François Alfonsí (1953, Ajaccio, Córsica) es el actual presidente de la Alianza Libre Europea, ex parlamentario europeo y miembro del Partidido Nacionalista Corso. Alfonsí asistió al Alkartasun Eguna y fue miembro de la delegación que la ALE envió a Barcelona para ser testigo del proceso catalán del 27-S.

¿Cómo se percibe fuera del Estado español el proceso catalán?

El ciudadano de a pie lo percibe como un proceso pacífico y democrático, perfectamente compatible con los valores de la Unión Europea. Ninguna opinión pública europea, salvo la española, se siente violentada por la reivindicación de independencia de Cataluña. La separación de Chequia y Eslovaquia, en su momento, tampoco tuvo el menor impacto ¡ni siquiera en Cataluña, por cierto! Al contrario, la diversidad es una noción esencial para los Europeos y todos aceptan sin problemas la situación catalana. El dirigente político que razona sin prejuicios, tampoco ve nada del otro mundo: que los caminos que van de Barcelona a Bruselas pasen o no por Madrid, en la práctica, no reviste mayor importancia para quien esté en Paris, Bratislava, Londres, Berlín o Varsovia. Sin embargo los políticos restantes son los que acaparan la reacción dominante sobre el proceso catalán. En realidad, la clase política del resto de los Estados miembros querrá cerrar filas entorno al Estado español, no tanto por amor a España sino por sí mismos, porque ellos también son Estados y tendrán que evolucionar y reconocer el derecho a la autodeterminación de los pueblos que a su vez dominan. Pero este posicionamiento no se basa en nada sólido y nadie terminará involucrándose demasiado.

¿Cree que puede servir para abrir otros procesos similares en Europa?

Cada proceso será el fruto de su propia dinámica interna y dependerá de cada Pueblo, de su propia determinación. Pero está al alcance de los Catalanes sentar precedente tras medio siglo de construcción europea y redactar así una jurisprudencia que pueda servir para todos los procesos de autodeterminación que vayan abriéndose mañana en otros lugares de Europa. No activará otros procesos pero sí los facilitará y será así mismo un gran aliciente: ¡Sí, podemos!

¿Qué opina de las declaraciones de la Unión Europea que afirman que Catalunya quedaría inmediatamente fuera de Europa en el caso de darse su Independencia?

No creo en absoluto que el gobierno del Partido Popular español ¡pueda dejar fuera de Europa a Catalunya!. Sencillamente porque Europa está objetivamente interesada en que el pueblo catalán prospere y aporte todo su potencial a la construcción europea. Al principio los jefes de Estado serán prudentes para no enfrentarse con Madrid, una capital europea importante. Pero cuando las cosas estén ya muy adelantadas, las posiciones evolucionarán de prisa. Dependerá de un Estado a otro: Francia podría mantener una posición de bloqueo, por su jacobinismo pero otros serán mucho más pragmáticos. Y el pragmatismo terminará imponiéndose en la Comisión europea puesto que la construcción europea es ante todo y sobretodo una cuestión de pragmatismo.

¿Observa similitudes en los ataques de los unionistas a Catalunya –ataques que buscan infundir miedo- y los que hubo hace un año en Escocia?

Se observan los mismos síntomas en los dirigentes. Ante la subida del «sí» sienten que se les va de las manos la situación. Agitan entonces la «teoría del catastrofismo» en la que ni ellos mismos creen pero que puede actuar como cortina de humo que termina perturbando al elector. En Escocia, las personas mayores reaccionaron de manera conservadora cuando Londres cuestionó el tema de las pensiones y ganó el no por los pelos. Pero desde entonces la progresión del SNP y de las ideas independentistas no tiene precedentes. En Catalunya Madrid ha utilizado la baza europea para frenar el voto a favor de Junts pel Sì o de la CUP. Pero esto les lleva a proferir ideas perfectamente absurdas que terminarán volviéndose en su contra, como ocurrió en Escocia donde en las elecciones que siguieron al referendum el SNP triunfó y consiguió obtener 56 de los 59 escaños que le corresponden a Escocia en la cámara de Westminster. El proceso de autodeterminación ante un Estado que se parapeta tras su legalidad constitucional ha de enfocarse pensando en el largo plazo para ir atravesando de este modo las sucesivas etapas de incertidumbre.

Actualmente ¿cómo se encuentra de salud el nacionalismo corso?

A partir de 2010, las fuerzas nacionalistas de Córcega franquearon el umbral del 36% de los votos cuando la coalición Femu a Corsica de la que forma parte mi partido, el PNC (Partido Nacionalista Corso) consiguió el 26%, y Corsica Libera que respalda al FLNC (Frente de Liberación Nacional de Córcega) el 10%. Desde entonces el FLNC ha iniciado un proceso de abandono de la violencia y la clandestinidad, cosa que modifica radicalmente la actuación política. Espero que como en Catalunya seamos capaces de acercarnos y que también en Córcega podamos organizar un frente unido. Es un punto de paso obligado si se quiere establecer una relación de fuerzas democrática capaz de aglutinar a la mayoría del pueblo corso.

Córsica y Euskal Herria comparten que su territorio se encuentra dentro del Estado francés. En su caso, ¿cómo actúa el Estado francés con su nación?

Los buenos resultados nacionalistas de marzo de 2010 han permitido estos últimos cinco años consolidar el proceso político asentándose en una base reivindicativa común con otras fuerzas políticas: cooficialidad de la lengua corsa, estatuto fiscal, estatuto de residente corso, supresión de los departamentos y creación de una colectividad única, reconocimiento constitucional de la especificidad de Córcega, etc. Se han producido muchas votaciones importantes, algunas por unanimidad, pero la mayoría han sido ignoradas por Paris que como España plantea sistemáticamente el argumento constitucional. En diciembre tendremos elecciones y esperamos consolidar nuestras posiciones.

Como Presidente de la ALE, ¿qué retos cree que tiene la ALE en general y el grupo parlamentario de la ALE en el seno del Parlamento Europeo?

La ALE ha afianzado desde hace 35 años en el Parlamento Europeo un discurso político constante a favor del derecho a decidir de todos los pueblos de Europa. Es un combate de cada uno de nuestros Pueblos por la democracia puesto que el derecho a la autodeterminación de los pueblos es uno de los pilares de la democracia y también lo es para Europa puesto que Europa sólo tendrá futuro si respeta a todos los pueblos históricos que la componen. Dada la actualidad en Escocia y Catalunya, la legislatura actual supone un periodo histórico y fundamental para la ALE y para mí, como Presidente, una gran oportunidad. Tenemos que unir todas nuestras fuerzas y poner toda la carne en el asador para trasladar una voz europea favorable a nuestros respectivos proyectos nacionales que combata el discurso dominante de los Estados y de los grandes medios de comunicación europeos. Es un reto inmenso y creo que la ALE es la única fuerza política europea capaz de trabajar por él sin reservas. Para todas nuestras respectivas luchas esa dimensión europea es imprescindible.

¿Qué pueden hacer el resto de naciones sin Estado para ayudar en el proceso vasco soberanista y de paz?

El pueblo vasco hoy está ya preparado para acceder a la independencia. Hay una mayoría clara que en cada elección vota por las fuerzas nacionalistas; la administración vasca es sólida, después de treinta años de autonomía; Euskadi tiene una economía viable y una fuerte identidad. Queda por encontrar el camino para abrir el proceso soberanista como han sabido hacerlo los Catalanes. Por nuestra parte, apoyamos a los vascos en sus combates por los presos políticos y en todo lo necesario para conseguir una plena reconciliación nacional que consolide el proceso de paz en curso. A partir del proceso de paz se articulará un proceso político que lleve a la independencia por la vía pacífica y democrática. Es una cuestión de tiempo.

Córsica también padeció un conflicto armado. ¿Tiene algún consejo en materia de convivencia?

La violencia nació en un contexto que para muchos estaba justificada, el franquismo en Euskadi, el caso de Aleria en Corsica. Pero después la constatación política es la siguiente: la lucha armada no es una estrategia adaptada a la Europa del siglo XXI. Mi único consejo es que el final de la violencia esté acompañado por un auténtico trabajo político que reúna a toda la familia nacionalista que los años de clandestinidad han podido dejar dividida, incluso profundamente dividida. Porque la alternativa democrática consiste por definición en reunir a la mayoría del pueblo. Y ¿cómo cabe esperar aglutinar a una mayoría si no empezamos a unirnos nosotros, los nacionalistas?