Los pasados 8 y 11 de septiembre, los guardaré con especial importancia en mi memoria porque viví dos acontecimientos diferentes pero con mucha vinculación, a pesar de celebrarse a kilómetros de distancia y con 4 días de diferencia. Me refiero al alarde de Hondarribia y la Diada de Catalunya.
¿Qué tienen que ver entre sí? A mi entender un aspecto imprescindible y básico de la justicia social: Los derechos de las personas, o en este caso a su vulneración. Alrededor del derecho, varias especificaciones: Derecho a la igualdad entre mujeres y hombre. Derecho a decidir y Derecho a defender los derechos. Estos tres derechos fueron protagonistas en los dos eventos.
Derecho a la igualdad: Imaginaros la cola para inscribirse en una universidad. En ella hay gente, chicas y chicos de entre 17 y 19 años, mayoritariamente, nerviosa, ilusionada, con ganas de terminar el trámite y disfrutar del resto de día. La cola trascurre por un pasillo y en sus laterales hay muchas personas, mujeres en su mayoría, portando plásticos negros, con pancartas que dicen Betiko Ikasleak (los estudiantes de siempre). Estas personas increpan a las mujeres y a los hombres que están en la cola, les silban, chillan, insultan, escupen…. Protestan porque NO quieren que las chicas puedan ir a la universidad al igual que los chicos. NO quieren que tengan los mismos derechos. Pretenden que a la universidad solo puedan ir los chicos, los hombres, los varones. Su protesta se basa en que siempre ha sido así, desde su inicio solo los hombres acudían a la universidad y esta tradición o costumbre ha de mantenerse. Por lo tanto lo que deben hacer las chicas es renunciar a su derecho a ir a la universidad y resignarse a quedarse en casa, buscar un hombre que las mantenga, a cambio de ser su esposa, y lo que ello conlleva.
Difícil de imaginar ¿verdad? Pues algo así se vivió en Hondarribia el sábado 8 de septiembre. Personas, mujeres en su mayoría, exigiendo a otras mujeres que abandonaran el alarde mixto. Que se quedaran donde les corresponde por tradición, es decir en la acera, en la esquina, en el lateral, y esperar allí, nerviosas, ilusionadas, al paso de los machos, de los varones, de los héroes, de los hombres, que ellos sí tienen derecho a desfilar, por que ellos fueron quienes lucharon y vencieron en el día que se conmemora. Me pregunto cómo saben que solo lucharon y defendieron Hondarribia, hombres aquel día, ¿acaso estuvieron allí para verlo? ¿Están seguras de que aquel día, allí no hubo ninguna mujer luchando?
Esto es lo que pasa en Hondarribia y en Irun: Gente que quiere que mujeres y hombres no tengan los mismos derechos. En resumen; no existe el derecho a la igualdad en los alardes.
Derecho a decidir: Tanto en Catalunya como en Euskadi y en otras naciones sin estado, existe un anhelo en personas que quieren decidir su futuro. De manera que entre tod@s , decidamos aspectos cruciales en la estructuración y organización como país. La verdad es que no se me ocurre otra manera más democrática de convivencia: decidir entre tod@s. Aunque suene muy idílico, es pragmático ya que en muchos países esta forma de gestión existe. Obviamente se tendrá que regular qué se consulta, cómo se consulta, la participación y resultados de la consulta… todo pivotando sobre el derecho a decidir, que como cuidadana de un país toda persona debería tener.
Pues bien, este derecho no se respeta. El estado español no permite que en Catalunya se pregunte a quienes allí viven, qué tipo de gestión quieren tener: propia o supeditada. Ni esta ni otras muchas consultas. No permiten hacer un referéndum, ni aceptan los resultados. Ante la pregunta de a qué tienen miedo, me surgen demasiadas respuestas.
Derecho a defender tus derechos: Menudo follón que se monta en este apartado. Si se ponen lazos amarillos mal o bien, si se ponen banderas identitarias mal o bien, si se desfila mal o bien, si se protesta en la acera, mal o bien y así hasta el infinito. La raíz de esta encrucijada está en el siguiente principio: No puede ser que para que la voluntad de un@ se cumplan se vulneran los derechos de otr@. Si pretendemos que una chica, mujer, NO tenga los mismo derechos que un hombre, no existe la igualdad. Si las personas que viven en un país, estado, nación, pueblo, no pueden decidir entre tod@s, no existe la autodeterminación, que es simplemente elegir cómo nos gobernamos.
Esto y mucho más es lo que ví, sentí, aprendí y recordaré de estos días intensos: Si los derechos básicos de las personas se respetan, la convivencia fluye de manera natural.

Iker Ruiz de Egino
Portavoz de Eusko Alkartasuna