Afirma que «el camino está trazado» por la dirección de su partido y revela que no fue posible su labor para aproximar posiciones Carlos Garaikoetxea ha roto su silencio sobre el debate suscitado en su partido en torno a la decisión de no reeditar una coalición electoral con el PNV. El ex presidente de EA mide sus palabras, consciente de que toca un asunto delicado y sensible. Cree que el «camino está trazado» para acudir en solitario a los comicios, aunque a la vez considera legítimo que pueda proponerse un congreso extraordinario para reconsiderar la cuestión. No obstante, opina que algunos mensajes en favor de la alianza «parecen la propaganda del adversario».

-¿Por qué ha decidido romper su silencio?

-Usted sabe que he rehusado conceder entrevistas por respeto a un proceso de deliberaciones y a una decisión que tenía lugar en la dirección nacional de EA. Habiendo criticado en otras ocasiones que se precipitaran declaraciones de responsables del partido cuando todavía tales decisiones no se habían adoptado, condicionando y dificultando procesos de negociación, hubiera sido una incoherencia haberlo hecho por mi parte en este caso. Hoy las decisiones están adoptadas por la Ejecutiva Nacional. Me encuentro libre de esa preocupación y no tengo problemas para asumir lo que ha sido decidido. El camino está trazado por la dirección del partido.

-Pero de usted se ha dicho que estaba en contra de la coalición y a favor. ¿Lo podría aclarar?

-Se ha dicho, efectivamente, una cosa y la contraria. Siempre se corre el riesgo de que lo que uno dice tenga interpretaciones interesadas. Mi única intervención en ese proceso, cuando fui requerido por las dos partes para emitir una opinión, estuvo encaminada a lograr un cierto acercamiento, que no era posible por la propia naturaleza del conflicto. Es todo lo que puedo decir. Algo difícil dada la materia a discusión sobre todo teniendo en cuenta que había una tercera parte, que era el PNV, cuyos criterios yo ignoro y que contaban también para que resultara viable cualquier fórmula de acercamiento. Sobre todo cuando leíamos con frecuencia noticias inspiradas en fuentes del PNV en las que se afirmaba la determinación de debilitar la posición de EA en la coalición y restarle peso específico. Yo siempre hice una clarificación. Cooperación no es igual que coalición. Con coalición o sin coalición la cooperación debería seguir existiendo. Se ha manejado un pequeño sofisma en virtud del cual con esta decisión se arruina una posible colaboración entre fuerzas del nacionalismo democrático e institucional. Algo que es totalmente falso.

-¿Considera el asunto zanjado?

-Sí, porque la presidenta del partido, lo cual es particularmente significativo en este caso, lo ha dicho con rotundidad y reiteración, hablando en nombre propio y de la Ejecutiva Nacional. Otra cosa es si la pregunta se relaciona con rumores sobre un posible replanteamiento del asunto en una Asamblea Nacional o en un congreso extraordinario y que dentro de los mecanismos que estatutariamente caben pudiera replantearse. Teóricamente siempre eso está abierto. Habiéndose pronunciado el órgano habitualmente competente y estando previsto estatutariamente, como en todos los partidos, que hay que comparecer con un proyecto propio, y no acudiendo a una instancia en todo caso más próxima como es la Asamblea Nacional, el asunto del congreso resulta algo sorprendente. Lo que no me parece ni legítimo ni presentable, por no emplear una palabra más gruesa, es que algunas personas, en especial si son responsables de cargos relevantes en el partido, puedan hacer declaraciones públicas y difundir escritos degradando de una manera inexplicable la propia imagen del partido, minusvalorando la misma, cayendo en un absurdo derrotismo, en contraste con gentes que hacen otras cosas. Cuando Aralar y Ezker Batua deciden hacer una coalición no hablan de hacerla para evitar un caos o una debacle electoral sino de nobles objetivos estratégicos. Es del género idiota o algo peor que, en lugar de actuar de acuerdo con la democracia interna de una formación, algunos se dediquen a escribir de manera inexplicable cosas que parecen la propaganda del adversario contra el propio partido y sus expectativas electorales. Eso desgasta a cualquier partido y sería motivo de una reacción fulminante en cualquier partido que no tuviera unas coordenadas democráticas tan abiertas como las tiene EA.

-¿Se está refiriendo usted al pronunciamiento de algunos alcaldes guipuzcoanos?

-No. Me refería a algunos escritos que he tenido la desgracia de leer de algún representante del partido y a la secuencia de algunas cartas.

-¿Y si en determinados municipios los defensores en EA de la coalición con el PNV decidieran compartir con este partido las listas?

-No lo creo, y si se da ese supuesto, sería un daño irreparable que se produciría sin duda, pero naturalmente no serían representantes de EA.

-Pero este asunto sigue dividiendo a EA…

-Todas las discusiones apasionadas sobre éste u otros temas que los partidos tienen con mucha frecuencia siempre consumen energías que estarían mejor dirigidas a otras cosas, pero es la vida de los partidos democráticos que discuten los temas y toman las decisiones por mayoría. A veces las mayorías, aunque sean exiguas, son la única regla democrática. Y esas mayorías, muchas veces, tienen componentes de todo tipo, como de lealtad personal. La propia presidenta considera que la decisión marca el camino. Y punto. Eso es lo que ha dicho ella.

-¿Queda en cuestión el liderazgo de Begoña Errazti?

-No. Creo que se están mezclando interesadamente mensajes de ese tipo, pero no está en cuestión.

-Parece que un sector de EA impulsa un congreso extraordinario que reconsidere la decisión de ir en solitario a las elecciones…

-Mi apuesta es respaldar a la dirección del partido. Pero es legítimo cualquier recurso a las posibilidades que abren los estatutos, que pasarían primero por una Asamblea Nacional, lo cual ya sería un recurso extraordinario.

-¿Aflora en EA el clásico debate sobre su futuro espacio entre quienes miran al PNV como compañero de viaje y quienes lo hacen a la izquierda abertzale?

-Alguien se ha extralimitado cuando ha llegado a insinuar que no apoyar la coalición con el PNV suponía ir con la izquierda abertzale que no condena la violencia, con lo cual estaba imputando de una manera escandalosa una inexactitud a sus oponentes. Es algo falaz. Eso no es verdad. EA tiene un proyecto. Si por algo se caracterizó es que fue inédito, socialdemocrático de inspiración humanista -no había socialdemocracia en el nacionalismo vasco- y tuvo el arrojo de huir de toda ambigüedad en la reivindicación de la cuestión nacional, lo cual conlleva ciertos costes porque la ambigüedad, a veces, es un recurso más hábil al recoger votos de un lado y de otro. Propugna un derecho de autodeterminación sin circunloquios ni ambigüedades y ejerce una oposición rotunda a toda violencia. Será un espacio al que se han aproximado otros, pero es el espacio específico de EA frente a una izquierda dogmática, atípica, rupturista, que se encarnaba en la llamada izquierda abertzale, y frente a un proyecto legítimo y de carácter conservador como el del PNV.

-Yendo en solitario a las urnas, ¿se juega EA su ser o no ser como partido en las elecciones forales y municipales?

-En absoluto. Estoy seguro de que el vivero electoral que tiene EA sigue ahí. Dispone de una organización municipal muy importante que se va a activar. Sin duda.

-¿Cree que el proceso de paz marcha bien?

-Hay una hoja de ruta que se está cumpliendo, con momentos de crisis y altibajos que estamos atravesando. Estos altibajos son magnificados o lo contrario por las partes en liza según sus intereses y sus roles en el proceso. Pero el asunto sigue y además tiene muy difícil vuelta atrás.

-En la ´cocina´ del diálogo hay tres actores: PSOE, PNV e izquierda abertzale. ¿Y EA?

-Está también en esa cocina. El miércoles, por ejemplo, EA estaba reunido con algún actor principal pero no lo hizo público. La forma más honesta y eficaz de coadyuvar es estar desde el principio en las más diversas plataformas, aunque no haga de ello un elemento de rentabilidad partidista.

La «ambigüedad»

-Respecto al diálogo, ¿teme que el PNV llegue a un acuerdo demasiados «ambiguo» con el PSOE?

-Cuando oigo ciertas declaraciones de responsables del PNV pues a veces sí me preocupo. El otro día leía una entrevista con Josu Jon Imaz, al que le tengo un gran afecto personal, que decía algunas cosas que me preocupan. Por ejemplo, que la ambigüedad es el recurso para poder avanzar en determinados procesos. Pero la ambigüedad siempre se interpreta por el más fuerte y la experiencia histórica nos demuestra que nos ha hundido el Estatuto porque el que tiene la sartén por el mango es el fuerte. A veces se dice que todo es defendible, pero el problema es que haya vías expeditas en la legalidad que el monopolio de la fuerza del Estado permita. Y así se están produciendo muchos conceptos que son sofismas e incluso falacias. A veces me preocupa lo que quizá sean actuaciones tácticas. Pero tampoco tengo que hacer un proceso de intenciones al PNV con el que, sobre todo en el Gobierno Vasco, estamos colaborando lealmente y con una gran simbiosis con el lehendakari lbarretxe.

-¿No le gustan las mayorías transversales?

-Me parece fenomenal que haya mayorías amplias, si son posibles. Ojalá se den, pero que no se convierta esto en la excusa para justificar el derecho de veto de la minoría contra la mayoría.

¿Estamos en el umbral de encauzar el contencioso vasco?

-Creo que sí, siempre he pensado que teníamos solución, lo que pasa es que hay coyunturas más adecuadas que otras.

-¿Con dos mesas de diálogo, una entre el Gobierno y ETA y otra entre los partidos vascos?

-Yo propuse ya en el año 82 que ETA tenía que abdicar en HB la negociación política. De manera que me alegro de que se haya asumido esa fórmula de dos mesas. Pero tampoco pueden convertirse en un juego de pillos políticos porque los estímulos entre las dos mesas se están produciendo. Por otro lado, el debate sobre la autodeterminación está cada vez más abierto. Y lo estará cada vez más. Está más abierto que hace 20 años al inicio de la transición; está más abierto que hace 70 años con el primer Gobierno Vasco…

-¿A Zapatero le ve dispuesto?

-Respecto a un proceso de paz sí, aunque está siendo un poco lento en medidas preliminares, que tienen incluso a favor las recomendaciones legales, como es la política penitenciaria. Comprendo sus dificultades, pero algunas son más elementos de transacción que se reserva a otro momento negociador. Dilatar por eso el acercamiento de presos me parece mal. Me sorprende porque Zapatero ha demostrado coraje en otros temas.

-¿Es posible un acuerdo sobre el derecho de decisión?

-Cosas que hoy parecen impensables mañana dejan de serlo con la maduración de las condiciones democráticas. Por eso insistiremos en la idea del derecho de decisión. Si vemos que las posturas son irreconciliables a lo mejor mañana conseguimos, en determinadas condiciones, con un calendario temporal lógico, un proceso acreditativo para demostrar que la voluntad no es flor de un día, o azar de una consulta, sino fruto de un proceso reiterativo temporal y lógico de decisiones democráticas.

-¿Y Navarra?

-Para mí es el tema más sensible. Recuerde que cuando hablé la primera vez de la dieta entre Vascongadas y Navarra me llovieron críticas desde Arzalluz hasta la llamada izquierda abertzale. Hoy hasta ETA está hablando de la dieta. Hace unos años empezamos por el órgano permanente de cooperación. Si se quita el gran elemento manipulador, como ha sido el de la violencia, se abre el camino para un camino político civilizado. Con un Estado español inmerso en una Europa democrática, es difícil que a la larga se pueda estar rehuyendo a una mayoría social.

ALBERTO SURIO/ diariovasco.com

Fuente: Carlos Garaikoetxea