Veinte años
de Amejoramiento, veinte años de existencia de una norma controvertida,
tanto por su origen en el debate parlamentario, (con unas Bases aprobadas en la
Cámara Foral que luego no se cumplieron por los negociadores), como por
la agravante de la exclusión de los diputados nacionalistas vascos y por
no haber sido un texto normativo refrendado por la ciudadanía navarra.

Una norma que, sin duda, tiene sus aspectos positivos pero que, ni de lejos puede
contentarnos a los que apostamos y creemos firmemente en el autogobierno de Navarra.

El tiempo, a veces, nubla la memoria y ocurre, también a menudo, que la
necesidad de justificación hace que se tergiversen momentos históricos
y circunstancias. Por eso, es bueno que se celebre este Pleno veinte años
después.
Para entrar en
materia tengo necesariamente que hacer un recordatorio a propósito del
sistema de elección de los Diputados Forales. Hoy no es el mismo. Entonces,
la elección de los miembros de la Diputación era por Merindades,
y los cabezas de lista que más votos sacaban eran los que automáticamente
formaban parte del Consejo. No como actualmente, en el que los Consejeros son
libremente designados por el presidente.
Explico esto porque,
intencionadamente, se dejó fuera a los Sres. Bueno Asín y García
de Dios, representantes de dos Merindades, la de Agoitz y la de Iruña
Norte, respectivamente. Es decir, se excluyó de todo el proceso de negociación
a una parte de la ciudadanía navarra premeditadamente. Y porque sabían
perfectamente que dichos representantes no iban a transigir con una norma que
no fuera acorde con las expectativas de la sociedad navarra, que eran muchas,
teniendo en cuenta de dónde veníamos y en qué derechos
históricos nos basábamos.
Faltaba (¡que
no se me olvide!) otro Diputado que, por circunstancias bien distintas (FASA)
quedó fuera, pero pronto se le encontró al otro lado de la mesa
de negociaciones, junto a Martín Villa.

El contexto político también hay que recordarlo: el golpe de Estado,
llamado popularmente ‘el Tejerazo’, la LOAPA, los Estatutos de las
Comunidades históricas ya discutidos y aprobados, es decir, un retroceso
claro del proceso autonómico general. Navarra perdió el tren al
ir retrasando el debate de Amejoramiento, retraso probablemente bien planeado
para colocarnos a la cola.
El Amejoramiento
Foral, pues, es hijo de la LOAPA del Partido Socialista y de aquella intención
de Madrid de cerrar el proceso autonómico, con la mayor merma posible
del autogobierno. Consideraban (ahí están las hemerotecas para
comprobarlo) que había habido demasiadas ‘concesiones’ y que
peligraba la España centralista que defendían.

En Navarra, el ambiente político sufría también un profundo
cambio. Un panorama político complicado, con un PSE que estaba abandonando
las consignas que hasta entonces defendía en favor de los derechos del
pueblo vasco (incluida Navarra)(y, no tenemos más que remitirnos a las
publicaciones y fotografías de la época, en las que Urralburu
y Arbeloa, entre otros dirigentes, aparecían portando pancartas con las
consignas citadas anteriormente e incluso escribían curiosos poemas al
modo épico-medieval). Con una UCD rebotada por la situación de
caos interna, una UPN naciente, con un Sr. Aizpún que incluso se había
posicionado en contra de la Constitución porque no respetaba el régimen
foral. Interesantes las coincidencias entre Aizpún, Zabaleta…etc.
Por lo tanto,
la expulsión de los diputados nacionalistas vascos supuso un vicio de
origen clarificador para los que entendemos que el Amejoramiento fue pensado
claramente como un texto que no cuestionara la centralidad de Madrid, y al servicio
de aquellas fuerzas políticas que habían dado por cerrado el desarrollo
del Estado autonómico.
El segundo vicio
de origen es que el Amejoramiento foral no tuvo su correspondiente refrendo
popular. Los ánimos andaban revueltos (se vio con el no mayoritario navarro
a la OTAN) y no se atrevieron a someterlo a una votación popular, no
fuera que no se aprobase. Esto contrasta con aquellos Estatutos de las Comunidades
Históricas, que se votaron todos.
Aquí se
me puede argumentar que su refrendo ha sido cada proceso electoral posterior.
Pero ése no deja de ser un argumento mediocre ante lo que supone, por
sus consecuencias, el que no hubiera refrendo popular. Y es tan sencillo y claro
como que cualquier cambio en ese Amejoramiento (hasta el más importante
pilar del autogobierno) no tiene que ser refrendado por los navarros y navarras.
Imaginemos un gobierno navarro dependiente de Madrid que considera que el Convenio
Económico es excesivo. Su modificación solamente necesitaría
el acuerdo entre esos dos gobiernos conchabados.
Así de mal
empezó la negociación que culminó de la misma forma, excluyendo
y eludiendo la decisión de la ciudadanía navarra, que no fue consultada,
como sí sucedió en el caso de otros Estatutos. Cuestión
ésta trascendente no sólo para saber el apoyo que tenía
dicho Amejoramiento, sino para poder condicionar cualquier posibilidad de modificación,
que ahora es posible sin necesidad de contar con la voluntad expresa de los
navarros.
Centrándome
en el aspecto concreto de la negociación del futuro estatus de Navarra
con el Gobierno central, he de recordar que los nacionalistas vascos que nosotros
representamos, y de los que somos herederos (véase Manuel Irujo y Carlos
Garaikoetxea) participamos muy activamente en la Cámara que hizo posible
los acuerdos previos que desde Navarra se aprobaron como bases para la citada
negociación.

Sin embargo, y
a pesar de la aprobación de las citadas bases en la Cámara foral,
la actitud de la entonces UCD y del PSOE fue girando hacia la exclusión
de la negociación de los navarros que no teníamos su mismo proyecto
político para nuestra Comunidad; iniciando tal actitud con la deliberada
e ilegítima exclusión de los diputados nacionalistas de la comisión
negociadora.
Estos diputados
tenían todo el derecho a participar, ya que, entre otras razones, habían
sido elegidos como cabeza de listas de las candidaturas de dos de las circunscripciones
en que se dividió Navarra, y que se correspondían con las antiguas
Merindades, Merindades que rápidamente fueron eliminadas al entender
alguna fuerza política que aseguraba representaciones políticas
(véase nacionalistas vascos) no deseadas por aquellos que sí estaban
dispuestos, a toda costa, a limitar la capacidad de Navarra vía Amejoramiento.
Tampoco el contenido
de la negociación respondió a lo pactado previamente. Por citar
algunos aspectos,
- Se excluyó
la oficialidad del euskera (artículo 9), que no es ninguna imposición,
sino su reconocimiento y respeto.

– Se estableció un sistema para la elección del Presidente de
la Comunidad, que requería y requiere para su modificación el
acuerdo con el Gobierno central (como hemos visto recientemente), lo que a nuestro
juicio resulta humillante para los navarros que no podemos decidir por nosotros
mismos cómo elegimos a nuestro Presidente.

– Asimismo, se estableció la elección por el procedimiento automático
(que no tiene parangón en un sistema parlamentario), y la imposibilidad
para el Presidente de disolver el Parlamento.

– Se fijaron limitaciones a la capacidad de Navarra para establecer relaciones,
acuerdos, pactos, convenios, etc. con otras Comunidades y con instituciones
supraestatales.

– Resultó inaceptable y perjudicial para el conjunto de Navarra la negociación
sobre las competencias en materia de Policía que, quedaban sometidas,
como estamos padeciendo, a la voluntad del Gobierno central en su desarrollo
y ampliación.
(A modo de anécdota,
una de las guindas de las cesiones que se hicieron ante el Gobierno central,
luego reparada, fue la posición del Estado sobre la transferencia de
la titularidad de los montes de Navarra que concluyó, con aquella frase
del entonces Presidente de la Diputación de que ‘daba igual la titularidad,
porque los montes iban a seguir estando en Navarra’. Resumen suficiente
para entender cómo se negoció).
Estas y otras razones,
nada rupturistas, radicales, partidistas o relacionadas con nuestro proyecto
político, suponían una evidente vulneración de los derechos
y capacidades de Navarra para establecer su estatus autonómico. Frente
a ello, y al igual que entonces, la postura y actitud de los navarros nacionalistas
vascos que representamos fue y ha sido absolutamente leal con el marco jurídico-político
de Navarra y con sus instituciones.

Pero el Amejoramiento hay que modificarlo, pues está pensado únicamente
para servir de instrumento a unos y limitar el desarrollo institucional de Navarra,
en función de un proyecto político concreto.
Contiene numerosas
limitaciones al autogobierno, tal como decía antes y se han ido acrecentando
por la actitud débil y sumisa de los Gobiernos de Navarra a la hora de
exigir su modificación y/o desarrollo.
Se deberían
superar los vicios de origen del actual texto, con la participación de
todos los representantes del pueblo de Navarra y el compromiso de someterlo
posteriormente al refrendo popular.

Algunos aspectos concretos que debieran ser tenidos en cuenta son:
1. El tratamiento
al euskera, absolutamente discriminatorio por la zonificación que impone
a su oficialidad.

2. Todo lo relacionado con la elección del presidente y sus facultades
para disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones. Este tema debería
decidirse por medio de una ley navarra y no ser necesario el acuerdo con el
Estado, como contemplan otros Estatutos. La modificación reciente no
soluciona la cuestión de fondo y limita la capacidad de Navarra en esta
materia.

3. Incluir la posibilidad de que Navarra pueda convocar referéndum en
materias de su competencia.

4. Eliminar la intervención de instituciones ajenas a Navarra para la
realización de convenios con otras Comunidades.

5. Eliminar las limitaciones en torno a la federación o confederación
de Comunidades Autónomas.

6. Regular con base en los derechos históricos de Navarra, la posibilidad
de un desarrollo integral de la Policía Foral, sin las limitaciones actuales,
que dejan en manos del Estado esta materia.

7. Superar los condicionamientos para el ejercicio total de la soberanía
fiscal y financiera que corresponde a Navarra.

8. Acordar y regular la participación de Navarra en las instituciones
de la Unión Europea en materias de nuestra exclusiva competencia.
Llegado a este
punto, nos reafirmamos en la defensa y en la exigencia de las transferencias
de competencias para nuestra Comunidad, que nos corresponden según la
legislación vigente. También hemos sido los primeros en potenciar
y exigir el desarrollo de nuestras propias instituciones, alguna de las cuales
(Consejo de Navarra, Defensor del Pueblo), existen como consecuencia de nuestra
perseverancia en su exigencia.

Hemos representado
a Navarra en el Senado y participado en el único Gobierno de nuestra
Comunidad que, hasta la fecha, es el único que ha tenido mayoría
parlamentaria en su origen y ejercicio y mientras tanto, tenemos que seguir
aguantando diariamente a quienes se empeñan en considerarnos ‘extranjeros
en nuestra propia tierra’.
Pocos partidos
en Navarra podrán atribuirse una trayectoria más limpia y honesta
en la defensa de nuestra Comunidad frente a los auténticos e históricos
enemigos de la misma (el centralismo).
Seguiremos leales
a esa tradición y leales al marco existente, con independencia de que
reivindiquemos con todas nuestras fuerzas y derecho, un proyecto común
con el resto de los vascos, que potencie la verdadera identidad de Navarra,
que abra las puertas a los navarros de Iparralde que se sienten y viven como
navarros, igual que nosotros; y sobre todo, que trabajemos diariamente por superar
todas las barreras que la Constitución vigente y el llamado Amejoramiento
han establecido para poder hacer posible dos principios que, aunque recogidos
en algunas ocasiones por el Pleno de este Parlamento, y en teoría admitidos
por cualquier demócrata, en este momento no se cumplen:

Todos los proyectos
políticos deben tener los mismos instrumentos y posibilidades de poderse
defender y desarrollar en igualdad de condiciones y, en su caso, hacerlos
realidad.

 

Navarra debería
ser en cada momento lo que quieran y decidan la mayoría de los navarros,
sin otras cortapisas que el respeto a los derechos fundamentales de todos,
y sin que nadie tenga derecho a imponer sus proyectos ni por la fuerza, ni
por el control externo a Navarra mediante resortes que hacen a Navarra dependiente
y, por lo tanto, someten la voluntad de los navarros y navarras.

Fuente: Eusko Alkartasuna