Reivindicar la democracia
El señor Caldera, portavoz del PSOE en el Parlamento de Madrid, acaba de afirmar,
en una entrevista al diario catalán “Avui”, que su partido estaría dispuesto
a pactar con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en Cataluña y con el BNG
en Galicia, «mientras sean democráticos y estén dentro del criterio del mantenimiento
de la unidad de España».
De entrada, tiene
lo suyo eso de que exijan a ERC y al BNG que sean democráticos; a no ser que
lo que se quiere decir, realmente, es que aquí solamente se es democrático si
se dice amén a lo que deciden el PP y el PSOE. Porque realmente lo que parece
desprenderse de la frase del señor Caldera es la evidencia de que existe con
ERC y con BNG una discrepancia ­la de los hechos nacionales diferentes al español-
que llevaría a unos planteamientos tan inasumibles para estos sesudos dirigentes
españoles, que liquidarían el asunto por la vía de la simple declaración de
que las aspiraciones de ERC y BNG ­y, por lo tanto las de EA­, por ejemplo,
no serían democráticas, debido al gravísimo e imperdonable delito de declararse
partidarios del ejercicio del derecho de autodeterminación.
Claro que la caldera
del Estado, removidita primero en Euskadi (donde se estrelló estrepitosamente
la Armada de Mayor Oreja y Redondo), ahora en Galicia (con elecciones a la vista
y con los socialistas dudando ­quién lo iba a decir­ si apoyar al BNG contra
un Fraga en situación de previsible pérdida de mayoría absoluta) y hasta en
Cataluña (donde es posible una alternativa a Pujol que requeriría la suma de
los votos de Maragall e Iniciativa per Catalunya y los de ERC) no está para
introducir los bollos del PP y del PSOE, con lo empeñados que están en que nos
alimentemos de la repostería nacional española, contra la cual, dicho sea de
paso, nada tenemos. Simplemente queremos tener nuestro propio obrador, y eso
es lo que parece disgustar tanto a los del «nosotros los demócratas».

Que se aclare el PSOE. Aquí en Euskadi, algo sabemos del asunto, sin necesidad
de que Caldera haga entrevistas. Los socialistas del PSE ­críticos incluidos-
nos dicen que a ver si aclaramos qué es eso de la autodeterminación. Con lo
fácil que se lo hemos puesto, bien encuadernado y todo, pero ni por esas. Lo
que, sin embargo, nos tendrían que aclarar es a qué carta se van a quedar los
socialistas españoles. Porque a ver si nos aclaramos de una vez: o estos socialistas
son los del pacto antiterrorista con el PP (aquél que en diciembre de 2000 Mayor
Oreja dijo que era una pacto contra el nacionalismo); o son los del federalismo
asimétrico de Maragall y compañía; o son los que dicen que no les da miedo hablar
de autodeterminación (Zabaleta, Elorza…) ; o son los de Redondo y Ares que
piden la renuncia expresa a defender algo (el derecho de autodeterminación)
«que piden los terroristas» (acaso dejarán Redondo y los suyos de ser y reclamarse
socialistas mientras ETA pida “independentzia eta sozialismoa”?), o finalmente,
y por no alargar la extensa gama del PSOE, son acaso miembros de la facción
oficial de Caldera y se apuntan a la defensa de la indisoluble unidad de España
y no hay más democracia que la que arde en el altar de su Constitución.

El PSOE tendrá que decidir, más pronto o más tarde, qué es lo que va a hacer
en cuanto a las reivindicaciones nacionales; tendrá que decidir si es capaz
de entrar a un debate en el que somos muchos los que queremos, simplemente,
de una manera civilizada y democrática, someternos a la voluntad de la mayoría
de nuestros respectivos pueblos sobre la forma en que queremos organizar nuestra
convivencia, y la forma en que queremos articular esta convivencia con la de
los demás. Y eso se compadece muy poco con ese planteamiento del PSOE actual,
cada vez más sometido a esa deriva hacia los planteamientos del PP, sometimiento
que se sitúa en las antípodas de una visión plural del Estado.

Por eso, una vez más, y ante declaraciones de tan baja intensidad pluralista
y democrática, habrá que seguir insistiendo en reivindicar la democracia, tan
debilitada por el comportamiento de los grandes partidos estatales, y a la que
sólo le falta que la sometan también a uno de esos pactos de Estado que tan
de moda han puesto en los últimos tiempos.

Gorka Knörr es sec. gral. de EA
Fuente: Eusko Alkartasuna