Eusko Alkartasuna ha celebrado esta semana el 32 aniversario de su nacimiento, en unas circunstancias y con unos objetivos que nos han hecho inmunes a tentaciones, tan presentes en otros partidos, de dejarnos llevar por la situación y abjurar de nuestros principios. Repetimos estos días que la afiliación de Eusko Alkartasuna es heredera personas que han dejado una profunda huella en el país y que han tenido una característica común por encima de otras: la coherencia. Coherencia que hizo dimitir al lehendakari Garaikoetxea para no romper una promesa realizada al electorado; coherencia de Imanol Murua, que se negó a comulgar con ruedas de molino para continuar como diputado general de Gipuzkoa; coherencia de quienes, como el propio Murua, y desde un pacifismo militante, se negaron a colaborar con el reclutamiento de jóvenes para la “mili” aunque ello les costase la inhabilitación,… Coherencia con mayúsculas es nuestra principal seña de identidad.

Seguir por la senda marcada por Garaikoetxea, Murua, Ugalde, Mitxelena, etc. nos produce un orgullo que no nos molestamos en disimular. Así que entendemos que haya quien se quiere apropiar de nuestros referentes, sobre todo a menos de un año de las elecciones municipales. Pero ser herederos de personas de esa talla política y humana hay que merecerlo, no basta con desearlo.

Cuando Xabier Txurruka, el alcalde jeltzale de Zarautz, intenta contraponer la actuación de Imanol Murua hace veinte años con la de los representantes de EA y EH Bildu en la actualidad no hace un análisis real de la situación, sino que simplemente intenta deslegitimar a la formación que ha protagonizado todos los cambios de calado que se han dado en Euskal Herria en las últimas décadas, desde la coherencia.

Fue Eusko Alkartasuna quien acuñó la expresión “Todos los derechos para todas las personas”, allá por los 90. Fue Eusko Alkartasuna quien consiguió mover al PNV más regionalista a posturas acordes con su afiliación y reivindicar la autodeterminación, no solo en el Alderdi Eguna, sino también en las instituciones. Fue Eusko Alkartasuna quien hizo posible la unidad de la izquierda soberanista para conseguir avanzar en la libertad nacional y la justicia social de este país. Y todo ello desde la lealtad a nuestros principios fundacionales: independencia, derechos humanos y socialdemocracia.

No obstante, entendemos que alguien de un partido que acuerda un documento en el Parlamento Vasco y al de dos días dice que el mismo no vale, tenga un concepto algo diferente de la coherencia.

Recordamos al señor Txurruka que Eusko Alkartasuna declaró públicamente –textualmente y por escrito- que hacía suyo el homenaje del Ayuntamiento de Zarautz a José Ignacio Iruretagoiena. No podía ser de otra forma, nuestro sentimiento en el vigésimo aniversario de su asesinato fue el mismo que el de Imanol Murua en el momento de la tragedia: rechazo absoluto de la violencia y solidaridad total con la familia y allegados, subrayando la gravedad de atentar contra un cargo público, representante de la voluntad popular.

Eso lo sabe perfectamente Txurruka, que crítica la actitud de Eusko Alkartasuna no porque haya el más mínimo resquicio de duda sobre nuestro pacifismo, sino porque no acepta la crítica ni tiene cintura política para adecuarse a un nuevo tiempo político, en el que partiendo del rechazo radical a toda expresión de violencia de motivación política, se den los pasos adelante que necesita este país en la ilusionante etapa post-ETA.

Y lo más necesario en el reto de mirar adelante para construir una nueva convivencia que tienda los puentes dinamitados durante tantos años es realizar políticas inclusivas, en las que nadie se pueda sentir excluido. Tenemos ejemplos muy cercanos, en Errenteria o Azpeitia, por ejemplo, de municipios incluso más castigados por la violencia que Zarautz, donde con voluntad política se consiguen avances. Ello requiere mucho trabajo discreto, alejado de los focos, pero es lo que marcará la diferencia con la etapa anterior y nos permitirá superarla.

Pero hace falta que se cumpla una condición básica a la que no todos los alcaldes y formaciones políticas están dispuestos en un curso electoral: hay que renunciar a tratar de ganar votos con titulares llamativos y a rentabilizar en votos la tragedia que ha vivido la sociedad vasca en las últimas décadas. Y el PNV en Zarautz, con Xabier Txurruka como máximo representante, no parece dispuesto a ello.

Juan Luis Illarramendi, Coordinador de Eusko Alkartasuna de Zarautz