Joseba Azkarraga. Consejero de Justicia, Empleo y Seguridad Social del Gobierno vasco

Conciliar intereses distintos, como pueden serlo los que afectan a la vida laboral y familiar, y hacerlo de una manera equilibrada supone, las más de las veces, remitirse a ese término en que nada resulta espectacular. Sin embargo, y bien mirado, es mucho más interesante ser eficaz que efectista. Pero parece evidente que este último es el objetivo que se ha marcado el Gobierno de José María Aznar, al fijar una deducción de 1.200 euros anuales sólo para las madres trabajadoras con hijos menores de tres años. Se trata de una medida fiscal a la que, en año de acudir a las urnas, se le ha dotado de una alternativa especial y mucho más electoralista como la que posibilita cobrar 100 euros al mes en una ´paga´ anticipada. Esta iniciativa, ya en vigor en el Estado, se presenta como medida de apoyo al empleo femenino y a la igualdad de oportunidades porque con esos euros se pueden costear parte de los gastos que se le generan a la familia, para que el cuidado de los menores de tres años quede garantizado y la mujer pueda mantener su empleo fuera de casa.

Me alegro de que muchas mujeres trabajadoras del Estado puedan acceder ahora a esa ayuda que no es de aplicación ni en la Comunidad Autónoma Vasca ni en Navarra, por tener ambas un régimen fiscal propio. Lo que no acepto, porque no responde a la verdad, es el maniqueo planteamiento con el que el Partido Popular trata de hacernos creer ahora que las mujeres vascas que trabajan fuera de su hogar y tienen hijos menores de tres años salen perjudicadas por no disfrutar de la medida.

No es cierto. No hay agravio si se tiene en cuenta que las madres trabajadoras en el País Vasco encuentran el amparo del Plan Interinstitucional de Apoyo a la Familia que, en coherencia con las recomendaciones europeas, además de medidas fiscales, contempla ayudas económicas universales por nacimiento y mantenimiento de la familia; ayudas económicas universales para conciliar la vida laboral y familiar, subvencionando excedencias y reducciones de jornadas por el cuidado de hijos, así como la potenciación y desarrollo de una red de escuelas infantiles y subvenciones para la escolarización de niños y niñas menores de tres años.

Las ciudadanas vascas no están en inferioridad de condiciones porque bajo la apariencia de una generosa aportación económica, se esconde un fuego de artificio en torno a una iniciativa dudosamente justa en términos sociales. Y pongo en duda su equidad porque beneficia a quienes tienen ingresos más altos, mientras el modelo vasco de ayuda a la familia parte de que las medidas de carácter fiscal se centran en deducciones en la cuota, de modo que las rentas bajas y medias resultan más favorecidas.

Un ejemplo puede clarificarlo. Una familia de clase media-alta con hijos y una renta a la que correspondería una retención de un 35% de sus ingresos, se beneficiaría entre 4 y 5 veces más que una familia que dispusiera de una renta normal (con un 15% de gravamen) y en la que sólo trabajase el marido. Esto supone que la gran mayoría, alrededor de un 80% de la población, saldría perjudicada frente a la minoría que dispone de ingresos más elevados.

Tampoco conviene ignorar que además de ayudas concretas para promocionar la conciliación de la ayuda laboral y familiar, el Gobierno Vasco financia gran parte del coste de la escolarización de niños de 2 a 3 años, cuya cobertura es del 95%, y se impulsa la generalización de los servicios de guardería para niños de 0 a 2 años. Por resumirlo de una forma gráfica. La Administración vasca no paga a la madre tra- bajadora para que costee una parte de los servicios de guardería, sino que orienta su acción a crear una red de escuelas infantiles y a posibilitar el acceso a becas, de modo que beneficie a las familias y, especialmente, a las más desfavorecidas.

No trato aquí de alabar las bondades de nuestro sistema, que las tiene, sino de poner en sus justos términos la comparación que ahora establecen interesadamente desde el PP, con el inconfesable fin de cuestionar la actuación de las Administraciones vascas. Porque si de comparaciones hablamos, podemos decir, por ejemplo, que si el pago anticipado de la deducción por un hijo menor de 3 años se cifra en 100 euros mensuales, esto es, 1.200 anuales, la Administración Vasca destina por término medio 5.000 euros anuales a cada plaza de guardería.

Habrá que convenir que si la medida fiscal acordada por el Gobierno del PP para el territorio común se aplicara en la CAV, se acrecentaría de modo inmediato la favorable situación de las familias vascas respecto a las del resto del Estado. Además, extraña sobremanera que los dirigentes del PP anuncien ahora la presentación de enmiendas para que las Juntas Generales de cada territorio debatan y aprueben la ´paga´ de 100 euros, cuando eludieron suscitar la cuestión en el Órgano de Coordinación Tributaria que hace apenas quince días dio luz verde al nuevo IRPF que reja la presión fiscal y mejora el tratamiento a la familia.

Hay mucho, demasiado, de gesto electoral en los últimos movimientos de este chapapoteado PP que, en pura obediencia a las políticas neoliberales, ya ha avanzado que uno de sus lemas de campaña se remitirá a pedir menos impuestos. El adalid de esas políticas, José María Aznar, cerrará la lista por Bilbao a fin de que desde su atalaya de candidato le sea posible acusarnos a todos de «ladrar» por haber cuestionado sus ultraconservadoras iniciativas. Es, por supuesto, muy libre el PP de concurrir ante los electores con los mensajes, personas y promesas que crea convenientes, pero lo que resulta inadmisible es que para justificar sus proyectos ponga en solfa el tratamiento global a la familia que las instituciones vascas han puesto en marcha.

El Gobierno Vasco y el Departamento de Justicia, Empleo y Seguridad Social estamos abiertos a la reflexión y el debate en torno a las aportaciones que se consideren necesarias para mejorar la situación de nuestros ciudadanos y ciudadanas, pero no creemos recomendable que, con un horizonte electoral marcado, se abra la puja para ver quien da más ´paga´.

No es cuestión de buscar las respuestas más efectistas sino de ser efectivos en nuestra actuación. Los instrumentos que hoy tenemos para apoyar a la familia o promocionar la igualdad de oportunidades para la mujer en el acceso al mercado de trabajo, son, por supuesto mejorables. Pero estoy seguro de que no vamos a incrementar la eficacia de esas herramientas apuntándonos a una carrera por el voto, en gestos demagógicos y populistas. Será el trabajo serio el que, sin renunciar a las utopías, nos permita arbitrar las mejores políticas posibles.

Las ciudadanas vascas no están en inferioridad de condiciones porque bajo la apariencia de una generosa aportación, se esconde un fuego de artificio en torno a una iniciativa dudosamente justa en términos sociales

Fuente: Joseba Azkarraga