El desenlace del enigma postelectoral sobre formación del Gobierno se resolvió de forma acorde con el “nuevo tiempo político” en el Estado español: en directo televisado y con la escenografía marca de Podemos.
La confesión de Rajoy de que no está en disposición de presentarse para optar a la presidencia del Gobierno español es, sin duda, una buena noticia para Euskal Herria. Sin embargo, las perspectivas de futuro no son lo que se dice muy esperanzadoras.
Aunque habrá que hacer un análisis más profundo según se vayan conociendo más datos, hasta ahora lo que tenemos es un PSOE al que la oferta de presidencia del Gobierno que le puso en bandeja Podemos pareció darle más miedo que otra cosa. Lo cual no es de extrañar teniendo en cuenta que Pedro Sánchez tiene una férrea oposición en casa que no va a ponerle las cosas fáciles.
Por otro lado, IU con la fuerza de dos diputados a nivel estatal, parece estar destinado a ser el Pepito Grillo de un futuro Ejecutivo.
Y, en el tercer vértice está Podemos, encantado de tomar la iniciativa y de mover los sillones a eso que hasta hace poco llamaba “casta” de manera insistente.
La rueda de prensa de Pablo Iglesias y la cúpula de Podemos tras la reunión del primero con el rey, fue un compendio de donde dije digo digo Diego. Desde el reiterado “no puede haber líneas rojas en la negociación” a los halagos al rey, el discurso del maestro de la escenografía política fue un adelanto de las renuncias que se avecinan.
La línea roja el referéndum catalán se ha convertido en necesidad de escuchar los resultados electorales de Catalunya; el republicanismo militante en dar la primicia de sus intenciones al rey de España, ni círculos ni asambleas; las críticas al PSOE en darle la presidencia del Gobierno sin negociación de programa; de la prioridad de las ideas y medidas a exigir la vicepresidencia del Ejecutivo;…
El Gobierno que pueda salir de esta otra cara de Podemos y el PSOE que, entre batallas internas por el poder, la herencia de ZP –contra cuya memoria no querrán actuar-, y el resto de apoyos que necesitaría para un mínimo de estabilidad, será muy difícil que esta propuesta de “cambio” traiga esperanzas.
En Euskal Herria miraremos con atención al PNV, que necesitado del apoyo del PSE en la CAV, podría animarse a apoyar ese Gobierno.
Y, de momento, esto es lo que nos ofrece España: ni el cambio nos ilusiona.