Se ha propagado la idea de que la socialdemocracia es una herramienta deficiente para solucionar los problemas de la sociedad actual. Por supuesto, todo deriva de una deficiente interpretación de la realidad actual: demonizar la socialdemocracia poniendo el foco en aquellos partidos europeos que han pactado con conservadores o en gobiernos moderados que han aceptado la agenda neoliberal o directamente se han arrodillado ante el sistema capitalista es estar mirando al dedo y no a la luna. El problema no es la herramienta, es cómo se usa. Y aún más importante, cómo se moderniza para responder a la situación socioeconómica actual y reforzar el Estado del Bienestar.

Es cierto que los llamados gobiernos socialdemócratas no han sabido cómo responder al impacto de la crisis económica y esto ha conllevado un efecto desideologizador entre la ciudadanía. Pero las bases siguen ahí, usar las reglas de juego de las democracias liberales para que mediante el parlamentarismo y el pacto entre agentes sociales emprendamos la transición desde la economía capitalista de mercado hacia el socialismo democrático para poner a las personas en el centro de la acción política. Estas son las bases que ha defendido Eusko Alkartasuna desde su fundación, motivo por el cual el partido se enmarca en el llamado nacionalismo institucional. Es decir, desde un prisma abertzale pretendemos cambiar la sociedad desde las instituciones para lograr una sociedad más justa y cohesionada. Y EA lo hace, actualmente, en las instituciones mediante EH Bildu.

Si atendemos a un marco comparado, hemos asistido recientemente cómo propuestas socialdemócratas como las del francés Benoit Hammon y las también izquierdistas de Jean-Luc Melenchon han caído en saco roto, y han preponderado las tesis de Le Pen y, finalmente, de Macron. No obstante, como contrapunto, podemos señalar otro hecho ha marcado de forma positiva esta semana la agenda de la izquierda: el laborista Jeremy Corbyn, uno de los socialdemócratas de referencia en Europa, ha presentado un audaz programa para las elecciones británicas del 8 de junio. Una oferta indiscutiblemente socialdemócrata, encaminada a solucionar los problemas sociales. Radical y responsable se titula y, entre sus propuestas, destaca un sistema fiscal progresivo, un aumento de los impuestos a las clases más adineradas –algo que ya hizo la coalición en el Gobierno de Gipuzkoa mediante el impuesto de grandes fortunas-, con lo que pretende recaudar 50.000 millones más para poder invertirlos en el sistema público británico.

En el mismo barco nos encontramos con los modelos de Bienestar Escandinavos –de los que los principales exponentes son Suecia y Noruega-, que siempre han apostado por el pleno empleo y el desarrollo universal de los derechos sociales.

Y he ahí la cuestión. No hay que pedir perdón por ser socialdemócrata. Lo que hay que hacer es, por un lado, señalar a aquellos Gobiernos que no lo son por haberse echado a los brazos de los mercados y, por otro, trabajar por actualizar los postulados socialdemócratas a la realidad de la segunda década del siglo XXI. La socialdemocracia vasca debe renovarse, dotarse de más contenido, apostar por políticas pragmáticas, audaces y atractivas. Y es que los valores de la socialdemocracia tienen hoy, en una situación de crisis, más valor que nunca. Su apuesta por la igualdad de la ciudadanía, el Estado de Bienestar, la justicia y los derechos sociales debería ser el abecé de la apuesta de la sociedad vasca, sobre todo, por su carácter de clase media.

En el caso vasco, existe además una conexión entre la autodeterminación y la socialdemocracia y es la que se da entre la soberanía individual y la colectiva. Eusko Alkartasuna reclama la independencia pero no como un precepto aislado, sino para conformar un pleno Estado del Bienestar donde la sociedad sea más justa y cohesionada y donde la ciudadanía de Euskal Herria acceda a los servicios públicos de forma igualitaria. El Estado debe convertirse en el medio que hace efectivos los derechos sociales legalmente reconocidos. Y es ahí, en la apuesta por una socialdemocracia avanzada donde Eusko Alkartasuna seguirá trabajando.