Manolo Vigo A nadie se le oculta que en las sociedades industriales avanzadas, como la nuestra, la familia ha experimentado cambios de gran calado en las últimas décadas

En el Día Internacional de la Familia creo que resulta preciso y pertinente recalcar la condición de la familia como uno de los pilares esenciales sobre los que se construyen las sociedades, también las sociedades de este Tercer Milenio. La relevancia de la institución familiar reside sin duda en la trascendencia de las funciones sociales que desempeña. Principalmente, como factor de cohesión y de bienestar social, que aporta a la sociedad, entre otros activos: su propia continuidad, la satisfacción de necesidades, el primer nivel de socialización, un instrumento de educación y de transmisión de valores, el fomento de una mayor autonomía de todos sus miembros y un largo y rico etcétera.

A nadie se le oculta que en las sociedades industriales avanzadas, como la nuestra, la familia ha experimentado cambios de gran calado a lo largo de las últimas décadas. Unos cambios que han supuesto, a su vez, transformaciones estructurales en la propia familia y también en el conjunto de la sociedad. Y es lógico, puesto que la familia no es un ente que se desarrolla al margen de la sociedad, sino que es parte vital de ella y, por tanto, los cambios que se operan constantemente en la vida social y política han afectado y afectan de modo permanente a la familia, generando diversidad de estilos y modos de convivencia familiar.

Entre los cambios más importantes que ha traído esta última década, cabe mencionar, de un lado, el cambio de valores y actitudes y, de otro, unos procesos de cambio más estructurales y que se plasman fundamentalmente en los diferentes modelos de convivencia. Aunque, probablemente, uno de los cambios más destacables sea el de la incorporación de la mujer al mundo del empleo, aspecto que muchos analistas consideran como uno de los sucesos más relevantes y revolucionarios en la transformación de la familia en la época moderna e, incluso, como el detonante de los sucesivos cambios registrados.
En el Día Internacional de la Familia de este quinto año del siglo XXI, hemos de ser conscientes de que la familia, a pesar del cuestionamiento y de las turbulencias por las que ha pasado, es un valor en alza fundamental para la realización personal, en su más amplio sentido, de los seres humanos. La Encuesta Europea de Valores, por ejemplo, confirma que para los ciudadanos y ciudadanas de la CAV, la familia es lo más importante de su vida.
Así lo hemos entendido siempre desde el Departamento de Justicia, Empleo y Seguridad Social y desde el Gobierno vasco en su conjunto, que al principio de la recién concluida legislatura puso en marcha un Plan de Apoyo a Familias con Hijos e Hijas, absolutamente pionero en el Estado español. Un plan que contempla medidas universales y abarca la esfera económica, educativa-asistencial, de empleo, sensibilización…(con una dotación económica que el pasado ejercicio alcanzó casi los 54 millones de euros), y que centra su atención prioritaria en el campo de la conciliación de la vida familiar y laboral.

Un plan en absoluta sintonía con las orientaciones y recomendaciones europeas y de Naciones Unidas que, sin embargo, no es sino la primera estación en ese camino que nos debe llevar a remover los obstáculos económicos y sociales que hoy día impiden o dificultan la libre elección de tener hijos e hijas, biológicos o adoptados. Somos conscientes de que el Plan es sólo el primer peldaño de una larga escalera. Sabemos positivamente que habrá que seguir profundizando en esa difícil tarea, para que formar responsablemente una familia no sea penalizado económicamente, no comprometa el desarrollo laboral y profesional, ni reste libertad individual y calidad de vida.
Pero también estamos plenamente convencidos de que, como rezaba el verso del poeta: ‘‘Se hace camino al andar’’. Y la CAV, una vez más, ha demostrado voluntad política e institucional para abrir brecha en esa senda hacia nuestro objetivo, tan arduo como irrenunciable, en este campo: posibilitar una elección realmente libre de los ciudadanos y ciudadanas de este país.

Manuel Vigo es viceconsejero de Inserción Social
Fuente: Manolo Vigo