Texto íntegro de la conferencia pronunciada por el Consejero de Justicia, Empleo y Seguridad Social, Joseba Azkarraga Rodero, en el Forum Europa Señoras y señores. Muy buenos días a todos y todas ustedes.

Me alegra volver de nuevo a este foro, al que, cosas de la vida, acudo en pleno ecuador de la campaña electoral para el Parlamento Vasco. Lo cual, tiene sus ventajas, porque permite que, a estas alturas, ustedes dispongan ya de amplias referencias sobre las iniciativas, reflexiones y mensajes que se están poniendo sobre la mesa y han tenido la oportunidad de conocer, bien es verdad que tamizados, los distintos discursos electorales.

Por eso, más que sobre lo sucedido hasta ahora, me ha parecido más adecuado proponerles a ustedes una reflexión sobre el futuro que defiendo para Euskadi. Lo hago además desde la convicción en que la ciudadanía dará un respaldo mayoritario a la coalición que representa al nacionalismo democrático.

Y lo creo porque somos la única opción política que no busca en sus adversarios electorales referentes para afianzar su mensaje. Somos hoy la única opción que, en clave positiva, apuesta por una sociedad normalizada, apuesta por los ciudadanos vascos y por el derecho y capacidad que tenemos para decidir libremente nuestro futuro.

Negociación y pacto

En cualquier caso, es evidente que nuestro proyecto pasa por pactar con el Estado un nuevo marco de relación. La propuesta de Nuevo Estatuto, que fue aprobada el 30 de diciembre de 2004 por la mayoría absoluta del Parlamento Vasco, constituye el punto de partida.

Defiendo la legitimidad que ampara a esa propuesta porque se ha tramitado conforme a lo establecido en las normas y dispone del apoyo que la legalidad reclama.

El Congreso de los Diputados la rechazó el pasado 1 de febrero sin dar la más mínima oportunidad al debate. La respuesta fue un “no porque no”. Con tópicos y falsedades se despachó una iniciativa que tiene perfecto encaje en el sistema, siempre que se quiera interpretar de una manera flexible y abierta.

Pero ocurre que esa voluntad no ha existido y sucede, además, que la propuesta contó con el respaldo de un grupo parlamentario cuyos votos solo valían, solo son legítimos y solo son democráticos, si se unen a los del PP y PSE con el objetivo de derrotar al Gobierno.

Más de 100 veces en esta finalizada legislatura han buscado coincidir los votos del PP y PSE con BATASUNA. Y no se han puesto colorados.

Fíjense hasta que punto llega la hipocresía que algún dirigente político vasco, de los que nos han reprochado un inexistente acuerdo con Batasuna, ha llegado a alabar en este mismo foro la ponderación de Arnaldo Otegi ante el radicalismo de Juan Jose Ibarretxe.

Pero dejo la incoherencia para otros. El partido del que formo parte y la coalición a la que represento hemos hecho nuestra la propuesta de Nuevo Estatuto y la volveremos a elevar a la Cámara como instrumento fundamental para la normalización política.

Entendemos que con el inicio de la nueva legislatura se deberá abrir la puerta a un nuevo debate con el objetivo de reforzar el consenso.

No es la primera vez que me refiero a la necesidad de ensanchar los apoyos con los que hoy cuenta la propuesta, pero debe quedar claro que la mayoría que ya la respalda, no solo la hace merecedora de un respeto que no ha tenido, sino que la convierte en el punto de partida.

No hay hoy, ninguna otra propuesta que cuente con la mayoría absoluta que cuenta esta.

Por tanto, que nadie dude de que, nuestra voluntad en este sentido será el abrir el debate con carácter inmediato para que el nuevo legislativo vasco defina el contenido del acuerdo político sustentado en el derecho de la sociedad vasca a decidir su futuro.

Espero y deseo que el PSOE sobre todo, pero también el PP –como, por cierto, lo ha hecho en Catalunya-, abandonen su actitud negativa de rechazo sistemático al diálogo.

La misma actitud que, no lo olvidemos, mantuvieron ambos partidos durante el tiempo, más de un año, que el proyecto de Nuevo Estatuto, recuerdo refrendado por mayoría absoluta del Parlamento Vasco el 30 de diciembre de 2004, permaneció en la Cámara para su discusión.

A lo largo de ese tiempo, PSE y PP conformaron “el frente del no”. Ni tan siquiera estuvieron dispuestos a hablar. Quiero suponer que después de que las urnas expresen, una vez más, lo que los ciudadanos desean, podamos explorar un camino que antes estos dos partidos rehusaron recorrer.

CONSULTA

El debate parlamentario que afrontará el nuevo Parlamento que surja de las urnas del próximo día 17 deberá concluir en una propuesta que se elevará al Congreso de los Diputados. Nadie con criterios democráticos claros podría entender que la Cámara baja diera un nuevo portazo al proyecto sin entrar en su discusión.

Debo confesarles que me decepcionó, aunque apenas me sorprendió, él modo en que José Luis Rodríguez Zapatero fraguó con Mariano Rajoy el sistema para despachar sin rodeos el proyecto tramitado por el Parlamento Vasco.

Resulta triste comprobar, como un partido que se define de izquierdas, niegue el debate, niegue la discusión y niegue la negociación. Cuando esas son las señas de identidad de la izquierda en cualquier lugar de Europa o del Mundo.

Y resulta curioso comprobar con qué facilidad los dos partidos que rivalizan en España –¡y de qué encarnizada forma, además!-, llegan sin embargo a entenderse cuando de lo que se trata es de poner obstáculos a la expresión de una voluntad mayoritaria, cuando de lo que se habla es, en suma, del futuro de Euskadi.

Siempre he defendido que no hay proyecto político que pueda prosperar si no cuenta con la adhesión y el apoyo de la ciudadanía. Ese es el campo de trabajo para la política y por eso me produce sonrojo democrático el veto con el que el Congreso respondió a la iniciativa del Parlamento vasco. Creo que ahora no debemos desaprovechar la oportunidad de poner de nuevo sobre la mesa nuestra voluntad de negociación.

Por nuestra parte, esa voluntad es innegable. Pero me produce asombro que otros, y entre ellos el propio Presidente de Gobierno Español, hablen del punto de llegada, invoquen la necesidad de consenso, sin establecer de forma clara que para alcanzarlo el dialogo y la negociación es imprescindible.

No puede exigir José Luis Rodríguez Zapatero un proyecto avalado por “todas las fuerzas” o la mayor parte de ellas si antes no exige a los partidos de ámbito español –al menos, al suyo- que practiquen el diálogo con los nacionalistas vascos.

Nosotros hemos reconocido, además, sin rodeos que creemos en la obligación de pactar. Ese es el camino razonable y civilizado por el que siempre hemos apostado. Y lo hemos hecho con lealtad. Hemos hablado claro y hemos dicho que la imposición no vale.
Por eso también nos hemos comprometido en la consulta a los ciudadanos vascos.

Esa consulta se hará durante la próxima legislatura y yo deseo que se pueda celebrar tras el logro de un acuerdo entre Euskadi y España . Ese es el mejor escenario para el entendimiento y la convivencia. Pero no engañamos a nadie. También hemos adelantado que si ese acuerdo no se produce, consultaremos a la sociedad para que se pronuncie sobre el proyecto aprobado por el Parlamento vasco.

No es ningún desafío, aunque así lo pregonen algunos para alimentar el enfrentamiento y la crispación. Una consulta es siempre un ejercicio de democracia. Y si no tiene efectos jurídicos, los tendrá políticos.

Creo que ningún gobierno puede permanecer indiferente ante una voluntad expresada de forma clara e inequívoca por los ciudadanos. El Gobierno vasco se ha comprometido a respetar esa voluntad, sea cual sea, y eso mismo debiera hacerlo de la misma forma el Gobierno español.

SIN VIOLENCIA

Hemos dicho también con claridad que la consulta se hará en ausencia de violencia. El Gobierno del que formo parte ha denunciado sin ningún tipo de ambigüedad la amenaza, la violencia y el acoso al que se ven sometidos cientos de ciudadanos en el País Vasco. No sólo hemos condenado sin rodeos a ETA. También hemos denunciado a quienes respaldan el uso de la violencia de cualquier signo para el logro de fines políticos.

Y nos hemos comprometido ante la sociedad, en la defensa de todos los derechos humanos y libertades, individuales y colectivos. Para todos y todas, en todo lugar y circunstancia. Sin excepciones.

Creemos que todos y cada uno de los ciudadanos deben gozar de total libertad e igualdad de condiciones para defender lo que piensan. Por tanto, sólo sin violencia y tambien sin exclusiones se darán las condiciones necesarias para que la consulta pueda desarrollarse.

Se preguntarán ustedes ¿cómo podemos anunciar la celebración de la consulta durante la próxima legislatura si es ETA quien puede impedirlo?

Les diré que tenemos la convicción de que la organización terrorista desaparecerá de nuestras vidas. Y no es una convicción carente de fundamento.

ETA se ha quedado sin sitio. Para nosotros, nunca lo tuvo, pero la diferencia es que ahora hasta quienes han justificado su existencia la encuentran ya incluso incomoda para sus intereses politicos.. Los últimos acontecimientos que hemos vivido y padecido, en especial esa horrenda matanza, esa enorme tragedia que supuso el 11-M, han contribuido, sin duda, a sacudir algunas conciencias hasta entonces, lamentablemente, dormidas. Es la inmensa mayoría de los ciudadanos vascos, la que no tolera que se asesine en su nombre. Eso forma parte del pulso vital de Euskadi.

La carta que cualificados presos de la organización terrorista, entre ellos su reconocido número uno, Francisco Múgica Garmendia, dirigieron el pasado verano a la dirección constituye buena prueba de ese camino sin retorno al que me refiero.
Es cierto que ETA ha perpetrado con posterioridad varios atentados y que cualquier artefacto, por mínimo que parezca, conlleva el riesgo de provocar la muerte de un ser humano. También tenemos en cuenta las recientes detenciones con la desarticulación de comandos preparados para generar terror.

De momento ETA no da prueba de moverse en el sentido que la inmensa mayoría de los vascos le exigimos. Pero es también un hecho objetivo que las últimas víctimas mortales de ETA lo fueron los agentes de la policía nacional Bonifacio Martín Hernando y Julián Envit Luna, asesinados el 30 de mayo de 2003, en la localidad navarra de Sangüesa.

Otro hecho objetivo lo constituye el pronunciamiento de Batasuna el pasado 14 de noviembre en el polideportivo de Anoeta, en San Sebastián. La propuesta “Orain herria, orain bakea” supuso la escenificación de una apuesta por las vías politicas. Sin embargo, ese documento que Batasuna esgrime como su nuevo catecismo debe materializarse, debe pasar al terreno de lo concreto.

Es un paso que esa organización deberá dar, que tiene aun pendiente y cuanto más lo retrase más dudas nos hará albergar sobre sus propósitos.

Por seguir concatenando hechos, quiero referirme también al acuerdo firmado el pasado 5 de marzo en Bilbao por seis partidos, siete sindicatos y doce movimientos sociales que han participado en el denominado Foro Nacional de Debate.

Mi partido, Eusko Alkartasuna, ha tomado parte durante casi dos años en las reflexiones de ese grupo y comparte el básico acuerdo final mediante el que se reconoce que la ciudadanía deberá ser consultada sobre su futuro mediante un procedimiento consensuado entre todos.

Nuestra aportación ha buscado alentar la confianza de los ciudadanos en que el camino de la política puede y debe recorrerse porque es el único que permite avanzar.

Recuerdo que el premio Nobel de la Paz John Hume dijo que “lo único que consigue la violencia es aumentar las divisiones y empeorar el problema”. Sus palabras se cumplen de forma inexorable. Cuando suenan las armas y las bombas, la situación no se arregla, sino que se complica.

Por eso, desde EA nos hemos empeñado en el diálogo y en potenciar foros como el que acabo de citar. Si con el documento que hemos firmado podemos alentar una decisión definitiva de ETA por el abandono de las armas, el esfuerzo habrá merecido la pena.

Pero les puedo asegurar que no tenemos certezas. Yo desconozco si ETA ha tomado ya la decisión de anunciar una tregua creíble. Lo que observo es que reorganiza comandos, pero lo que sé es que se enfrenta ya a su última oportunidad de buscar una salida.

ETA dilapidó en 1989 la ocasión que se le brindo en Argel. Y volvió a tirar por la borda toda la esperanza con la que se inició la tregua de 1998.

Ambos fracasos hicieron entonces evidente que no había existido, en ninguna de las partes, una voluntad real, sincera, de poner fin a la violencia. Yo entiendo que ETA se enfrenta ahora a la posibilidad de coger no ya el último tren sino el último vagón.

La llegada del PSOE al Gobierno de España generó expectativas que, un año después, se tornan en frustración. Todo lo sucedido en relación, por ejemplo a la candidatura de Aukera Guztiak supone una prueba de vergonzante sumisión al PP. Me resulta inconcebible que la pretendida izquierda emule a la derecha cuestionando principios democráticos claves, como la presunción de inocencia por ejemplo, o el respeto a la libertad ideológica y lo haga además por razones de conveniencia electoral.

El último mensaje del presidente del Gobierno a ETA tras el atentado del 9 de febrero en Madrid, fue conciso: nada mientras persista la violencia. Entiendo que con él se pretendió dejar abierta una puerta. Yo creo que abrir puertas es mejor que cerrarlas; y ofrecer hechos mejor que quedarse en palabras.

De momento, los pasos del PSOE me producen desasosiego: se premia a terroristas buenos como Enrique Rodriguez Galindo; se alienta la aplicación partidistas de las leyes antidemocráticas como la Ley de Partidos; se mantiene una injusta política penitenciaria…

Necesitamos algo más que talante para creer que Zapatero tiene voluntad real de comprometerse en una solución al problema vasco. De momento nos decepciona y estamos en un momento muy delicado como para correr riesgos innecesarios.

El propio PSOE se empeñó a principios de año en alimentar rumores y especulaciones que sólo han añadido más incertidumbre a la situación. Todos somos conscientes de que la naciente esperanza puede verse quebrada aunque deseamos, con todas nuestras fuerzas, que eso no suceda.

Las urnas hablarán el próximo día 17 y yo creo que estamos en el umbral de un tiempo nuevo y distinto. Estoy seguro de que costará entrar definitivamente en él, porque existen muchas, demasiadas inercias, resistencias y, sobre todo, intereses que juegan en contra. Todos dicen querer la paz, pero no todos reman a favor de ella. Sin embargo, yo les diría que no vamos a entrar en este nuevo ciclo político con la lacra de la violencia.

Mi partido y el Gobierno del que formo parte consideramos que se debe aprovechar la oportunidad para avanzar en el camino de un final dialogado. Lo alentaremos en la medida de nuestras fuerzas. Sin olvidar jamás que la defensa de los derechos humanos, de todos los derechos para todas las personas, es nuestro eje de actuación.

Termino insistiendo en una idea clave. Los vascos no elegimos la confrontación como vía ni queremos el enfrentamiento. Deseamos una negociación y apostamos por el diálogo para renovar mediante un pacto nuestro modelo de relación con el Estado, porque estamos convencidos de que sólo desde un diálogo sincero, honesto y sin exclusiones se logrará la solución. Lo único necesario, lo imprescindible, es tener voluntad política de empeñarse en el acuerdo.

Espero que después de que los ciudadanos y ciudadanas hayan hablado el día 17, esa voluntad política se pueda imponer en Euskadi.

Muchas gracias.

Fuente: Joseba Azkarraga