Este pasado viernes tuvo lugar la tradicional reunión otoñal del Consejo Vasco de Finanzas. Reunión, en la que, una vez más, se confirmó el incumplimiento de las previsiones de recaudación por parte de las Diputaciones Forales. La verdad es que hubo poco de noticia es esa reunión, más allá de las cifras finales, porque que en 2016 no se iban a cumplir las previsiones que el propio Consejo había hecho era una obviedad desde el mismo momento en el que se anunciaron y más incluso desde que se confirmó el incumplimiento en 2015.

Algunos ya lo advertimos en su momento, cuando, en los últimos plenos del Parlamento Vasco, el señor Gatzagaetxebarria pretendía vendernos que en el paraíso donde gobierna el PNV -donde la crisis no afecta a la ciudadanía vasca pues, según ellos, se diluye al tocar con la enriquecida agua del Ebro a su paso por Garoña, en este idílico lugar fuera del alcance de los recortes- las carteras iban a estar fuera de peligro y las huchas llenas gracias al inigualable poder de gestión de los súper héroes de Sabin Etxea.

Las previsiones de recaudación eran demasiado optimistas, demasiado triunfalistas, teniendo en cuenta que no había modificación alguna en la fiscalidad que hiciera prever un aumento y que la situación económica no apuntaba a grandes alegrías. Además Gipuzkoa volvía a ser refugio de las grandes fortunas y no cobijo de los menos favorecidos, lo cual disminuía sin disimulo de nuevo las posibilidades de recaudación. Dijimos que prever multiplicar por más de 3 el incremento de la recaudación real de 2015, que prever aumentar la recaudación en más de 880 millones, cuando en el 2015 ni siquiera había llegado a 300 millones, era una imprudencia.

Una imprudencia no solo porque los presupuestos de las diputaciones y el Gobierno Vasco del ejercicio 2016 se iban a ver lastrados desde inicio por una previsión de ingresos inalcanzable, sino principalmente porque esas previsiones erróneas se iban a trasladar a los presupuestos de los municipios, dependientes en gran medida del dinero que reciben de las diputaciones, dinero que finalmente no van a cobrar íntegramente, con los problemas que eso acarreará a las arcas municipales. No siendo la primera vez que esto sucede, nos hace replantearnos la necesidad de llegar a un gran pacto de país para dotar de estabilidad presupuestaría al ámbito local y evitar así los vaivenes propios del ciclo económico politizado y no de la realidad municipal.

Pero una vez más, tanto el Gobierno Vasco como las Diputaciones Forales vienen a decirnos que recaudar 473 millones de euros menos de lo esperado no supondrá ningún recorte. Y eso sumado a las 467 millones de menos que se recaudaron en 2015, que por supuesto, según sus palabras, no acarrearon recorte alguno, no han tenido ningún efecto en las servicios públicos. Aquí continua el milagro de los panes y los peces a la vasca.

Huelga decir que las explicaciones dadas por los responsables en la rueda de prensa posterior al Consejo Vasco de Finanzas no son más que frases huecas y excusas ante una situación que no es más que la constatación de un fracaso. Del fracaso de una manera de hacer, del fracaso de una política fiscal pactada entre PNV, PSE y PP que ante una crisis económica que requería medidas urgentes, simplemente cubrieron el expediente, para no incomodar a aquellos que una y otra vez les piden rebajas fiscales, mientras anuncian cada año incrementos de beneficios que no trasladan a al sociedad.

Es cierto que el Gobierno vasco va a poder maquillar sus cuentas con el incremento del límite de déficit que previsiblemente se va a aplicar a todas las comunidades autónomas tras la decisión de la Unión Europea de dar más tiempo a España para cumplir con los compromisos europeos. Pero no es menos cierto, que una vez más, el Gobierno vasco del PNV se conforma con ser tratado como un gobierno autonómico mas, obviando las capacidades que el Concierto Económico contempla en esta materia.

En definitiva, esta última reunión del Consejo Vasco de Finanzas ha venido a confirmar que, si realmente queremos un sector publico fuerte, unos servicios públicos dignos y apostar por el desarrollo de una sociedad vasca avanzada y justa, debemos abordar más pronto que tarde una reforma fiscal. Una reforma fiscal que haga posible una recaudación suficiente para desarrollar las políticas públicas necesarias en una sociedad cada vez más desigual; una reforma fiscal que de una vez por todas haga realidad la máxima de “quien más tiene más paga” afrontando con valentía cambios en la tributación de los beneficios empresariales, del capital y de la riqueza.

Los presupuestos no pueden ser una cuestión de fe, sino una herramienta útil para el reparto de la riqueza y el mantenimiento del estado del bienestar. Sr. Gatxagaetxebarria, sres. diputados generales, les invito a abandonar la ciencia ficción y comenzar a caminar en la senda de una política económica pública sensata, realista y ajena a los artificios, junto a los municipios y la ciudadanía, de la mano de sus necesidades y no de sus propios sueños. En ese camino podremos encontrarnos, como ya ha ocurrido en otros temas que parecían imposibles como la reciente Ley de Entidades Locales.

Leire Pinedo, secretaria de Política Económica y Fiscal de Eusko Alkartasuna y parlamentaria vasca de la coalición EH Bildu.