Ojala fuera posible en Euskal Herria la hoja de ruta soberanista que el SNP está llevando a cabo en Escocia. Eusko Alkartasuna y el SNP de Alex Salmond son socios en Europa desde hace muchos años como miembros de la Alianza Libre Europea y tienen una visión muy similar de lo que debe ser el camino a la soberanía. A pesar de compartir proyecto con el SNP, mucho nos tememos que los caminos que llevarán a Euskal Herria y a Escocia a la independencia serán diferentes.

 

Desde Euskal Herria miramos con sana envidia y con realismo el proceso escocés. Con envidia porque somos conscientes de que un proceso pactado de soberanía dentro del Estado español es prácticamente imposible. Con realismo porque no conviene idealizar la actitud del Gobierno británico: Londres no ha puesto alfombra roja a la ciudadanía escocesa y a nuestros compañeros del SNP. Y cada día que avanza el proceso, a medida de que se acerca el día de la consulta, el Reino Unido aumenta la presión sobre el Gobierno escocés, con la intención de condicionar el voto de la ciudadanía.

 

El de Escocia no es un camino de rosas, pero es un proceso soberanista muy elaborado y desarrollado. Primero el SNP se presentó a las elecciones con un programa inequívocamente independentista y ganó con mayoría absoluta. Y seguido, sin épocas de reflexión para seducir a Londres ni nada remotamente parecido, inició el proceso soberanista. ¿Qué más necesitaba si ya había obtenido el aval de la sociedad escocesa en las urnas?

 

Así, la transparencia ha sido uno de los mejores aliados del SNP en este camino: no está haciendo ni más ni menos que lo que prometió antes de las elecciones y lo está haciendo de la mano de la sociedad, despejando hasta la última duda que pueda haber sobre lo que significará la independencia para el país y para cada ciudadano y ciudadana.

 

Con los deberes hechos (un Gobierno que cumple sus promesas electorales, ahí es nada) y teniendo la sociedad la información necesaria para decidir libremente, el futuro está en manos de la ciudadanía.

 

Es decir, lo que desde Eusko Alkartasuna se considera un proceso soberanista impecable. Y sin embargo, reitero que es un proceso que no podremos repetir en Euskal Herria, y no por voluntad propia sino porque el Estado se va a negar a una vía pactada, como lo demuestra la situación de Catalunya.

 

Eusko Alkartasuna siempre ha considerado que las vías de avance hacia la soberanía deben pasar por la profundización en el actual ordenamiento jurídico, acompañado por una negociación política con el Estado para abordar una reforma constitucional que posibilitara ejercitar el derecho a decidir que tiene este pueblo. Sin embargo, teniendo en cuenta las experiencias fracasadas y la actitud del Estado, cada vez está más claro que la independencia de Euskal Herria llegará tras una declaración unilateral avalada por la ciudadanía. A pesar de este convencimiento, debo subrayar, no renunciamos a un intento negociador con el Estado.

 

El proceso soberanista escocés nos ha servido además para confirmar algo que sabíamos hace mucho, que la actitud del Gobierno español no es “normal”. Escocia, el SNP, nos han confirmado que es posible desarrollar un proceso independentista en la Unión Europea. Nos han confirmado que las constantes negativas del Estado español obedecen a su déficit democrático. En el siglo XXI el Estado español es la excepción en la regla de dar cauce a las demandas de la ciudadanía. Lo normal es que el valor principal sea la democracia. Y así lo reconocen en el Reino Unido, por ejemplo.

 

Como decía, según se acerque el día del referéndum, Londres va a endurecer su mensaje, para intentar condicionar la decisión de la ciudadanía. Pero incluso eso está a años luz de la situación que tenemos aquí, porque la decisión final sigue estando en manos de la ciudadanía escocesa.

 

Y, según parece, Europa va a ser uno de los instrumentos de presión a la ciudadanía que utilicen de igual forma Londres y Madrid. Ese intento de amedrentar a ciudadanos y ciudadanas de la Unión Europea, con la expulsión de la Unión es una amenaza en toda regla, pero seguramente bastante vacía de contenido. Las diferentes posturas sobre la independencia de Kosovo y su reconocimiento como Estado son muestra de ello. No hubo doctrina oficial y entre los reacios se encuentra, qué suerte la nuestra, el Estado español.

 

En la Unión Europea hay muy poco escrito sobre la independencia de las naciones, lo cual tiene mucha lógica siendo una unión de estados. Sin embargo, parece muy absurdo que una Unión formada en gran medida por estados surgidos a partir de la década de 1980 se oponga a la independencia de una nación.

 

De todas formas, en esto, como en la mayoría de los ámbitos, se hace camino al andar y desde Eusko Alkartasuna miramos con interés el camino que han iniciado nuestros compañeros del SNP, con la aspiración de transitarlo lo antes posible.

 

Pello Urizar, secretario general de Eusko Alkartasuna