Se suele decir que todo está inventado y, desde luego, en lo que a gobernabilidad en la CAV eso es cierto: las posibilidades que están sobre la mesa ya están ensayadas.

Es una posibilidad para nada novedosa que el PNV busque apoyo en el PSE. De hecho, si el baile del último escaño de Bizkaia que dio el asiento número 18 a EH Bildu no se hubiera producido, el PNV no hubiera tenido la más mínima duda. Lo cual no quiere decir que hubiera sido bueno para esta parte del país, porque no podemos menos que preguntarnos qué estabilidad le daría el PSE, perdido en el PSOE sin rumbo, a cualquier gobierno.

Además, y reconociendo que sería una opción legítima y que antes del recuento definitivo proporcionaba al PNV la mayoría, hay que recordar que ni es la mayoría mas amplia posible ni la preferida por la sociedad de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

La otra opción, que PNV y EH Bildu sumen una mayoría más amplia y, sin duda más estable, también está ensayada. Desde luego, en Gasteiz, con una fórmula muy parecida, Geroa Bai-EH Bildu, en Nafarroa, pero también en el Parlamento Vasco.

Allá por 1999, en plena etapa de Lizarra-Garazi, PNV, EA y Euskal Herritarrok firmaron un acuerdo de legislatura que si bien finalmente se rompió por la violencia que afortunadamente está fuera de todas las ecuaciones de la política vasca, también podemos decir que sirve para demostrar que el trabajo conjunto entre jeltzales y dos de las fuerzas que hoy forman EH Bildu es posible cuando pensamos en ese país compartido que hemos reivindicado durante la campaña electoral.

El Pacto de Legislatura firmado el 18 de mayo de 1999 por el lehendakari Ibarretxe, Xabier Arzalluz y Joseba Egibar en nombre del PNV; el lehendakari Garaikoetxea y Rafa Larreina por Eusko Alkartasuna y Arnaldo Otegi y Joseba Permach en representación de la Izquierda Abertzale fue la respuesta de los partidos abertzales a una coyuntura concreta en los que los retos fundamentales eran la paz definitiva y la construcción de la convivencia por un lado y empleo y justicia social por otro.

Es decir, una situación que es muy parecida a la actual y que requiere acuerdos entre quienes tienen una visión de país parecida y, sobre todo, voluntad política.

Tenemos una mayoría absoluta soberanista que nos ofrece una oportunidad única para avanzar en temas como paz y normalización política, las eternas asignaturas pendientes de este país. Además, estamos en una situación de crisis en su sentido etimológico, de cambio o ruptura, que exige políticas socioeconómicas valientes y capaces de poner los cimientos de una sociedad basada en la justicia social.
En esta situación nadie entendería que no se aprovechen la potencialidad de 45 o 56 escaños para avanzar en el sentido que la sociedad quiera. Mas cuando es una fórmula que ya se intentó en una situación semejante de crisis y oportunidad y con resultados positivos