Gorka Knörr Borràs – Secretario general de EA Realmente, la capacidad de asombro debe estar por los suelos, a juzgar por declaraciones y actitudes que están pasando sin respuesta en los últimos tiempos, y por lo fácil que sigue siendo para los plumíferos y tertulianos de turno aquello de «leña al mono hasta que aprenda el catecismo», aplicado con mimo contra el nacionalismo vasco. Catecismo español, por supuesto, con perejil incluido, si se tercia.

Hace unos días, el vicepresidente español, Mariano Rajoy, hasta fechas recientes ministro del Interior (bueno, lo de Interior es un decir, porque los ministros del Interior, salvo dedicarse a no resolver el frente del Norte, tampoco resuelven nada sobre otros temas incluidos en el ramo ­emigración, tráfico, delincuencia en sus diversas formas, etc­), nos obsequiaba con unas declaraciones que, tras leerlas varias veces, no pueden sugerir sino que parece dar la impresión de que algunos echan de menos a ETA.

Porque, vamos a ver, ¿a qué viene eso de que no hay atentados de ETA porque debe haber algún tipo de acuerdo por detrás, en el que se incluye el dictamen aprobado por el Parlamento Vasco (eso sí, lo dice y, a renglón seguido, añade que no tiene pruebas, pero…)? ¿A quién quieren engañar?

Batasuna se abstuvo en la votación del dictamen porque, objetivamente, no podría votar en contra sin tener que dar explicaciones a quienes todavía les votan, que no entenderían su alineamiento con quienes llevan a cabo una cruzada sistemática contra todo lo que huela a nacionalismo vasco ­el PP­ y quienes en esa cruzada no quieren o no pueden separarse de la política del Gobierno Aznar ­el PSOE­ por miedo a perder los votos allende el Ebro. Y es la misma Batasuna que, junto con el PP y el PSOE, mantuvo el cerco al Parlamento Vasco para que no se celebrara el Pleno sobre Presupuestos, y cuya coincidencia con PP y PSOE tanto se ha tratado de esconder.

Pero volvamos a Rajoy. ¿Cuál es el problema para contestar democráticamente la postura de una mayoría democrática de un Parlamento que exige la fijación de un calendario para el cumplimiento del Estatuto? ¿Por qué se trae a colación a ETA? ¿Qué tiene que ver, no ya Batasuna, sino ETA, en este asunto? Nada, obviamente, pero hoy y aquí, como tras la Declaración de Lizarra, es evidente que, si ETA desaparece del escenario, el poder español pierde el aliado objetivo que le sirve para alimentar todo su discurso antinacionalista vasco, porque tiene que contestar nuestras posiciones desde la razón política y democrática, y claro, habiendo ETA y terrorismo de por medio, podemos echar la culpa a EA y al PNV, al Gobierno Vasco por extensión, y, de paso, tenemos argumentos para pedir la ilegalización de Batasuna, en la confianza de que haciendo desaparecer una opción de las papeletas electorales se ganarán posiciones electorales en Euskadi…

Es lamentable que el Gobierno español siga en esa estrategia, pergeñada desde 1996 por el ínclito Mayor Oreja, y destinada al fracaso en Euskadi, aunque de fácil rédito electoral en España, según todas las encuestas. Como es también lamentable que el mundo de ETA y el de Batasuna siga alimentando esa estrategia, objetivamente, por contradictorio que parezca. ¿Alguien se ha preguntado, seriamente, qué pasaría si ETA declarase un alto el fuego definitivo? ¿De verdad alguien, sobre todo en la llamada izquierda abertzale, no ha pensado un segundo tan siquiera qué escenario les quedaría a los adversarios del nacionalismo vasco?

Claro que por decir estas cosas nos llaman miserables, como a nuestra portavoz en el Congreso español, Begoña Lasagabaster. La representante de EA preguntó a Aznar si realmente está interesado en normalizar la situación en el País Vasco o, por el contrario, prefiere mantener a ultranza la política de aumentar la confrontación y la crispación con la reivindicación democrática, pacífica y mayoritaria con el nacionalismo vasco, porque le reporta votos fuera de Euskadi. Esto le pareció miserable a Aznar, y recogió el aplauso no solamente de las filas del PP, sino también del zapaterismo.

Esto lo decía Aznar el 14 de julio. El 11 de abril, tres meses antes, Alfonso Guerra, me imagino que poco sospechoso de connivencia con las tesis de Eusko Alkartasuna, decía en una conferencia de prensa en Barcelona, hablando de las presiones del PP para sumarse a la Ley de Partidos, que «Aznar está más interesado en reducir la cosecha electoral de los socialistas que en acabar con el terrorismo de ETA». ¿Alguien ha visto comentarios en prensa, editoriales, descalificaciones de tertulianos sobre lo que dijo el ex vicepresidente del Gobierno español? ¿Alguien se ha sumado a una campaña contra Guerra tan inmunda como la que se hizo contra la portavoz de EA por decir lo mismo? Por favor, llamar miserable a Alfonso Guerra, hasta ahí podíamos llegar. Para eso ya tenemos a los nacionalistas vascos. ¿O no?

Fuente: Eusko Alkartasuna