En torno a la denuncia presentada por la AVT contra Carlos Garaikoetxea La vibrante intervención de la señora Pilar Manjón, como portavoz de las víctimas del horrible atentado perpetrado el 11 de Marzo en Madrid, exigiendo verdad, reparación y justicia, y no ser usadas como arma arrojadiza, debería tener efectos demoledores. Además, ha supuesto un aldabonazo para los representantes políticos y algunos medios de comunicación. Los unos, que enfrascados en sus peleas partidarias se habían desviado de la cuestión principal -esto es, qué paso antes del 11 de Marzo-, y los otros, habituados a despellejar a todo el mundo, pero que ante las críticas de la señora Manjón, salvo contadas excepciones, han dado la callada por respuesta.

La impresionante y desgarradora comparecencia de la señora Manjón contrastó con la posterior comparecencia del representante de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT). Quedó clara la diferencia entre quienes hacen de la legítima representación de un colectivo su leit motiv, frente a quienes convierten sus comparecencias y manifestaciones públicas en alegatos contra determinadas fuerzas políticas. Algunas asociaciones y plataformas se han convertido en instrumento al servicio de determinadas estrategias políticas. Primero de la estrategia diseñada por Mayor Oreja y el Partido Popular; y después, también del Partido Socialista, en virtud del alineamiento de éste y de su sumisión absoluta en todo lo referente no al terrorismo, sino al combate contra el nacionalismo vasco, objetivo implícito del Pacto Antiterrorista, del que más pronto o más tarde se tendrán que salir, si quieren ganar en credibilidad.

A pesar del vuelco político producido el pasado 14 de Marzo en las Elecciones Generales, las nefastas consecuencias de aquel Pacto y toda la actividad inducida en el combate contra el nacionalismo vasco siguen vigentes. La demonización de legítimas posiciones políticas, la movilización de tanto paniaguado en plataformas, periódicos y tertulias radiofónicas, generaron un caldo de cultivo que ahora resulta difícil de contener. El reciente escándalo suscitado en un conocido e importante medio de comunicación, a cuenta de una desorbitada crítica contra Bernardo Atxaga, ha puesto de manifiesto hasta dónde puede llegar la insidia, como producto natural de quienes a fuerza de repetir los eslóganes mentirosos, se acaban creyendo sus propias patrañas. Claro que la marea de la insidia ha alcanzado tal altura que los responsables del diario han tomado cartas en el asunto, a pesar de las presiones ejercidas por la nomenclatura plataformil, o, si se quiere, del equipo inquisitorial habitual.

En este contexto se ha anunciado una querella, contra Carlos Garaikoetxea, entre otros, formulada por la AVT, nada menos que por colaboración continuada con banda armada, como consecuencia de un hipotético pacto alcanzado con ETA en 1998. Querella contra la que, a pesar de la evidente injusticia y la falsedad en que se sustenta, no vemos alzarse voces, más allá de lo dicho por algunos portavoces cualificados de Eusko Alkartasuna. Al contrario, los mamporreros de turno siguen dispuestos a seguir remachando el inmundo clavo de la insidia. Léase a este respecto el artículo publicado en varios medios por Joseba Arregi, en el que se afirma, refiriéndose a las conversaciones mantenidas con ETA antes de la tregua, que el nacionalismo vasco llegó a un acuerdo con ETA. Estamos curados de espantos, y uno no se puede sorprender de que, puestos a abrazar causas, el señor Arregi abrace también aquella teoría de Mayor Oreja, reflejada en su famosa frase, vuelta a repetir el 13 de Marzo, después del atentado de Madrid: “ETA siempre dice la verdad y cuenta lo que va a ser la siguiente legislatura y también trata de anestesiar. ETA mata, pero no miente”. Sin embargo conviene saber que frente a los papeles dados a conocer por ETA en la primavera del 2000, sobre un supuesto pacto de EA y PNV con ETA, desde la Ejecutiva de EA, se hicieron públicas las condiciones que se pusieron por parte de EA –y que jamás aceptaron por parte de ETA-: la defensa a ultranza de todos los derechos humanos y la aceptación de la pluralidad de la sociedad vasca reflejada en las instituciones. Además, se publicaron, en un número especial de la revista “Alkartasuna” de EA, los textos referidos a esas condiciones y a unas conversaciones que no hay que olvidar que se dieron en el contexto de un intento de buscar caminos para la paz. Pero ante esta realidad, hay quienes, como los portavoces de la AVT, el señor Joseba Arregi y demás integrantes del equipo inquisitorial habitual, se dedican a recrear las falsedades de laboratorio, antes que ceñirse a los hechos. Y esto es algo que algunos no vamos a consentir, y menos cuando se pone en cuestión la trayectoria de personas como Carlos Garaikoetxea.

Por ello que consideramos procedente proclamar públicamente, por un lado, nuestra más profunda solidaridad con Carlos Garaikoetxea, Presidente de EA en el momento en que la AVT sitúa su denuncia, así como con todos y cada uno de sus compañeros y compañeras de ejecutiva, y también con los miembros del PNV a quienes se ha extendido la querella; y, por otro, denunciar, una vez más, la extralimitación de movimientos y plataformas que más allá de sus legítimos fines, se centran una y otra vez en atacar y denigrar a representantes del nacionalismo vasco cuya trayectoria ética y política está fuera de toda discusión. De estos representantes, y en concreto de los de Eusko Alkartasuna en general, y de Carlos Garaikoetxea en particular, y más allá de la discrepancia con sus legítimos planteamientos e ideas políticas, no se podrá decir sino que siempre y en todo lugar se han posicionado por el respeto a todas las ideas y planteamientos políticos democráticamente expresados y defendidos, y por una postura firme de defensa de todos los derechos humanos para todos, cosa que quienes se sitúan fuera del tiesto de legítimas vindicaciones como afectados, o quienes callan cobardemente mientras deben cargar con una conciencia de crímenes de estado o de organización de autobuses para peregrinar, por ejemplo, a los aledaños de la cárcel de Guadalajara, jamás podrán exhibir.

Seguir por el sendero de dar la voz a los afectados, de no utilizar el dolor de las víctimas ni manipular sus legítimas demandas, tener en cuenta su sensibilidad, dejar de actuar cegados por odios políticos y por frustraciones, y, en definitiva, asumir las responsabilidades políticas de cada cual es el camino, también en la línea de lo recogido en la Ponencia sobre las Víctimas del Terrorismo en el Parlamento Vasco.

Decir estas cosas es de estricta justicia, cuando se zahiere injustamente a personas de una trayectoria humana y política que, por muy discutible que pueda ser en términos de razonable discrepancia, es, sin duda, éticamente intachable. Parafraseando a Séneca, ya sabemos que decir estas cosas a los necios es inútil. Sobre todo a necios abonados al cambio de chaqueta. Pero no importa, porque como ya dijo Émile Zola, “la verdad ya está en marcha, y nada puede detenerla”. Y la verdad y el tiempo pondrán a cada uno en su sitio, superando la marea de la insidia. Y al mismo tiempo que reclamamos que cese tanta mentira, nos quedamos con la canción que homenajea a las víctimas del 11-M: “Lágrimas al viento sobre Madrid, hoy me duele el alma, hoy lloro por ti…”. Porque son muchas las lágrimas derramadas, también antes del 11 de marzo.

Gorka Knörr. Juan José Martínez Leunda.

Fuente: Gorka Knörr