Onintza Lasa El espectáculo al que asistimos en los
últimos tiempos alrededor del debate de los presupuestos es, además
de inaudito, carente de toda lógica y profundamente revelador de la enorme
falta de responsabilidad de los señores y señoras parlamentarios
de PP, PSE y Batasuna, que no dudan en hacer causa común si la diana
(iba a decir la presa) es el Gobierno vasco. Aunque el precio, el carísimo
precio a pagar, sea perjudicar los intereses de la ciudadanía a la que
dicen defender.
Hay, además, quien no duda en recurrir
al exabrupto y al insulto para no perder su puesto en la cima del ‘hit
parade’ de la ‘firmeza’ contra el nacionalismo vasco. Sin ir
más lejos, el portavoz del Partido Popular en el Parlamento, Leopoldo
Barreda, ha llegado a calificar las formulaciones de Begoña Errazti de
«talibanes». Pero no nos engañemos: esta nueva barbaridad
verbal de los populares no es casual, ni anecdótica, sino que responde
a una estrategia diseñada por la cúpula del PP, que, lejos de
rectificar su intransigencia tras los resultados del 13-M, ha decidido dar una
vuelta de tuerca a su despiadada e insidiosa propaganda.
Del mismo modo en que se viene aprovechando la
situación internacional creada a raíz del 11 de septiembre para
mezclar churras y merinas en un ‘totum revolutum’ que pretende mezclar
con la violencia a partidos que, como EA, se caracterizan por su radicalidad
democrática, también en esta ocasión se vuelve a desfigurar
la realidad de forma interesada y falaz.
Pero más allá de sus pretensiones,
lo que esta estrategia revela realmente es la sensación de incomodidad
que atenaza a PP y PSE. Y es que es comprensible que así sea, cuando
ambos adalides de la ‘firmeza democrática’, que en la anterior
legislatura se rasgaban las vestiduras cuando el voto de los nacionalistas vascos
coincidía con el de la entonces EH, ven ahora reflejado en el espejo,
en toda su plenitud, el cinismo político que guía su praxis moral.
Coincidir con Batasuna en algo no es un delito ni algo inmoral, sino eso mismo,
una coincidencia. ¿O es que si Batasuna dice que hace mal tiempo, el
resto tenemos que decir que luce un sol cegador, aunque caigan chuzos de punta?
Pero lo que es mezquino políticamente es satanizar a EA, PNV o IU por
hacerlo, antes del 13-M, y luego que lo pretendan hacer el PP y el PSE… con
nocturnidad. Porque es eso, nocturnidad, lo que buscaban PP, PSE y Batasuna,
cuando se decantaron por una de las interpretaciones posibles del Reglamento
de la Cámara, todas igual de legítimas, a pesar de que para las
huestes de Aznar lo democrático es lo que piensa su jefe, y lo que no,
simplemente es talibán. Nocturnidad para coincidir unos y otros sin que
las parroquias de cada cual, sobre todo, y la opinión pública
en general, vieran cómo los ‘independentistas vascos’ y ‘los
patriotas constitucionales’ hacen causa común; para hurtar al ciudadano
y al elector la posibilidad de ver cómo Redondo y Mayor Oreja apoyan
la enmienda de Otegi en la que se piden más pasos decididos hacia la
independencia, y éste ayuda a los primeros a tumbar unos presupuestos
que potencian demasiado las ikastolas, el euskera y la construcción nacional.
¿Por qué quieren privar a los ciudadanos y ciudadanas de este
país de la contemplación de este espectáculo?
Eusko Alkartasuna, sin embargo, siempre se ha
caracterizado por ser una partido abertzale, con un profundo sentido democrático
y respeto de todos los derechos humanos sin excepción y de toda opinión
e ideología.
No se nos ha ocurrido calificar de actitud talibán
al Gobierno de Aznar por intentar prorrogar unilateralmente el Concierto, un
pacto que, precisamente, por su carácter paccionado ha de ser acordado
por las partes que la suscriben. Y sin embargo, esta postura no es precisamente
un ejemplo de democracia, al menos en el sentido en el que entendemos el concepto
de democracia en Eusko Alkartasuna y, no hay que olvidarlo, en la mayoría
de la sociedad vasca.
Utiliza el señor Barreda otros términos
para referirse a la presidenta de EA, como «señora de la guerra»,
que, si no fueran tan graves, invitarían a la risa. Eusko Alkartasuna
no habla de guerras, señor Barreda. Ni las quiere, ni las alimenta. Muy
al contrario, defiende el entendimiento, el diálogo y el respeto a la
decisión de la ciudadanía. Y los defiende con independencia del
marco geográfico al que hayan de aplicarse. No hace como Aznar, y Piqué,
que en sus viajes por todo lo largo y ancho de este mundo hablan de treguas,
distensiones y diálogo, curiosamente hasta que regresan a casa, donde
supongo que es más difícil ver la viga que detectar la paja en
el ojo ajeno. Fíjese, señor Barreda, si somos insumisos a cualquier
tipo de guerra o ejército, que apostamos por la convivencia pacífica
y armónica entre todos los vascos y vascas. Porque a nosotros no nos
provoca náuseas, como a sus socios socialistas, la pluralidad ideológica
de este país; es más, nos parece una auténtica riqueza.
Ni tampoco amenazamos a los letrados el Parlamento vasco cuando no nos gustan
las decisiones de la Cámara, como ha hecho el ínclito delegado
del Gobierno del PP en Gasteiz. ¿Y usted nos llama talibanes?
Si de verdad, señor Barreda, respetan
las instituciones vascas, cumplan los acuerdos de éstas cuando les gustan
y también cuando les disgustan. Cumplan, por ejemplo, con el pronunciamiento
en favor de la autodeterminación hecho por esta Cámara. Cumplan
con la exigencia de una política penitenciaria más humana y justa.
No hagan como siempre la cacicada de romper unilateralmente las negociaciones
del Concierto o hacer oídos sordos a lo que dice la Cámara, donde
está depositada la voluntad de los vascos de la CAV. Porque, en ese caso,
confirmarán definitivamente nuestra sospecha de que, para ustedes, para
su partido, y para su gobierno, los vascos somos ciudadanos y ciudadanas de
segunda categoría. Una especie de vasallos de Aznar.
Fuente: Eusko Alkartasuna