El secretario general de EA reitera que su partido siempre actuará dentro de la legalidad

Pello Urizar (Mondragón, 1968) recuerda lo sucedido en la década de los noventa con el movimiento antimilitarista. La Fiscalía llegó a pedir ocho años de inhabilitación por insumiso para el actual secretario general de Eusko Alkartasuna. Asegura que entonces hubo que «arriesgarse» para impulsar unos planteamientos que acabaron siendo aceptados por la sociedad, los partidos «y la propia Justicia».
Urizar cree que lo mismo ocurre ahora con su acercamiento a la izquierda abertzale. Líder de EA desde hace poco más de un año y concejal en su localidad natal, es consciente de que la estrategia de su partido por impulsar un polo soberanista puede generar muchas «dudas», sobre todo, porque ETA sigue sin anunciar que abandona las armas. Aun así, se muestra optimista y convencido de que la apuesta de los radicales por la política es «sincera».
- ¿La decisión de ETA de no declarar un alto el fuego está ralentizando el desarrollo del polo soberanista?
- El objetivo final de la acumulación de fuerzas soberanistas es conseguir un Estado vasco en Europa por vías exclusivamente pacíficas, y eso se vio en el acuerdo que firmamos en el Palacio Euskalduna con la izquierda abertzale. Pero está claro que un pronunciamiento de ETA aceleraría el trabajo. Si eso no se da, nosotros no vamos a desistir en el empeño, aunque es evidente que en algún momento tendrá que producirse.
- ¿No le empiezan a surgir dudas?
- La izquierda abertzale lo tiene claro y a ETA sólo le queda posicionarse a favor o en contra. Espero que sea a favor porque es lo que quiere la sociedad. Hay que andar con cuidado porque los movimientos en ese mundo pueden crear fracturas y generar grupúsculos. ¿Cuándo se tiene que dar la respuesta de ETA? Pues espero que cuanto antes.
- Pero la banda ha desoído la petición de la izquierda abertzale que, de forma, indirecta, le reclamó una tregua. ¿No está tardando demasiado en pronunciarse?
- Nosotros lo que sabemos es que se está haciendo un trabajo. Se pueden hacer diferentes lecturas. El acto de Ciboure (localidad francesa en la que tres encapuchados en nombre de ETA afirmaron el 24 de julio que «Euskal Herria está a las puertas de vivir un periodo de cambio») fue insuficiente, pero también es verdad que dijeron que estamos a las puertas de un nuevo tiempo, y eso es positivo. ETA se comprometió a estudiar en profundidad la declaración de Bruselas (en la que varios mediadores internacionales le pidieron una tregua) y a responder. No lo han hecho.
- ¿Y cuál tiene que ser esa respuesta?
- Lo que tiene que hacer es declarar un alto el fuego indefinido y verificable para demostrar que todo esto no es un chanchullo ni una estratagema electoral. Pero que quede claro: nosotros no tenemos ningún compromiso con ellos. Lo tenemos con la izquierda abertzale y seguiremos profundizando en ese trabajo. Es cierto que una declaración positiva de ETA ayudaría, pero también que el hecho de que permanezca callada reduce su margen de alternativa para volver a atentar.
- ¿Se ha marcado EA algún plazo definitivo para esperar la respuesta de ETA?
- No, por una sencilla razón. Sabemos que tenemos unos trabajos que hacer. Si llegase el momento en el que viésemos que no se puede avanzar más porque requeriría un posicionamiento claro, lo valoraríamos, pero por ahora tenemos margen suficiente. Porque si paramos estaríamos demostrando que dependemos de ETA y en este proceso, aunque tanto ellos como el Estado español tienen un trabajo que hacer en temas como los presos o las armas, no nos tiene que condicionar ni ETA ni el Estado.
- ¿Sigue creyendo que la apuesta de la izquierda abertzale por la política es sincera?
- Cada día más. Una de las cosas que hemos percibido es que, a diferencia de anteriores procesos, las bases de la izquierda abertzale llegaron a unas conclusiones. A partir de ahí, la decisión está tomada, lo que se hace ahora es gestionar esa decisión. No va a ser sencillo y requerirá su tiempo. Pero no es solo lo que nos transmite la dirección, sino que lo estamos viendo en diferentes ámbitos. Sería mejor que estuviésemos en el punto cinco en lugar de en el tres, pero bueno…
- Aunque esa apuesta sea sincera, ¿qué garantías hay de que ETA la respete?
- Nosotros hace tiempo que decidimos que con ETA no hay nada que negociar. De ahí en adelante, vamos a ver. Pero estamos convencidos de que si ETA vuelve a atentar, la izquierda abertzale asumirá el papel que le toca y romperá.
- ¿Qué diferencias hay entre lo que está ocurriendo ahora y lo que pasó en Lizarra o en Loyola? ¿Por qué ahora hay que ser optimista?
- La mayor diferencia que la propia izquierda abertzale nos plantea es cómo ha comenzado el proceso; y es que hubo una reflexión interna previa en la que participaron 7.000 militantes. En Lizarra, ETA fue uno de los firmantes, y ahora ni es firmante ni garante de nada. En Loyola, el mayor error fue que hubo dos partidos que intentaron llegar a un acuerdo entre ellos. Y para que un movimiento de este tipo tenga éxito tiene que implicar a la sociedad.
Arriesgarse
- ¿No están ustedes arriesgando demasiado?
- Algunos dicen que sin arriesgar no se gana, pero también es verdad que arriesgando mucho se puede perder. Pero si queremos cambiar la actual situación, no queda otro remedio. Mirar desde el graderío y criticar es muy sencillo. Nosotros pensamos que hay que estar en la arena.
- ¿No teme que Batasuna les esté utilizando?
- Es un riesgo que puede existir. Pero creemos que esta apuesta va a lograr que la lucha armada y la violencia sean cosa del pasado. Y sólo por eso merece la pena arriesgarse. Y una vez alcanzado ese punto, vamos a entrar en una senda de normalidad que nos permitirá demostrar que por las vías políticas se pueden hacer cosas.
- ¿No hay también un interés electoral?
- Los partidos políticos obtenemos el apoyo a través de los votos. Nosotros lo que decimos es que se trata de un viaje a largo plazo. No se puede pretender que la normalidad política sea una realidad en seis meses o dos años cuando llevamos 50 años en ese maremágnum. Y el objetivo final, construir un Estado vasco, tampoco lo vamos a lograr en año y medio.
- ¿Y el objetivo a corto plazo son las elecciones del año que viene?
- La izquierda abertzale quiere tener su propia marca y actuar dentro de la legalidad para poder moverse en las instituciones. Todo este movimiento no es para llegar a las elecciones de 2011.
- Y si la izquierda abertzale no logra pasar la criba legal, ¿ve factible alcanzar algún tipo de colaboración?
- Sabemos hasta dónde podemos llegar, y lo que sí tenemos claro es que siempre vamos a actuar dentro de la legalidad. Ya estamos elaborando nuestras propias listas; si de aquí a 2011 se aceleran los acontecimientos y aparece alguna opción de generar algo común e ilusionante, estamos dispuestos a aportar algo. Pero decir que vamos a ceder nuestras listas a la izquierda abertzale es simplificar las cosas con mala leche y querer desdibujar nuestra apuesta.
- Eso quiere decir que si el proceso avanza, ¿EA podría incluir a miembros de la izquierda abertzale en sus listas?
- En nuestra listas habrá militantes de EA e independientes, como ha ocurrido siempre, pero será gente que se identifique con nuestro proyecto. Estoy un poco harto de oír que nos van a ilegalizar, que tengamos cuidado, que somos los tontos útiles… No vamos a plantearnos eso, porque tengo claro que si ETA declara un alto el fuego, para algunos no va a ser suficiente.
- Historicamente, las diferencias entre EA y Batasuna eran notables. ¿No teme que se esté difuminando su papel?
- Es verdad que las relaciones han sido complicadas. Pero es que la situación ha sido anormal. Queremos llegar a acuerdos sobre cuestiones importantes, aunque seguirá habiendo diferencias. EA no se va a difuminar.
- ¿Entiende las dudas entre la militancia? Esta misma semana se ha sabido que han abandonado el partido los tres concejales que tenía en Etxalar.
- Se trata de una cuestión local. No me consta que vaya a pasar en otros sitios. Dudas siempre va a haber, pero cada vez menos. Este movimiento se hará de la mano de nuestra militancia, no pasando por encima de ella.

Fuente: El Correo