Texto íntegro Buenas tardes/días a todos:

Lo primero que quiero decirles es que celebro muy especialmente este encuentro y la oportunidad de transmitirles mi gratitud por su invitación. Esta Casa Vasca es un símbolo más de que nuestro pueblo pervivirá a pesar de todos los avatares porque son/somos sus ciudadanos, los vascos, los que tenemos voluntad de permanecer en la historia con una identidad nacional. Esa voluntad y la disposición a defender nuestra nación allá donde nos encontremos en cada momento es una garantía de permanencia y de continuidad.

Aprovecharé esta agradable cita para compartir con ustedes lo que representa la posición de Eusko Alkartasuna en el Gobierno vasco y la visión que mi partido tiene de lo que puede y debe ser en un futuro cercano Euskadi en el marco de un Estado plurinacional. Y digo bien, en un futuro cercano, porque ni EA ni yo vamos a renunciar nunca a crear una Euskal Herria libre dentro de los pueblos libres de Europa y del Mundo.

Sé que, aunque alejados en kilómetros de Euskal Herria, ustedes permanecen muy cercanos a su realidad social y a las circunstancias políticas del momento. Por eso estoy seguro de que conocen cómo a los vascos en general, y al nacionalismo vasco en particular, se nos ha demonizado mucho en la etapa -larguísima etapa nos pareció- en la que ha gobernado el PP y en la que se ha identificado de forma perversa nacionalismo y violencia. Felizmente, esa etapa parece hacer terminado con las elecciones generales celebradas el 14 de marzo en el Estado español y estamos ya en un nuevo momento que se nos propone apasionante, aunque los primero pasos del nuevo gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no invitan a la esperanza. (ilegalización de Herritarren Zerrenda, reforzamiento del Pacto Antiterrorista).

Saben que pertenezco a un partido independentista y que, como tal, sitúa su horizonte en un Estado vasco dentro del marco de una Europa de los Pueblos. Y para conseguirlo no contemplamos más vías que las pacíficas y democráticas Hemos hecho una apuesta inequívoca por los Derechos Humanos, por todos los derechos para todas las personas, y estamos, sin excepciones, con las víctimas, con todas las víctimas.

La seña de identidad del proyecto político de Eusko Alkartasuna es su radicalidad democrática. Renegamos de la violencia y repudiamos a ETA, o cualquier otra forma de violencia o terrorismo (como la que hace dos décadas sembró de muerte Iparralde cuando en Hegoalde mandaba el PSOE), porque estamos convencidos de que ningún objetivo político, por muy importante que éste sea, merece el derramamiento de una sola gota de sangre.

No estamos dispuestos a permitir que una organización que produce terror suplante la voluntad ciudadana. Porque lo que está muy claro, o al menos lo está para mi partido y para mí, es que no es ETA sino la decisión libremente adoptada de todos y cada uno de los que hoy vivimos en Euskal Herria la que determinará lo que vayamos a ser en el futuro.

Ahora bien, con la misma rotundidad, consideramos necesario apostar por un final dialogado al denominado conflicto vasco que evite cerrar en falso lo que, sin ningún género de dudas, constituye un problema irresuelto de raíces políticas innegables. Para acabar con la violencia hay que ir a las causas que la originan; mirar sólo las consecuencias, por muy dolorosas que éstas sean, puede resultar, de hecho resulta, una dinámica estéril. Sé que esto que digo es políticamente incorrecto, pero entiendo que es el único camino para la paz.

Mi partido siempre se ha manifestado dispuesto a hablar con todos, y digo bien, con todos, para trabajar en la creación de un ambiente de distensión que permita abordar el diálogo y la negociación entre las fuerzas políticas de forma serena. Pero teniendo claro que cada uno representa lo que representa: lo que los ciudadanos vascos y vascas le han otorgado con sus votos. Por ello hemos manifestado nuestra disposición a participar en iniciativas que persiguen acercarnos a una situación diferente. Es lo que el lenguaje coloquial ha definido como una ´labor de cocina´ que, desde la discreción, busca ser efectiva.

Buscamos que la acción política promueva soluciones con contenidos y que lo haga con auténtica vocación democrática, con respeto mutuo y que esté respaldada por verdaderas voluntades de cumplir los acuerdos. Estamos en la línea de arriesgarnos como partido para que todos, como pueblo, ganemos, pero no somos ingenuos. Repito, estamos dispuestos a jugárnosla, y esperamos que el resto esté también dispuesto. El Pueblo Vasco nos lo exige.

Hay que ser sinceros y constatar que acuerdos anteriores a este momento, como lo fueron el Pacto de Ajuria Enea (1989) o la Declaración de Lizarra (1998), ya son del pasado. Fueron importantes, porque nunca se parte de cero; tuvieron su trascendencia, pero hoy son otras las circunstancias. Hay que mirar hacia delante. Del pasado debemos aprender para no repetir errores.

Creo que vamos hacia otro estadio en el que una nueva propuesta de convivencia, que deberemos construir entre todos, se tendrá que ganar la credibilidad de los ciudadanos y ciudadanas Y no bastan ya las declaraciones. Es la hora de pasar de las palabras a la acción. Y ahí, todos tendremos que comprometernos con hechos.

NUEVO ESTATUTO POLITICO. SOBERANIA

Ustedes saben que el debate en el País Vasco se centra ahora en la propuesta de Nuevo Estatuto. Con ella, el Gobierno vasco marcó una iniciativa que actuó de auténtico revulsivo político en el Estado español. Nosotros, un pueblo pequeño, fuimos capaces de dar respuesta a una estrategia de acoso como la que el Gobierno del PP mantenía contra los vascos. Y lo hicimos desde un análisis contrastado del bloqueo en el que se pretendía anclar a nuestro autogobierno.

Los tres partidos que sustentamos al ejecutivo vasco hicimos un gran esfuerzo de consenso y síntesis para formular lo que concebimos como un nuevo marco de convivencia. Las legítimas aspiraciones de EA, PNV y EB-IU quedaron aparcadas en el común esfuerzo de formular una propuesta. Pero, eso sí, en una clara línea soberanista. Es nuestro planteamiento de mínimos.

Les digo, sinceramente, que hemos iniciado el camino para avanzar, no para quedarnos en el mismo sitio. Y eso debe quedar claro. Ahora estamos en un debate parlamentario fuera ya de toda sospecha. El pronunciamiento del Tribunal Constitucional al rechazar la impugnación que el Gobierno del PP presentó contra la propuesta ha posibilitado que el legislativo vasco establezca sin interferencias el calendario de discusión de la iniciativa.

Porque aunque a ustedes les parezca extraño, lo que pretendió el señor Aznar al frente del anterior Gobierno fue impedir no ya el éxito de nuestra iniciativa para un nuevo pacto, sino tan siquiera que esta pudiera debatirse en el Legislativo. Para conseguir su objetivo presionó al poder judicial y algunos señalados miembros del mismo se sumaron a esa estrategia.

La cruzada contra el proyecto ha remitido, que no ha desaparecido, y yo soy partidario de afrontar el debate con serenidad, sin prisas ni urgencias, pero también sin pausas y, desde luego, sin maniobras dilatorias.

Aprovecho además este encuentro con ustedes para afirmar el carácter democrático y la viabilidad de la iniciativa a pesar de las muchas mentiras que se han divulgado en torno a su contenido.

Por aludir a las áreas bajo mi responsabilidad en el Gobierno vasco, les diré que, en lo relativo al poder judicial, nuestro modelo propone agotar todas las instancias judiciales en Euskadi. Se trata de sustituir al Estado en la Administración de Justicia en la CAV, con la aplicación de los mismos principios procesales y doctrina que rigen en el Estado. No se produce una ruptura de la unidad jurisdiccional. Se trata de completar la descentralización de los poderes del Estado y añadir a la del ejecutivo y el legislativo la del poder judicial.

Tampoco la apuesta por un marco vasco de relaciones laborales o un sistema de protección social propio fracturan principios inquebrantables porque se contemplan mecanismos para garantizar la solidaridad y no discriminación con los ciudadanos del conjunto del Estado. Lo que se requiere por parte de todos es una voluntad de leer las normas con flexibilidad y asumir que, al menos en política, no hay textos sagrados.

Yo abogo por un cambio constitucional sin límites apriorísticos ni viejos complejos. Los distintos gobiernos españoles, tanto los de Felipe González como los de José María Aznar, han mostrado pavor ante acuerdos para afrontar, si así se consensuara, la revisión de la Carta Magna en torno al modelo de vertebración territorial del Estado. Veremos ahora cómo acomete Rodríguez Zapatero esta cuestión, para nosotros, para Euskal Herria, de enorme trascendencia.

Entiendo que las democracias consolidadas nunca deben temer afrontar los cambios constitucionales cuando las nuevas circunstancias lo aconsejan y la ciudadanía lo demanda. En EEUU existe una amplia tradición al respecto y buena parte de las Constituciones de los estados miembros de la UE han sido reformadas.

Es vital que rescatemos la idea de que las normas están al servicio de los ciudadanos, de sus derechos, de su libertad, para procurarles mayor bienestar y para mejorar su convivencia. No al revés. Y de eso es de lo que se trata aquí y ahora. Además, y por lo que afecta a la propuesta política del Gobierno vasco, queda claro que serán los ciudadanos y ciudadanas quienes, en última instancia, se pronunciarán en una consulta sobre la conveniencia o no de un cambio de estatus jurídico-político.

Estoy seguro de que el pronunciamiento libre y en paz de la sociedad vasca se producirá y la clase política deberá acatar el resultado, porque no hay razón de fuerza que se pueda esgrimir contra un ejercicio democrático. Creo que debemos trabajar para que esa consulta se formule desde el máximo consenso, pero en cualquier caso, deberá producirse.

Ahora bien. ¿Qué ocurriría si tras la aprobación de esta propuesta política en el Parlamento Vasco, el Parlamento español lo rechazara? Sin duda sería una decisión legal, pero difícilmente podría obviarse el problema derivado de que la voluntad mayoritaria de la sociedad vasca no sea respetada. Si eso ocurriere el conflicto político e institucional estaría encima de la mesa.

SEGUNDA TRANSICION

Hemos entrado en otro momento histórico que algunos hemos convenido en llamar Segunda Transición. El Estatuto de Autonomía que se pactó hace 25 años no sirve hoy para dar satisfacción a las actuales aspiraciones de autogobierno. El Estatuto de Gernika no es ya el pacto que necesitamos para el Siglo XXI. En Euskadi, como en otras comunidades, como Cataluña, se afrontan nuevos modelos de relación con el Estado español.

El contenido que el Gobierno de mayoría absoluta del PP dio a sus actuaciones, obliga ahora a revisar muchas de ellas. La involución autonómica y el retroceso en las libertades han alcanzado tales cotas de degeneración democrática que es obligado reconstruir de nuevo el sistema político.

Yo considero que, en esta tarea, la experiencia nos debe enseñar a no cometer los mismos errores que se cometieron tras el final de la dictadura. Debemos recapitular para dar bases sólidas a la solución de problemas que, como el vasco, se afrontaron entonces desde el miedo y las incertidumbres, e, incluso, inmersos en el ruido de los sables.

Resulta, por tanto, inaplazable regenerar la democracia. Hay que adoptar medidas concretas para enmendar los ataques contra derechos básicos como, por ejemplo, el de representación política. Saben que este mismo mes se ha impedido a una candidatura de la izquierda abertzale concurrir a las elecciones europeas. Lo mismo que nos opusimos a la ley de Partido Políticos, creada para expulsar del mapa político a Batasuna, ahora también estamos en contra de mantener este veto por más tiempo, porque va contra los derechos cívicos y políticos y porque, además, nos aleja de la paz.

No estoy defendiendo a un partido que ha guardado silencio ante la violencia, Lo que creo es que, con ser deplorable, el silencio no es delito. Es rechazable. Es una cobardía. En todo caso, considero que no se pueden criminalizar las ideas.

Estamos en otra fase diferente a la hasta ahora vivida y coincide con un cambio político en el Gobierno del Estado que abre nuevas expectativas. De todos modos, está aún por ver el alcance de ese cambio.

Para que quede claro, también aquí en la Casa Vasca de Nueva York: para Eusko Alkartasuna el límite para un acuerdo de futuro está en el reconocimiento por parte de todos de que seremos lo que los vascos y vascas queramos ser. Nos guste o no, sea nuestra propuesta o no. Si decidimos libre y democráticamente continuar con el Estatuto de Gernika, lo aceptaremos. Si nos posicionamos por menos autogobierno, también. Pero si queremos más autogobierno e, incluso, la independencia, todos deberemos aceptarlo, también el Estado español y, en su caso, también el Estado francés. Esa es la gran prueba de la democracia, aceptar también lo que nos disgusta.

No se pueden poner puertas al campo de la voluntad ciudadana ni se puede limitar derechos como el Derecho de Autodeterminación. Estamos en la hora del respeto a las personas y a sus derechos; a los pueblos y a sus derechos.

EL ENIGMA ZAPATERO

El nuevo presidente del Gobierno español aprovechó su investidura para desgranar lo que son sus planes e intenciones. Mi partido, como otros, optó por la abstención y pidió que esta posición se entendiera como una puerta abierta a la esperanza. Porque lo cierto es que José Luis Rodríguez Zapatero no nos aclaró cómo va a afrontar la resolución del denominado problema vasco.

Sabemos que en el terreno de los propósitos y de los talantes es relativamente fácil moverse, pero son los hechos los que nos darán prueba de la verdadera voluntad. Y como he dicho antes, los dos hechos más importantes que hemos visto en estos meses sólo responden a una mera continuación de la política del PP: la ilegalización de Herritarren Zerrenda y el reforzamiento del Pacto Antiterrorista.

No debemos ignorar, por otro lado, que el PSOE ha sido complaciente ante los excesos del PP en el vapuleo a los derechos y libertades fundamentales. La Ley de Partidos, las sucesivas reformas legales guiadas por un afán vengativo, las modificaciones del Código Penal, el cierre de periódicos, el asalto al poder judicial…

Hasta Amnistía Internacional en su informe anual 2004, que se presentó el mes pasado, ha denunciado el recorte de libertades en el Estado Español y debo recordar que sucedió sin que el PSOE plantase cara, incluso con su concurso en demasiadas ocasiones

Ha llegado la hora del acuerdo. Por eso, y porque siempre hemos sido firmes defensores de la máxima de que hablando se entiende la gente, es por lo que hemos emplazado a Rodríguez Zapatero y al PSOE a iniciar un diálogo honesto, sincero y sin tabúes.

Y debemos realizar un diálogo entre todos -y decir todos en Euskal Herria significa incluir al espectro político representado por la denominada izquierda abertzale-, sólo así, desde ese diálogo multipartito y con el respaldo de los agentes sociales, será posible abordar soluciones de futuro.

Se deben dar pasos. No pierdo oportunidad de reclamarlos y aquí, en la Casa Vasca de Nueva York, vuelvo a demandar al presidente del Gobierno español que diga si realmente pretende encauzar la solución al denominado conflicto vasco. Rodríguez Zapatero habló en su día de fuerza y honor. Yo le pido tres actitudes: coraje político, valentía y radicalidad democrática, para admitir que Euskal Herria es un pueblo que tiene derecho a decidir su futuro y para reconocer que estamos ante un problema político que tiene que ser resuelto desde el acuerdo político. El mismo coraje político, la misma valentía y la misma radicalidad democrática que en su día demostró el inquilino de Downing Street respecto al caso irlandés.

Está claro que ETA, en tanto que organización armada, no representa a la sociedad vasca y no tiene sitio ni voz en la transición que tenemos por delante y debe declarar una tregua sólida y creíble que haga posible encarar políticamente un nuevo escenario.

Pero es también deber del Gobierno español, y no quiero realizar falsas equidistancias, afrontar con lucidez y audacia el nuevo momento; y es responsabilidad de todos contribuir a que esta Segunda Transición no se malogre. Rodríguez Zapatero debe hacer todo lo contrario de lo que hizo Aznar (tregua-trampa, detención de la interlocución de ETA, criminalización de todo el nacionalismo, alejamiento de los presos). Y debe empezar por humanizar el conflicto: acercar a los presos y respetar sus derechos humanos (denuncias de torturas recogidas por Amnistía Internacional).

LA EUSKADI DEL BINESTAR. LA EUSKADI SOCIAL

Antes de concluir, quisiera refutar ante ustedes uno de los clichés en boga que se aplica a los nacionalistas vascos para acusarnos de pretender no sólo la fractura social de la sociedad vasca sino también su ruina. Hasta se han promocionado fantasmales estudios con afán de probar que el camino de la soberanía es el camino del abismo. Nada más lejos de la verdad.

Y empiezo por subrayar lo absurdo de tan maliciosa, infundada e injusta crítica cuando de lo que se trata precisamente es de cohesionar a la sociedad vasca en torno a un autogobierno que significa bienestar y que está basado en la justicia y en políticas claras contra la exclusión social.

Desde nuestra posición progresista y socialdemócrata que mantenemos como partido, debemos manifestar que no hay construcción nacional sin construcción social. Una y otra son dos caras de la misma moneda: el bienestar y la dignidad de las personas y los pueblos.

Hace apenas dos meses que una organización de prestigio como la Fundación La Caixa presentaba su Anuario Social de España 2004. Los datos de su radiografía, que habitualmente merecen el respeto por su contrastada profesionalidad, no dejaron lugar a dudas y situaban a Euskal Herria, la Comunidad Autónoma del País Vasco y Navarra, en un lugar de cabeza.

No se trata de establecer comparaciones, sino de constatar que el autogobierno vasco se ha puesto al servicio de los ciudadanos para mejorar su calidad de vida y sus expectativas de futuro.

Hemos puesto en marcha políticas pioneras de lucha contra la exclusión social, como la Renta Básica o las Ayudas de Emergencia social; de Ayuda a la Familia, de Empleo, de lucha contra la violencia doméstica, de vivienda, de formación… A título de ejemplo, les diré que el gasto publico contra la pobreza en Euskadi quintuplica la media española según el informe del profesor Luis Ayala, de la Universidad Castilla-La Mancha.

LA DIASPORA. CONTAMOS CON VOSOTROS

El autogobierno nos permite afrontar la responsabilidad de responder a los problemas de nuestros ciudadanos y ciudadanas con mayor eficacia. Para avanzar y profundizar en él necesitamos y contamos con los agentes sociales, como os necesitamos y contamos también con vosotros, los vascos y vascas que os encontráis fuera, en la diáspora.

Vosotros mejor que nadie conocéis la importancia de ese vínculo de identidad que nos une. El sentimiento de pertenencia a un pueblo por encima de coyunturas y circunstancias se erige en elemento sustancial y aglutinador, no sólo de nuestro pasado, de nuestra historia, sino también del futuro. Por eso, la propuesta de Nuevo Estatuto Político reconoce en su título preliminar a la diáspora vasca.

Ha existido un deseo expreso de teneros en cuenta en el que será el instrumento jurídico de nuestro próximo futuro, si así lo decidimos. Su articulado recoge que ´todas las personas residentes en el exterior´ así como sus descendientes que lo soliciten podrán gozar tanto de la nacionalidad vasca como de los ´derechos políticos que correspondan a los ciudadanos y ciudadanos vascos´

El compromiso de las instituciones para con las colectividades vascas en la diáspora ha quedado fuera de toda duda. Hablamos de un compromiso estable, sólido y sincero y por eso la propuesta contempla fomentar vínculos sociales, económicos y culturales.

De hecho, la propuesta avanza que una Ley del Parlamento Vasco regulará las relaciones con los centros vascos en el exterior así como ´los derechos y prestaciones´ que se estimen oportunos.

Se contempla, igualmente, que para prestar la mejor asistencia posible a los miembros de las colectividades vascas en el exterior, las instituciones vascas podrán formalizar convenios y tratados de cooperación con instituciones públicas y privadas de los países en los que se encuentran.

El objetivo es, por supuesto, mejorar vuestra calidad de vida, vuestro bienestar que es también el nuestro porque todos somos el mismo pueblo y Euskal Herria se hace con vosotros; necesita de vosotros para hacerse realmente.

Queremos una nueva herramienta en la seguridad de que nos va a permitir hacer mejor las cosas en beneficio de los ciudadanos vascos, de todos; de los que residen en Euskal Herria y de los que os encontráis fuera de ella.

Lo que ahora reclamamos con la propuesta de Nuevo Estatuto Político es precisamente un nuevo pacto para convivir desde el respeto a los derechos nacionales que como pueblo, como ciudadanía libre y soberana, nos asisten. No queremos construir el futuro desde el enfrentamiento, sino desde la solidaridad y desde la justicia social.

Creo que la soberanía es una garantía de bienestar para todos los ciudadanos y por eso la defiendo con la misma radicalidad democrática con la que exijo y defiendo el respeto a los derechos humanos de todas las personas, incluidos los de las personas presas -independientemente de la naturaleza y gravedad de su delito- que tantas reservas suscitan a algunos.

Soy un convencido de que la mejor receta, más real y menos mágica, para combatir los problemas y males de nuestro tiempo es bien sencilla: más democracia y más libertad. Siguiendo esta receta,- que en general el mundo debería adoptar en detrimento de ardores guerreros que sólo sirven apara alimentar la espiral de la violencia y no para desactivarla- también el conflicto vasco encontrará su solución. Es cuestión de libertad y de democracia.
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Fuente: Eusko Alkartasuna