Texto íntegro de la conferencia A LAS PUERTAS DE LA PAZ

Res Pública (19 Octubre 2005)

Gabon ….

Gracias a Res Pública por invitarme y gracias a todos ustedes por compartir este tiempo en el que expondré cómo veo las cosas. Han pasado dos años desde nuestro anterior y amigable encuentro en este mismo foro. Dos años en los que no parecía pasar nada y en los que, sin embargo, se han precipitado los acontecimientos. Y lo primero que quiero trasmitirles es que creo que la paz es posible y que no hay casualidades en política.

Lo digo convencido de que el punto en que hoy nos encontramos –un punto de constructivo optimismo– no es fruto del azar ni de acontecimientos inesperados. Yo diría que detrás de él está nuestra tradición y nuestra historia, pero, sobre todo, está la capacidad de iniciativa política puesta en marcha por el Gobierno vasco durante la pasada legislatura y sobre la que hoy seguimos trabajando.

Porque lo cierto, en mi opinión, es que si hay que poner un punto de partida a la situación que hoy vivimos nos tendremos que remitir a la propuesta de Nuevo Estatuto Político aprobada (por mayoría absoluta) por el Parlamento Vasco, en diciembre del año pasado.

Y esta no es una visión interesada. Más bien hablaría de una constatación. Porque esa propuesta, de la que les expuse en nuestro anterior encuentro sus líneas básicas sobre todo en materia de Justicia, abrió un debate y unas expectativas desconocidas tanto en la política vasca como en la española. A mi entender, puso además las bases por las que van a discurrir los acontecimientos.

La prueba más evidente la tenemos hoy en la controversia abierta en torno al nuevo Estatut. No conviene olvidar que desde el mismo momento en que el Gobierno Vasco anunció su propósito de replantear el marco de autogobierno, en todos los resortes de poder en Madrid se encendieron las alarmas.

Intuyeron que la iniciativa vasca era sólo el principio. El estancamiento premeditado en el desarrollo de un Estado que se reconoce teóricamente plurinacional, pero que se ha negado en la práctica a asumir los hechos nacionales que conviven en su seno, se enfrentaba a su primer contratiempo.

Las hemerotecas dejan constancia del tremendo esfuerzo desplegado entonces para minar el crédito de la iniciativa y de quienes promovimos el debate.

FIN DE LA CONTENCIÓN

Nosotros tenemos muy claro que nos enfrentamos a un problema político que exige soluciones políticas. Y eso no se ha querido aceptar. Entiendo que el boicot, la mentira y la manipulación que rodearon la crítica a la propuesta de nuevo Estatuto Político para Euskadi, quisieron ocultar esa realidad, la del problema político.

Sin embargo, las fuerzas coaligadas en el Gobierno Vasco fuimos capaces no sólo de aguantar la embestida, sino que hicimos un tremendo esfuerzo para el debate sereno y para la búsqueda de acuerdos en el Parlamento.

La voluntad mayoritaria quedó expresada en la votación del pasado 30 de diciembre. Sin embargo, y en un ejercicio que produjo auténtico sonrojo democrático, el PSOE y el PP conjugaron el 1 de febrero su entente para despachar en el Congreso, y sin análisis y debate alguno, el proyecto avalado por la mayoría absoluta del Parlamento.

Este auténtico portazo a la expresión de voluntad de un pueblo no pudo evitar que se hiciera evidente el acceso a un nuevo tiempo. Creo que el 1de febrero marcó el final de un ciclo de contención a las aspiraciones del autogobierno vasco y destapó una realidad nueva.

El empeño mostrado hasta entonces por populares y socialistas a la hora de negar el debate se vino definitivamente abajo. El modelo estatutario, que en su día tuvo la virtud de ser buen motor de arranque, ya no puede dar satisfacción a las necesidades de los ciudadanos.

Quisimos dejar claro en el Congreso de los Diputados que el diálogo, la negociación y el pacto eran y son los ejes para renovar el modelo de relación con el Estado y que la consulta a los ciudadanos constituye la única vía democrática para consolidarlo.

Siempre lo he defendido así y, en estos momentos en los que arrecia la interesada confrontación sobre el proyecto de Estatut, sólo puedo ratificarme en ello.

Con esas pautas se presentó el pasado 17 de abril ante la ciudadanía la coalición PNV-EA. Concurrimos a las elecciones con el compromiso de trabajar por la normalización política y la paz desde dos bases fundamentales: el respeto a la vida y el respeto al derecho a decidir del Pueblo Vasco.

Yo considero que esos principios y esas bases fueron refrendadas por los ciudadanos. También se demostró cuan inútil, además de antidemocrática, resulta la exclusión política decidida por decreto.

Que una fuerza sin programa y unos candidatos desconocidos y sin trayectoria política obtuvieran nueve escaños, revela el fracaso de quienes han pretendido borrar del mapa político una determinada forma de pensar. El 17 de abril se demostró que la Ley de Partidos es inútil además de injusta y no me cansaré de demandar su derogación.

En todo caso, los ciudadanos manifestaron una voluntad tan plural que demuestra como nunca la necesidad del diálogo y el acuerdo.

Los partidos que sustentan al Gobierno lo ponen ya en práctica. Lo hacen en privado y también en público como se ha visto en los primeros pasos del Parlamento. En apenas unas semanas de actividad en el legislativo, se han alcanzado acuerdos que en la pasada legislatura se hicieron imposibles. Ello me anima a pensar que la apuesta por el diálogo que ha hecho el Gobierno va a encontrar una respuesta positiva de las fuerzas de oposición.

PAZ Y NORMALIZACIÓN

No tenemos ninguna duda de que los ciudadanos nos han confiado la responsabilidad de llevar adelante, en acuerdo con otros, la tarea de gobierno. Una tarea que, como he dicho, tiene dos prioridades: paz y normalización (primera parte de la Legislatura).

Son los grandes objetivos. En virtud de ellos hemos exigido a ETA y le exigimos ahora que cese en el uso de la violencia. Quien viola derechos es quien debe cesar su acción y hacerlo sin contrapartida alguna. Otra cosa es que si queremos una paz definitiva debemos ir a la raíz del conflicto político que subyace tras la violencia de ETA. Y eso es lo que nosotros preconizamos para poder llegar a una situación diferente.

Este fue el mensaje que trasladé en la ONU el pasado mes de julio, durante la Conferencia para la Prevención de Conflictos. Porque es necesario hacerse escuchar en todos los foros posibles. Y trasladar, al mayor número de personas, que la inmensa mayoría de la sociedad vasca está comprometida con la lucha por una paz justa, que incluya a todos los ciudadanos y tenga en el diálogo el instrumento clave de solución y entendimiento.

Los tres partidos que durante la pasada legislatura nos implicamos en la gobernabilidad, hemos reeditado el pacto y nuestro acuerdo define con claridad el compromiso inequívoco con los Derechos Humanos y con el derecho a decidir nuestro futuro como Pueblo.

Sabemos que no hay posibilidad de abordar una solución de convivencia sin poner todo el empeño que sea necesario en garantizar el respeto a los derechos de todos sin exclusiones, ni límites, ni parcelaciones. Los DDHH son indivisibles, y la conculcación de uno de ellos no puede ser excusa….

En esa misma línea apostamos por políticas de reconocimiento, apoyo, acompañamiento y solidaridad con las víctimas. Vamos a arbitrar todas las medidas necesarias para hacerles más fácil la vida a quienes tan injustamente se han visto afectados por la violencia. Y las tendremos siempre en cuenta como ejemplo de lo que nunca debe repetirse. A lo que si hemos renunciado, quienes formamos Gobierno, es a utilizarlas de forma partidaria. Esto no lo haremos nunca.

El otro puntal de nuestro pacto mira a la normalización política. Para lograrla hemos propuesto un diálogo entre todos los partidos, sin exclusiones, que nos conduzca al logro de un acuerdo.

Estamos decididos a impulsar los instrumentos de diálogo y procedimientos, que de forma pactada se determinen, para alcanzar un consenso integrador sobre cuestiones como el reconocimiento del Pueblo Vasco como sujeto de decisión, la territorialidad, el derecho a decidir y el pacto bilateral con el Estado.

También decimos a los ciudadanos que al final de ese diálogo, habrá un acuerdo y una decisión. De hecho, los integrantes del Gobierno nos hemos comprometido a solicitar al Parlamento Vasco autorización para que, sin violencia y sin exclusiones, se realice una consulta popular a la sociedad vasca para que ratifique el Acuerdo Político logrado.

El Parlamento Vasco será quien determine cómo deberá hacerse esa consulta, sus términos, las condiciones en las que debe desarrollarse, los principios democráticos para la aceptación de sus resultados y el modo de incorporar al ordenamiento jurídico lo que resulte de esa consulta.

El RETO MÁS AMBICIOSO

Les diré que la paz es el auténtico reto y el principal y más ambicioso de los objetivos que nos hemos marcado. Son ya demasiados los años de sufrimiento para demasiadas personas y hay que poner fin a ese periodo. Además hay que hacerlo de modo y manera que no vuelva jamás a repetirse. No podemos cerrar en falso el problema.

He asegurado en más de una ocasión que es a ETA a quien corresponde poner fin a la violencia que ejerce. Es su responsabilidad dejar de matar, de extorsionar, de chantajear en nombre de un pueblo que le ha expresado con nitidez su rechazo a los métodos del terror. Pero también he recordado que, detrás de ETA y antes que ella, existe un problema político al que tenemos que dar una solución.

Cualquier lacra que deseemos combatir, cualquier problema que nos planteemos resolver exige ir a las causas. También lo exige el problema del terrorismo. Aunque hay quienes niegan causa alguna en el origen de cualquier manifestación de terror, es evidente que las causas existen y es urgente intervenir sobre ellas.

Así lo ha dicho el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan y así lo ha reconocido en el Estado Español el propio presidente de Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero cuando, en la cumbre de Madrid sobre “Democracia Terrorismo y Seguridad”, aseguró que “no se puede aspirar a la paz y a la seguridad en un mar de injusticias universales”. Por tanto, está hablando de solucionar las causas que originan los conflictos.

Interpreto que fruto de ese convencimiento y de su propuesta a favor de la resolución pacífica de los conflictos, Rodríguez Zapatero ha decidido dar pasos comprometidos en la búsqueda de la paz.

Lo ha hecho sin renegar de un Pacto, como el mal llamado “Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo”, que sirvió como coartada a la mayor ofensiva contra el nacionalismo democrático.

Con base a ese acuerdo se han desarrollado políticas de muy dudoso corte democrático. Sería bueno formalizar su final, pero los hechos apuntan que el presidente del Gobierno no lo hará. Espero, eso si, que profundice en los gestos que sugieren la ruptura de la hasta ahora sagrada unidad de acción con un PP empeñado en la estrategia del no.

En este sentido pueden ser reveladoras las manifestaciones que Zapatero realizó el pasado 28 de septiembre. Me refiero a su consideración de que el que el camino de la paz será “largo, difícil y duro”, pero, sobre todo, a su indirecto reconocimiento de que está decidido a dar pasos aunque el PP no le acompañe ni le apoye en esos movimientos.

Por fin, Zapatero ha puesto de manifiesto que los populares no pueden tener en su mano la capacidad de determinar las actuaciones del Gobierno. La vía del acuerdo es la más aconsejable ante los grandes problemas de la sociedad, pero el veto interesado y obediente a claves partidarias no puede maniatar al Gobierno.

Yo prefiero que el PP participe en la senda consecución de la paz, pero si voluntariamente decide automarginarse, no es posible admitir que su actitud frene las decisiones políticas a tomar.

EL NUEVO ESCENARIO

Creo que estamos ya en un nuevo escenario. Lo que ahora tenemos sobre la mesa son varios elementos que merece la pena considerar. Entiendo que son nuevos y que además rompen el círculo infernal de la violencia en el que hemos estado tanto tiempo.

En primera instancia y por pura cronología, citaré la oferta política que Batasuna presentó el pasado 14 de noviembre en el polideportivo de Anoeta. En ella se resume una apuesta por vías políticas que, en mi opinión, refleja el sentir mayoritario dentro de la izquierda abertzale y que trata de cristalizar en el debate interno que la coalición desarrolla en estos momentos.

Estimo muy conveniente que ese debate se pueda desarrollar sin interferencias. Los datos apuntan a que, por primera vez, quienes teorizan en ese mundo se aproximan a la realidad y la tienen en cuenta. Es importante que la apuesta política de Anoeta aúne a todos los sectores y que ninguno, se descuelgue. Aunque pueda costar más tiempo, lo fundamental es que no se produzcan escisiones.

Las escisiones en ese mundo suelen ser “problemáticas”.

Contamos además con una disposición de voluntad de diálogo por parte del Gobierno del PSOE. La ha reconocido Rodríguez Zapatero, quien, en un calculado gesto, buscó el pasado mayo el amparo del Congreso para afrontar un final dialogado de la violencia.

Entiendo que el paso fue clave. Todos los grupos con presencia en la Cámara baja, excepto el PP, apoyan y avalan esa salida dialogada. El acuerdo del Congreso compromete a todos sus firmantes aunque es cierto que no todos ponen el mismo entusiasmo en promocionarlo y defenderlo ante los periódicos embates que le dirige el PP y sus organizaciones afines.

Disponemos también de las manifestaciones realizadas por ETA, dando validez a la propuesta de Batasuna, y que se han acompañado de un paso concreto – insuficiente, pero imprescindible- como es el anuncio del cese de atentados contra cargos electos del PP y del PSOE.

Además, y sobre todo, han transcurrido ya más de dos años, 28 meses, en los que no se cuenta ninguna víctima mortal. Creo también que cada día que pasa, aumenta la dificultad que tendría ETA para justificar ante los suyos una nueva víctima.

Todos estos elementos que cito están sobre la mesa. Creo que prudentemente combinados, nos deben orientar en el buen camino para salir definitivamente del túnel en el que hemos vivido. Nos corresponde a los representantes políticos administrar este nuevo escenario y creo que hacerlo exige varias cosas:

La primera y más urgente es la de no poner inútilmente en riesgo una vía que es sustancialmente complicada, pero en la que nos va el aire y la vida.

Y para ello resulta imprescindible que ETA acabe con los atentados que ha venido desarrollando en los últimos meses. El uso de explosivos puede conducir a que de forma premeditada o no, deseada o no, se provoque alguna desgracia que ciegue el camino y aborte de forma radical el incipiente proceso.

Otra cosa que debemos hacer los responsables políticos es alentar el camino con iniciativas facilitadoras de nuevos pasos. Y, llegados a este punto, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tiene una responsabilidad esencial porque la distensión precisa de pasos que la consoliden y la afiancen.

Estoy pensando en gestos visibles y concretos como lo podría ser, y lo cito a título de ejemplo, el restituir a situaciones de cumplimiento de legalidad la situación de los penados por delitos terroristas.

Porque el acercamiento de los presos hacia su lugar de origen por parte de quienes hoy detentan la Administración Penitenciaria no supone además cesión democrática alguna. Es una demanda avalada por el Parlamento vasco y por el Congreso de los Diputados en pronunciamientos que hasta ahora han sido desatendidos.

No estoy hablando de precio político. De lo que hablo es de cumplir con la normativa penitenciaria.

No vendría mal recordar que ha sido precisamente el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, quien ha denunciado cómo buena parte de los expertos internacionales en Derechos Humanos coinciden “unánimemente en considerar que muchas de las medidas que adoptan actualmente los Estados para luchar contra el terrorismo vulneran los derechos humanos y las libertades”.

Por eso, avanzar con decisiones y gestos que profundicen en la democracia y en el respeto a los derechos, también los derechos de quienes están privados de libertad, será un elemento positivo en esta larga y, seguro que sinuosa, ruta que tenemos por delante y en la que tendremos que garantizar que todos participen.

En tercer y último lugar, considero urgente generar las condiciones para la puesta en marcha de las dos mesas, la que reunirá al Gobierno con ETA para tratar sobre desmilitarización y presos, y la que debe reunir a todas las partidos sin exclusiones para debatir, dialogar y negociar sobre cuestiones relacionadas con la normalización política.

DOS MESAS

Este modelo de las dos mesas, que es ahora el eje de la propuesta de Batasuna, ha sido aceptado por la izquierda abertzale tras renegar de él durante más de 20 años. Yo recuerdo que el fundador de mi partido, Carlos Garaicoetxea, ya quiso constituir una mesa de diálogo entre partidos y defendió, en 1980, que sólo si ETA admitía que la representación política no estaba en sus manos, habría posibilidad de buscar una salida.

Garaikoetxea reclamó muchas veces a la organización terrorista que “traspasara” a Batasuna la capacidad para decidir políticamente. Desde EA hemos exigido en innumerables ocasiones a ETA que declinase en su pretensión de arrogarse la representatividad del pueblo vasco. También el malogrado Acuerdo de Ajuria Enea circunscribió a las fuerzas políticas la capacidad y la legitimidad para alcanzar acuerdos políticos.

Muchos años, muchas víctimas y mucho sufrimiento después estamos ahora en ese momento. Sería imperdonable no aprovecharlo. La oportunidad, extraordinaria oportunidad diría yo, existe. Por eso, es necesario afirmar que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y la organización terrorista deben de establecer un marco adecuado que haga posible tratar sobre la desmilitarización y los presos.

Nosotros, y me refiero tanto al Gobierno del que formo parte como al partido en el que milito, facilitaremos ese marco. No pondremos reservas ni exigiremos cuotas. Debe quedar claro que, en la medida de nuestras posibilidades, vamos a promocionar, arropar y acompañar todas las acciones que nos acerquen a la paz sin pelear por protagonismos que no conducen a ninguna parte.

Por otro lado, la mesa política que debe integrar a todos los partidos y sensibilidades sin exclusión alguna puede empezar desde cero, constituyéndose “ex novo”, o puede aprovechar la experiencia y el trabajo ya desarrollado en el Foro Nacional de Debate.

No quiero desde aquí determinar la elección, pero lo que si puedo defender es la experiencia que EA ha obtenido tras compartir con otras fuerzas políticas, sindicales y sociales meses de reflexión y debate en el foro que concluyó con un “Acuerdo Democrático de Base para la resolución del Conflicto”.

Este acuerdo asegura que “Toda la ciudadanía de Euskal Herria ha de ser consultada sobre su futuro mediante el procedimiento consensuado entre los agentes”.

Aprovechar la Mesa para el Acuerdo puede ser una forma de empezar. Todo lo que aproxime a diferentes en un esfuerzo por compartir reflexiones es positivo. También los trabajos que se desarrollen en los parlamentos de la CAPV y de Navarra serán forzosamente marcos para el debate, la reflexión y el encuentro. Me parece importante recalcar que ningún instrumento que sea útil para el diálogo puede ser desaprovechado.

Una autoridad ética como lo es el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, decía recientemente que si existen condiciones favorables para un proceso de paz , es necesario cuidarlas “con esmero, con discreción y con paciencia” y añadía también que en caso de que tales condiciones no existieran , habría que “generarlas con tesón y con espíritu magnánimo”.

Yo creo que sus palabras encierran la clave de un camino a recorrer y en el que no caben ni los intereses partidistas ni los dogmas.

En definitiva, determinación para superar todo tipo de dificultades, flexibilidad y tolerancia deben ser las herramientas de trabajo en este gran empeño.

Algunos ya nos hemos comprometido en él. Se que puede haber fuerzas -fuerzas muy diversas- que estén interesadas en que, una vez más, fracasemos en el empeño.

Pero estén donde estén esas fuerzas- me da lo mismo que se sitúen en el bando de ETA o que se cobijen en el de la política- , creo que la apuesta de paz de la ciudadanía las puede neutralizar. Es tal el deseo de pasar página y tal la decisión de no tolerar más el horror de los asesinatos, que difícilmente se podrá volver al pasado.

Estamos ya en otra etapa, vivimos otro tiempo. Ni la dictadura del terror ni la imposición no democrática tienen posibilidad alguna de hacerse viables. Es un horizonte de paz y convivencia el que buscan los ciudadanos y en su logro estamos comprometidos los políticos.

En estos momentos se dan avances en el diálogo. Los partidos tenemos en estos momentos una capacidad de interlocución entre nosotros de la que no disfrutábamos hace años. Entiendo que el bloqueo por el bloqueo ha dejado de tener sentido y que hasta los más refractarios al contraste, no podrán, al final, quedarse al margen.

Puedo decirles, sinceramente, que por lo menos en lo que afecta al Gobierno Vasco no nos falta generosidad ni coraje para afrontar esta nueva etapa. Nos hemos marcado la paz como objetivo y no vamos a cejar en perseguirlo. Me atrevo desde aquí a pedir su comprensión, su apoyo y su ayuda porque todas las voluntades serán necesarias.

Yo creo en la responsabilidad y creo también que el optimismo de la voluntad puede luchar contra el pesimismo de los hechos. Hemos vivido muy tristes mucho tiempo y ahora saludamos un tiempo de esperanza.

La tarea es compleja. El ejemplo que nos ofrecen otras experiencias de pacificación confirma que las dificultades son permanentes, pero yo espero que no sean insalvables.

Comprendo que, las apelaciones continuas que responsables políticos hacemos a la discreción, resulten a veces difíciles de asumir. Confío, no obstante, en la sensatez de los ciudadanos y en la actitud responsable de muchas organizaciones sociales.

En todo caso, tampoco es un acto de fe el que se está demandando. Los elementos nuevos están ahí (a ellos me he referido). Todavía hay mucha gente que sufre por la violencia, y muchos son convencidos de la necesidad de superar el conflicto Por eso, y a pesar de que surjan a menudo algunos elementos que se prestan a la confusión, hay que perseverar.

No es bueno ponerse plazos ni fechas, pero no resulta descabellado pensar que en dos años podemos haber avanzado. ¡Ojalá!, que el esfuerzo de todos para hacer que las iniciativas fructifiquen contribuya a pasar definitivamente la página de la violencia y a encarrilar a la vez nuestro nuevo marco de convivencia futura. Espero celebrarlo y confío en que ustedes también lo vean y lo celebren.

Muchas gracias

Fuente: Joseba Azkarraga