuevo Estatuto, en el que nos sentimos plenamente identificados porque creemos básico abrir una nueva etapa basada en el reconocimiento de nuestra libre capacidad de decisión.

-¿Cree que los partidos saben cómo cerrar la comisión de investigación del 11-M?

-A PP y PSOE les resulta muy difícil dar el carpetazo final. Han abierto un melón que ellos mismos no tienen ni idea de cómo cerrarlo. Y no están siendo honestos con el objetivo de la comisión. Ni al abordar el tema de las víctimas ni al establecer un sistema preventivo de cara al futuro.

Fuente: Begoña Lasagabaster