El Juzgado de Gernika ha sobreseído el caso en el que figuró como imputado Juan Carlos Goienetxea, miembro de Eusko Alkartasuna, partido por el que fue alcalde de Bermeo de EA y que, posteriormente, formó parte del grupo municipal de EH Bildu.
El sobreseimiento pone en su sitio un caso que desde el minuto 0 ha tenido el objetivo político de manchar la trayectoria de Goienetxea y tratar de incluir a Eusko Alkartasuna y EH Bildu en el saco de los partidos corruptos para así poder justificar los pecados propios con esa teoría que mantiene que la corrupción es algo inherente al ejercicio del poder.
La propia imputación de Juan Carlos Goienetxea fue un despropósito que también deja en mal lugar a la Justicia, ya que se le acusaba de prevaricación y tráfico de influencias por decisiones tomadas en una época en la que no tenía responsabilidades de Gobierno, dado que estaba en la oposición municipal. Además él, como todo el grupo municipal Eusko Alkartasuna, votó en contra de las medidas puestas en tela de juicio.
Quienes le señalaron, es decir, el PNV, contaban con que la honradez de Juan Carlos Goienetxea le llevaría a dimitir como concejal tras la imputación -como hizo para no perjudicar a su proyecto político- quitando de en medio un gran activo político para Bermeo y dejando bien claro cuáles son sus intereses. El ex alcalde dio una lección de principios que no ha sido imitada por ninguno de los cargos públicos del PNV imputados.
Finalmente, la justicia ha dado la razón a Juan Carlos Goienetxea y ha avalado la historia de corrupción 0 de Eusko Alkartasuna. La resolución, a su vez, ha dejado claro que la corrupción no es inherente a la gestión pública, no es cierto que haya garbanzos negros en todos los partidos: en Eusko Alkartasuna nunca han tenido espacio.
La resolución final del caso ha dejado claro también que no todo vale en política, señalar al que fuera alcalde ejemplar no ha servido para frenar a la izquierda soberanista en las instituciones, ni siquiera para apartarla del Ayuntamiento de Bermeo.