Por Begoña Erratzi, Presidenta de Eusko Alkartasuna y portavoz en el Parlamento de Navarra El mismo día en que el señor Sanz reclamaba a Aznar que el ministerio interviniera en la Educación de la Comunidad Autónoma Vasca para cuestionar, perseguir y castigar a los centros de enseñanza que no ofrecieran una interpretación histórica correcta y real de las comunidades y de España, conocíamos la noticia de que el Tribunal Constitucional había admitido a trámite el recurso interpuesto por el Gobierno del PP contra de la ley navarra que equipara las pensiones de viudedad más bajas al Salario Mínimo Interprofesional.

Un día antes, Miguel Sanz había destacado ante los medios de comunicación navarros como objetivo fundamental de su reunión reclamar a Aznar que se reconociera la importancia de Navarra en la articulación del Estado, dando a entender que actualmente no es suficientemente reconocida por el Gobierno central. Era de suponer, por tanto, que uno de los propósitos de la entrevista fuera intentar negociar la retirada de, al menos, los recursos contra la norma de equiparación de las pensiones de viudedad y contra los Presupuestos de Navarra correspondientes a 1999.

Al contrario. Ni siquiera se abordaron tales asuntos, como tampoco se trató de arrancar al Gobierno central algún compromiso en cuestiones fundamentales para el desarrollo político y económico de Navarra como el traspaso definitivo de las competencias de Tráfico a la Policía Foral, el paso del Tren de Alta Velocidad por Pamplona o la presencia de Navarra en la Unión Europea, por poner algunos ejemplos.

Además de no haber planteado ninguna de estas reclamaciones propias y necesarias, el presidente navarro actuó como correveidile en relación con la supuesta gestión de la Comunidad Autónoma Vasca en materia educativa, proponiendo la intromisión del Gobierno Central en competencias de la CAV y protagonizando así una injerencia inadmisible en el ejercicio de su capacidad de autogobierno por parte de otra comunidad.

No obstante, tal desfachatez sirvió al presidente navarro para desviar la atención sobre su propia incapacidad para defender los intereses y el autogobierno de Navarra frente a quienes menoscaban y ponen en tela de juicio permanentemente, y de forma efectiva, nuestras competencias e instituciones. Es más, lejos de reclamar respeto, el señor Sanz expresó su gratitud al presidente español por el cumplimiento de sus compromisos e incluso se posicionó a favor, esta vez ante los medios de comunicación estatales, del recurso del TC contra la ley navarra de pensiones.

Por desgracia, esta postura no es nueva; como tampoco lo es la disparatada propuesta del presidente navarro sobre la enseñanza de la Historia. Ya en su discurso de investidura el propio señor Sanz y su partido, UPN, en el pacto de gobierno que firmó con CDN, adelantaban como uno de los objetivos fundamentales de la derecha navarra, de cara a la próxima legislatura, el de garantizar una versión única en la interpretación de la historia de Navarra.

¿Tiene alguien acaso el monopolio en la interpretación histórica? ¿Cómo propone el señor Sanz explicar la conquista del Reino de Navarra por Castilla en 1512? ¿Qué versión ofrecería del alzamiento fascista de 1936 y sus consecuencias? ¿Se tendrán en cuenta las condiciones especiales en que se celebró el referéndum en torno al Estatuto Vasco en Navarra? El señor Sanz debería responder también si los navarros del otro lado de la muga son también españoles por el hecho de ser navarros…

En una cosa estoy de acuerdo con el señor Sanz: el conocimiento que hay de la historia de Navarra es insuficiente. De hecho, si muchos navarros y navarras supieran el grado de soberanía de que gozaba esta tierra hasta hace apenas un siglo se rebelarían ante las humillaciones y manejos a que ha sometido y sigue sometiendo la derecha navarra, representante local de los intereses de la derecha más reaccionaria y centralista española, a nuestra capacidad de autogobierno. Es hora de que se explique largamente todo lo relativo a la realidad de Navarra, sin omisiones ni devaluaciones interesadas desde el presente. Pero para ello la política a seguir es precisamente la contraria a la que sigue UPN, primer interesado en silenciar buena parte de esa realidad: generar debate y controversia, y fomentar el contraste de versiones e interpretaciones.

Si alguien ha contribuido a que Navarra sea hoy una realidad diluida es UPN, con sus permanentes justificaciones de las intromisiones legales y de los recursos del Gobierno Central, su debilidad a la hora de defender ante Madrid los derechos que nos corresponden a los navarros y navarras, y su obsesión por desviar la culpa de estos fracasos hacia quienes no tenemos la responsabilidad de dirigir el desarrollo de Navarra, y que, además, somos quienes con más firmeza y constancia lo reclamamos.

Las afirmaciones altisonantes y grandilocuentes del señor Sanz en relación con el borrador del Plan del Gobierno Vasco y con la enseñanza en la CAV sólo pretenden disfrazar y ocultar su propia incapacidad en un encuentro sin contenido ni logro reseñable alguno, a excepción de esa foto buscada permanentemente por el señor Sanz para tratar de arrogarse un protagonismo que no tiene. Si alguna conclusión se puede sacar de las visitas del señor Sanz a Madrid es que sirven única y exclusivamente al PP para que Navarra aparezca públicamente como adalid de su estrategia ultracentralista y ultraconservadora.

Poco importan los intereses generales de Navarra, todo se justifica en virtud del supremo interés nacional de España, como por ejemplo la permanencia del Polígono de tiro de las Bardenas, tantas veces contestada por el Pleno del Parlamento de Navarra y por la inmensa mayoría de los navarros y navarras… ¿Habrá transmitido el señor Sanz al señor Aznar el sentimiento antimilitarista de Navarra reflejado en el no a la OTAN, en la vanguardia de esta comunidad en el movimiento de la insumisión o, más recientemente, en las también en Navarra importantes manifestaciones contra la guerra de Irak, país al que se siguen enviando tropas de ocupación?

UPN evidencia cada vez con más claridad su desinterés por desarrollar el autogobierno de Navarra, como se manifiesta en el retraso sine die del desarrollo de la Policía Foral como policía integral, en su actitud sumisa ante los recursos contra leyes navarras, o en la aceptación de las limitaciones y condicionamientos legales al derecho de los navarros y navarras a decidir su futuro, a la federación y confederación con otras comunidades, que UPN no sólo asume, sino que aplaude.

Que el borrador del Plan del Gobierno vasco filtrado hace unas semanas recoja el derecho de los navarros y navarras a decidir libremente si desean compartir su futuro con el resto de los vascos no supone ninguna falta de respeto a nuestra voluntad, sino al contrario, reconoce el derecho de la ciudadanía navarra a ejercer libremente esa decisión de la forma más democrática posible: mediante referéndum.

Y reivindicar ese derecho es nuestra obligación y nuestro compromiso con todos los navarros vascos y abertzales, que son tratados como extraños en su propia tierra. Y siempre desde un respeto escrupuloso a la voluntad libre y expresa de la ciudadanía en cada momento, seguiremos exigiéndolo en todos los foros e instituciones donde tengamos presencia y representación, ya sea en Navarra, desde el Gobierno de la CAV, en Iparralde y en la Unión Europea.

Fuente: Begoña Errazti