La recurrente polémica sobre el Concierto, el Convenio y el cupo está teniendo una parte positiva, y es que las propuestas políticas de PNV y PSOE han quedado seriamente tocadas. Al mismo tiempo, ha puesto en valor la vía unilateral hacia la independencia y ha confirmado que solo la soberanía plena nos permite tomar decisiones, no solo de nuestro futuro sino también de nuestro presente.

Las dudas sobre el cupo han mostrado que la última propuesta del PNV, la nación foral, no es otra cosa que la última reformulación del autonomismo. Da igual que se llame cosoberanía, estatuto de Gernika o nación foral, porque todo se resume en un autonomismo en el que el Estado tiene derecho a veto.

Ahora, con la penúltima polémica sobre el cupo, el PNV se echa las manos a la cabeza y afirman que la línea roja es un cambio unilateral en el concierto o el cupo. Para Eusko Alkartasuna, la línea roja es que el Estado tenga capacidad de veto y de cambio unilateral.

Y esa posibilidad existe. Claro que existe. Los derechos históricos, base del Concierto y el Convenio, están incluidos en la Constitución, que una mayoría unionista puede cambiar.

A la vez, la polémica ha ofrecido claridad sobre el federalismo que propone el PSOE. Las declaraciones de Ximo Puig y, sobre todo, de Susana Díaz, que a todas luces es quien “manda” en el PSOE, no dejan lugar a dudas: Quieren uniformizar a “los españoles”, metiéndonos en ese saco. Confirman de esta forma lo que Eusko Alkartasuna lleva tiempo diciendo: la propuesta de federalismo del PSOE es el café para todos de la transición modernizado y, por supuesto, en versión recentralizadora.

Aplicar el federalismo en el Estado español es claramente una idea absurda por dos razones razones: es una propuesta nacida en un laboratorio de ideas, porque no tiene demanda social, y no va a solucionar ningún problema, más al contrario los va a agudizar quitando competencias a quienes reclaman soberanía y dando más a quienes jamás han aspirado ni a las que actualmente tienen.

Así, los proyectos de las dos fuerzas políticas que tienen un pacto de gestión en las instituciones vascas evidencian importantes carencias y, además, se adivinan como contrarias en algo tan importante como la financiación de dichos organismos.

Siendo así, ¿como se entiende el pacto PNV-PSE? Eusko Alkartasuna lo entiende como una fórmula para jugar a pequeña y electoralista. A pequeña, porque la dirección del PNV no se atreve con la presión que le vendría encima si optara por el derecho a decidir que defiende mayoritariamente su base social. Y electoralista porque los jeltzales se aseguran una gestión cómoda a consta de dar al PSE el peso institucional que las urnas le niegan en Euskal Herria.

De cualquier manera, la polémica sobre el cupo es recurrente porque hay políticos en el Estado a los que les viene muy bien el manido argumento de “los insolidarios vascos” para excusar los problemas económicos sistémicos y creados por mala gestión. Da igual que la excusa de la insolidaridad sea mentira, ya que los cuatro herrialdes del sur aportan al Estado por encima de su peso real con la paradoja de que no hay ningún problema en que seamos solidarios con cualquier provincia española pero no podemos serlo con una ikastola de Iparralde.

Quienes quieren que paguemos mas, nos están pidiendo que nuestras instituciones dediquen menos fondos a la educación, la sanidad o la financiación municipal, es decir, a los ámbitos que sirven –cuando la gestión es buena- para caminar hacia la justicia social. A la vez, proponen que destinemos más dinero a instituciones tan valoradas en Euskal Herria como el Ejército español o la monarquía.

Pero además, nos están dando otro mensaje: nos dicen que si nos estamos pensando seguir el camino de Catalunya, nos lo pensemos bien, y digamos eso de “virgencita, que me quede como estoy” porque nos lo pueden quitar todo.

No parecen darse cuenta de que lo que hacen es confirmarnos en la vía de la unilateralidad hacia la independencia. Ningún país puede tener un estado de bienestar con bases sólidas cuando ponen continuamente en duda su fórmula para financiarse. La independencia es la única fórmula válida para construir una sociedad en la que todos y todas podamos vivir mejor.