Defiende el tripartito en Álava y más allá de 2009 porque «no hay ningún Azkarraga ha desplegado una intensa actividad esta semana. En tres días ha presentado dos planes elaborados por su Departamento: uno contra la siniestralidad laboral y otro para la «promoción» de los derechos civiles y políticos en Euskadi, que en la práctica exige la desaparición de la Audiencia Nacional y la reforma de la legislación antiterrorista. Como ´hombre fuerte´ de EA en el Gobierno, defiende las bondades del tripartito con el mismo ardor que Ibarretxe, convencido, como él, de que el PSOE quiere romperlo porque «les preocupa más que ejerzamos el derecho a decidir que el terrorismo de ETA».

-¿Ha sido EA desleal al tripartito?

-Los partidos del tripartito podíamos haber hecho las cosas mejor. Es
verdad que algunos miembros de EA no han respetado el acuerdo verbal que
teníamos con el PNV, pero ha sido una minoría. Lo lamento porque los
acuerdos están para cumplirlos. La decisión de la ejecutiva nacional es
intentar reconducirlo, y en eso estamos. No obstante, sin querer quitarnos
responsabilidad, los otros dos socios también han hecho las cosas mal.

-Imaz sólo salvó de la ´quema´ a su líder en Guipúzcoa, Iñaki Galdos, por
su honestidad al pedir perdón.

-Imaz es absolutamente injusto al acusar directamente a la ejecutiva
nacional de incumplimiento, porque él sabe que son media docena de
ayuntamientos. Es un juego partidista por su parte el intentar marcar
diferencias que no existen entre personas de mi partido. A los tres nos
corresponde intentar recuperar la confianza que puntualmente se ha
quebrado, porque sigo defendiendo que el tripartito es la base fundamental
de la dirección política de este país.

-Ese famoso ´cauce central´ lleva poca agua y muy revuelta, dice Galdos.
¿Lo comparte?

-Hay que diferenciar las relaciones entre partidos -que se ha demostrado
que necesitan ser engrasadas-, y la gestión política de este Gobierno, en
la que no se nos puede achacar falta de liderazgo. No hay ninguna otra
propuesta con mayoría suficiente para gobernar este país. No hay un
proyecto político de país que pueda suplantar en estos momentos al
tripartito.

-Pero esa mayoría ni siquiera garantiza ganar votaciones en el Parlamento
vasco.

-Esta legislatura está siendo bastante más tranquila y exitosa para el
Gobierno que la anterior. Entonces el tándem PP-PSE fue clarísimo, incluso
con la connivencia de Batasuna, y en estos momentos no. Se llega a
acuerdos con PSE, PP o EHAK, cosa que antes era imposible. O sea,
tranquilidad absoluta.

-En cualquier caso, no suma mayoría absoluta, revela fricciones entre los
socios y diferencias de criterio en temas cruciales como la ´Y´. ¿Cuál es
su virtualidad entonces?

-Haber sido capaces de aunar esfuerzos en un proyecto político común y
haber conformado un programa que está desarrollando políticas progresistas
en este país.

-¿Y no cree que los resultados de las últimas elecciones pueden al menos
sugerir la necesidad de explorar otro tipo de alianzas, de corte
transversal?

-Es verdad que los resultados no han sido positivos para el nacionalismo
institucional. Sin duda habrá que reflexionar, pero se me hace muy difícil
entender un proyecto político de país desde mis convicciones -donde el
derecho a decidir es un pilar fundamental-, que podamos compartir con PP o
PSE. Quedamos muy bien hablando de acuerdos transversales, pero otra cosa
es para qué. ¿Y por qué en Euskadi sí y en el Gobierno español no? El PNV
acusó a Zapatero en el debate del estado de la nación de ser igual que
Aznar para el autogobierno. Y yo les pregunto: ¿qué pactos se pueden
alcanzar con un partido así? Y ya no digo nada con el PP.

Secreto a voces

-Pero EA ha negociado con el PSE en Guipúzcoa. ¿Hay que pensar entonces
que era una mera escenificación para encarecer su apoyo?

-No, no. Lo que pasa es que hay dos ámbitos diferentes. En un ayuntamiento
o en una diputación es posible alcanzar acuerdos diferentes porque estamos
hablando de desarrollar infraestructuras, derechos sociales, etcétera. El
Gobierno es otra cosa, más de gestión política.

-En Álava, ¿sería partidario entonces de incorporar al PSE, dado que el
tripartito suma sólo 18 escaños?

-Se puede gobernar perfectamente desde esa suma. Rabanera ha gobernado en
solitario porque el PSE, con el fin de arrebatar la Diputación a PNV-EA,
le votó y le dejó solo cuatro años. Y, más o menos bien, ahí ha estado. Si
lo ha hecho él, ¿por qué no lo puede hacer Xabier Agirre?

-¿La fórmula tiene fecha de caducidad?

-Fecha de caducidad tiene todo. Pero hoy no hay otro proyecto que tenga un
respaldo de 32 escaños.

-Ya, pero el lehendakari apostó claramente por extenderlo más allá de
2009, mientras Imaz puso el límite en esa fecha. ¿Y usted?

-Yo comparto plenamente la posición del lehendakari, que ha demostrado
unas convicciones profundas y una lealtad clarísima a sus socios. Deseo
que en 2009 este proyecto tenga continuidad, con otras personas si así
tiene que ser, porque hace avanzar al país.

-Cuando habla de ´otras personas´, ¿se refiere a la interrogante que
planea sobre el futuro de Ibarretxe?

-Eso depende de su partido. Ha habido dos lehendakaris en este país de los
que yo he conocido que pasarán a la historia como hombres con visión de
Estado y con gran respaldo popular, que son Garaikoetxea e Ibarretxe. Mi
deseo es que Ibarretxe continúe siéndolo varios años.

-Se ha dejado en medio a Ardanza. Por cierto, ¿cree como su compañero Rafa
Larreina que el PNV quiere sustituir a Ibarretxe y volver a la ´era
Ardanza´ y a los pactos con el PSE?

-Es un secreto a voces que dentro del PNV hay personas que piensan de
manera diferente sobre la continuidad del tripartito más allá de 2009,
pero eso es legítimo. Como sin duda los habrá dentro de mi partido. Son
capítulos que se pueden abrir, pero la inmensa mayoría del nacionalismo
institucional piensa que el lehendakari está prestando un buen servicio y
tiene el apoyo de la inmensa mayoría de este país. Pero no es EA quien lo
designa.

-¿Piensa o no que la dirección del PNV le quiere apartar?

-No tengo datos para afirmar eso.

-¿Barrunta, como Ibarretxe, que desde Moncloa y Ferraz hay interés en
romper el tripartito?

-Comparto ese temor, entre otras cosas por el intento constante del
Ejecutivo y del PSOE de marginar al Gobierno vasco y al lehendakari del
proceso de paz. El tripartito y el lehendakari les molestan y están
haciendo esfuerzos ímprobos para intentar que Ibarretxe salga debilitado.
El intento del PSE, por ejemplo, por gobernar en Guipúzcoa es un
movimiento clarísimo en esa dirección.

-¿No tendrá que ver también que la suya es la lista más votada?

-También lo fue la coalición PNV-EA en Álava en las forales pasadas, y no
pudimos gobernar.

-¿Esos movimientos buscan frenar avances en clave soberanista?

-La violencia de ETA es algo que preocupa a todos, también al Ejecutivo
español, pero a los partidos de ámbito estatal -incluido el PSOE y su
Gobierno- les preocupa mucho más la posibilidad de que se conforme un eje
en nuestro país que defienda democrática y pacíficamente el derecho de
decisión de la sociedad vasca y la autodeterminación, que la propia
existencia del terrorismo. Estoy convencido. Porque contra ETA se puede
avanzar, pero difícilmente se nos puede hacer cambiar de opinión a quienes
llevamos años defendiendo el derecho de los vascos a decidir su futuro.

-¿Habrá consulta esta legislatura?

-Conociendo como conozco al lehendakari, no tengo ninguna duda de que la
habrá. Es un compromiso contraído con la sociedad.

-¿Sería jurídicamente válida?

-Habrá que buscar la fórmula para que sea jurídicamente vinculante. Si hay
voluntad política es posible.

El plan Ibarretxe

-¿No servirá para forzar el enfrentamiento entre instituciones?

-El enfrentamiento está ahí desde hace tiempo, pero no lo ha buscado este
Gobierno, sino el del PSOE, impidiendo por ejemplo el trámite
parlamentario del Nuevo Estatuto Político. No me preocupa ese
enfrentamiento, sino que la sociedad vasca pueda pronunciarse. Y eso es lo
que le preocupa también al Gobierno español, que la sociedad vasca decida
qué tipo de relación quiere tener con España, si es que quiere tener
alguna. Si quieren confrontación la tendrán, de ellos depende.

-Menciona el plan Ibarretxe. Todo parece indicar que están empeñados en
ponerlo otra vez sobre la mesa.

-Es que ya está encima de la mesa, está aprobado por el Parlamento con una
mayoría muy cualificada y, por lo tanto, no hay otro que lo sustituya.
Habrá que buscar la fórmula que nos permita volver a plantearlo ante las
Cortes Generales con posibilidades de sacarlo adelante.

-¿Qué fórmula es ésa?

-El acuerdo. Si alguien cree que se puede anular una decisión por mayoría
absoluta del Parlamento vasco sin ninguna posibilidad de debate, como
ocurrió hace dos años, está muy equivocado. Y el Gobierno español tendrá
que tenerlo muy en cuenta a la hora de iniciar un proceso de negociación.
Habría que repetir el mismo camino con garantías de que se permita su
discusión.

-Exigir un recorte drástico de la legislación antiterrorista, ¿es
políticamente oportuno en un momento de máxima amenaza de ETA?

-Es políticamente necesario. Siempre es momento de defender los derechos
humanos, que no son parcelables. No planteamos el desarme del Estado
frente a ETA, sino que el Estado se arme democrática y éticamente frente
al terrorismo.

-Insisten en la desaparición de la Audiencia Nacional.

-No pedimos que no se juzgue, sino que sea el juez natural quien lo haga.
Es una reivindicación histórica del Gobierno vasco.

-Pero parece un plan más bien testimonial, sin posibilidad de que las
reformas jurídicas prosperen.

-Al margen de lo que haga ETA, debemos mantener una posición de firmeza
democrática en favor de todos los derechos humanos. Allá cada cual con su
responsabilidad; nosotros hacemos un llamamiento al Gobierno español para
que tenga muy en cuenta estas reflexiones.

-La foto de Ibarretxe en el banquillo parece ahora más cercana.

-Hay un impulso político clarísimo. Hay un intento de que el denominado
Gobierno de los jueces sustituya al Gobierno de los políticos. Y eso en un
sistema democrático es inaceptable. Es una parte de la Justicia, sobre
todo quienes ostentan su máxima representación, la que está embarcada en
una dinámica absolutamente peligrosa para la credibilidad del sistema.
Deben reflexionar porque la ciudadanía está perdiendo confianza en la
Justicia por culpa de una minoría.

-El PNV sugirió dejar un hilo abierto de comunicación con ETA, como en el
caso irlandés. ¿Debe seguir el diálogo con la banda, según usted?

-Cualquier Gobierno que se precie de gobernar debe mantener cauces
abiertos con la otra parte. Nos falta profundizar en la acción política y
en el diálogo con seriedad, que es lo que no se ha hecho en la tregua.

-Así que no comparte con los jeltzales su percepción de que Zapatero «hizo
lo que pudo».

-En nueve meses ha estado prácticamente inactivo y ha alardeado incluso de
hacer menos que el PP. Su decisión inicial fue valiente, pero no ha hecho
todo lo que estaba en su mano, no ha hecho nada en política penitenciaria,
y en un proceso de este tipo son muy importantes los gestos. No sólo hay
que tener cauces abiertos, hay que intentar seguir hablando, aunque soy
consciente de que las circunstancias no ayudan. Ese cauce de diálogo tiene
que estar ahí, y a disposición de poder utilizarlo cuando haya
posibilidades de alcanzar con éxito el objetivo de la paz.

-¿Las habrá a corto o medio plazo?

-Hoy es complicado. Ojalá a medio plazo se den las circunstancias, que
deberán ser diferentes: una posición clarísima y hasta pública de ETA de
abandono de la violencia.

Fuente: Joseba Azkarraga