Aitor Uribeetxebarria Basañez
A todos nos ha cogido por sorpresa la decisión del Tribunal Supremo de declarar nulos diez artículos claves de la normativa fiscal sobre el Impuesto de Sociedades, que se pactaron en su día en el marco del Concierto Económico. Desde luego, esto supone un retroceso grave del autogobierno, y cuestiona la independencia entre el desarrollo de determinados “climas” políticos y el sistema judicial. Pero quizás, sorprende aún más la unidad de criterio de todas las formaciones políticas en Euskal Herria en contra de este atropello: PNV, EA, Ezker Batua, PP, UPN en Nafarroa, e incluso el PSE-EE han manifestado al unísono su más rotunda inconformidad con la resolución del Tribunal Supremo.

Claro está que la pérdida de capacidad normativa de las autoridades fiscales vascas en relación con el Impuesto de Sociedades, implica un cambio importante de los tipos, para equipararse éstos al criterio común que fija la Hacienda estatal. Lo anterior afecta considerablemente a las empresas afincadas en nuestro territorio, y por la misma regla de tres a la economía vasca en general. Esto no es del agrado de ningún sector, y hemos podido escuchar al Diputado General de Araba, Ramón Rabanera manifiestamente disgustado por esta “pérdida de competencias autonómicas”.

Existe un común denominador a todos los seres humanos, y es evidente que los vascos no somos la excepción: saltamos cuando nos tocan el bolsillo. Así podemos ver como partidos políticos antagónicos e irreconciliables en los tiempos que corren, aúnan esfuerzos y se plantean todos recurrir la decisión del TS. Esto nos conduce a la siguiente reflexión: La búsqueda del beneficio económico es el deseo de todos por igual, nacionalistas y no nacionalistas; ¿podrá entonces más el interés, en el sector no nacionalista, que el amor que le tiene a la búsqueda de mayores cuotas de autogobierno?.