Carlos Garaikoetxea defiende el acuerdo para frenar. un giro del PNV hacia los socialistas pero no oculta. su malestar por la «actitud impositiva» jeltzale

Nieva copiosamente en Pamplona y la ciudad está colapsada por el temporal esta mañana de enero. Carlos Garaikoetxea, fundador y ex presidente de Eusko Alkartasuna, insiste en que está retirado de la dirección de su partido, que sólo habla como militante de base a título exclusivamente personal. Pero Garaikoetxea sigue siendo una autoridad moral y una referencia interna a la hora de reflexionar en voz alta sobre la coalición con el PNV y no ocultar una conciencia crítica ante el acuerdo.

-Asegura que usted está ya retirado, pero hay quienes piensan que en el fondo maneja los hilos en la sombra de Eusko Alkartasuna.

-Soy militante de base del partido, no ocupo responsabilidades en la dirección y mis opiniones son estrictamente personales. Eso que quede claro.

-Da la impresión de que a usted no le gusta demasiado el acuerdo de coalición alcanzado por su partido con el PNV. ¿Me equivoco?

-Podría no gustarme demasiado este acuerdo, pero sí he sido partidario de que hubiera un acuerdo. Es falso que yo haya estado contra la coalición. Ahora bien, siempre he pensado, especialmente desde sus inicios, que el PNV pretendía imponer unas propuestas. Ha habido un esfuerzo importante y creo que los negociadores de EA han tenido, además de la paciencia del Santo Job, una enorme flexibilidad en sus posturas por una razón fundamental: sabían que si no había una coalición con EA en este país tenía que haber algún tipo de coalición y ya sabemos cuál es la que potencial e históricamente se ha dado aquí, con el partido socialista, con lo que hubiera supuesto de cambio estratégico en el rumbo de la política del país. Es fácil comprender que aun cuando a uno le pueda gustar más o menos formar coaliciones hay ocasiones en las que desde esa perspectiva de país hay que desearlas. Si no hubiera salido, existía un riesgo objetivo de liquidación del proyecto soberanista. En ese sentido, EA ha aceptado al final este acuerdo, aun realizando concesiones importantes, para evitar este evidente riesgo de liquidación de un determinado proyecto. Eso es lo más importante.

-No se le ve demasiado entusiasmado.

-No quisiera dar ninguna connotación peyorativa al hecho de que los partidos, y en concreto EA, se presenten en coalición en las elecciones. Pero la obligación de cualquier partido es ser claro, ser absolutamente nítido en sus propuestas a la sociedad. La regla debe ser presentar sus propuestas a la sociedad y la excepción hacer coaliciones, pero eso no implica que uno esté sistemáticamente opuesto a hacer coaliciones. Y en el momento actual de este país es especialmente decisivo. Por eso una coalición PNV-EA es la única alternativa a una hipotética alianza del PNV con los socialistas.

-¿Se neutraliza así un giro estratégico del PNV hacia los socialistas?

-Sí, pero quiero aclarar que nunca he dicho que hubiera un pacto o un comienzo de negociación entre el PNV y el PSOE como alguien, desmesuradamente, interpretó palabras mías tras la segunda ruptura de la negociación. Yo vine a decir que, ante lo inexplicable de determinados ultimátum, quizá tuvieran razón los que llegaban a sospechar que pudieran reproducirse cosas de hace unos años, pensando en una entente alternativa con el PSOE, partido que merece todo el respeto por cierto.

El miedo escénico

-¿Admite que EA ha cedido más que el PNV en esta negociación?

-Francamente creo que sí. Para botón bastan algunas muestras. San Sebastián, por ejemplo. Si estaba en juego lo que el PNV decía, la globalidad del acuerdo, cuando se produjo la segunda ruptura ya se había ofrecido por parte de EA una coalición en municipios que concentran más del 90% de la población vasca. Este tema no era pues el escollo ni el caballo de batalla. No era serio decir que EA no había accedido a la cuestión de la globalidad. Toda regla tiene su excepción. En esta coalición había un elemento justificativo importante, que no era el reparto de concejalías como se ha dicho por ahí maliciosamente, sino el derecho a compartir un proyecto soberanista y además había enfoques concertados en los ayuntamientos en los que se gobernaba conjuntamente. Pues tenía su lógica que hubiera municipios en los que no hubiera sintonía en cuestiones locales. Por eso era lógico que hubiera excepciones, pero el gran objetivo político común, de defender un cambio del marco político, es compartido.

-¿Quizá a EA le ha dado miedo escénico ir en solitario a las elecciones?

-Desde luego creo que tengo autoridad para decir que no. Somos de los pocos partidos que ha renunciado algún día a gobernar y uno de los pocos que ha dimitido por fidelidad a sus compromisos electorales. De manera que puede haber ese vértigo en algunos, pero no creo que en la dirección de EA. Y me consta que en su presidenta mucho menos.

-Había dos escollos: el alcance global o no del pacto y el criterio de representación. ¿Han cedido en los dos?

- Curiosamente, el PNV ha dicho que el problema era siempre la globalidad pero luego no ha podido haber acuerdos en municipios importantes como Bermeo o Tolosa. Curiosamente, en donde a EA le corresponde encabezar las candidaturas, no se da el acuerdo porque el PNV no quiere ceder los números unos a las alcaldías, y parece que la globalidad no tiene tanta importancia. Que cada cual saque sus propias conclusiones al respecto.

-¿Usted cree que en Gipuzkoa la batalla heredada de la escisión, y la rivalidad que planeaba desde entonces, la ha ganado ya definitivamente el PNV sobre Eusko Alkartasuna?

-Hay un botón de muestra de hasta qué punto EA ha cedido en aras de que pudiera haber coalición cuando ha renunciado a la cabecera histórica de San Sebastián. Pero rivalidad, en la mejor acepción del término en política, seguirá existiendo en la medida en que en EA y en el PNV haya gente que crea en su proyecto. La rivalidad cesa cuando la gente no cree en su proyecto.

-¿El papel del lehendakari Ibarretxe ha sido tan importante a la hora de mediar para propiciar un acuerdo entre los dos partidos?

-A nadie se oculta la relación cordial que yo tengo con el lehendakari Ibarretxe. Que nadie se engañe, a los cinco aparatos del PNV, los cuatro regionales y el nacional, con lo que hemos visto recientemente en los episodios registrados en Vizcaya, no puede influirlos ni el propio Arzalluz. Así que agradeciendo la hospitalidad que ha dado Ibarretxe prestando la dignidad de Ajuria Enea a los negociadores, que nadie saque consecuencias desmesuradas. Como ha dicho Ibarretxe y los representantes del PNV, el acuerdo es el resultado del esfuerzo de los negociadores y de la santa paciencia de mis compañeros de EA.

-Déjeme que le diga que parece que este acuerdo ha sido posible a pesar de Carlos Garaikoetxea.

-Pues mire usted, diría exactamente lo contrario porque siempre me he pronunciado en este y en anteriores casos a favor de un acuerdo, pero siempre me he pronunciado a favor de un acuerdo digno y equitativo y sobre todo de un juego leal en las negociaciones. Y me parece que en estas negociaciones ha habido cosas que no han estado muy bien.

Los intentos de puenteo

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo, los intentos de puentear a la comisión nacional porque cuando dos partidos acuerdan negociar designando sus respectivas comisiones, no me parece bien estar toquiteando, como se dice en mi tierra navarra, a otras instancias, atizando lógicas y comprensibles aspiraciones localistas. Eso por poner un ejemplo. Y por ejemplo afirmar por activa y por pasiva que se han alcanzado acuerdos al margen de la comisión nacional. Eso es una manera adecuada de negociar, dicho sea con un eufemismo. He dicho siempre que estoy al margen de todo el proceso negociador, que no tengo ninguna responsabilidad en EA, que no he puesto en ningún momento, ni pondré, palos en las ruedas de esa negociación. Eso lo quiero dejar muy claro.

-¿Peligra el espacio político de EA con esta coalición?

-Yo creo que no. Sólo lo desdibujará en aquellos que en su caso pudieran tener poca fe en el proyecto de EA. pero los que no crean en este proyecto, pues cuando antes se desvinculen de él suele ser mejor. Y hablo en términos no personalizables y muy genéricos. Esto pasa en todos los partidos, gentes que creen en el proyecto, gente que se mueve por idealismo y por una serie de convicciones y gentes que se burocratizan en los partidos y que piensan que la política consiste sólo en conquistar instituciones y en asegurar una serie de puestos. Esto pasa en todos los partidos. EA, especialmente desde los orígenes, no se caracterizó por ser una especie de PRI mexicano, apegado al poder de forma permanente, sino por la defensa coherente de sus ideas. Le recuerdo, por ejemplo, cuando Ardanza nos echó de un gobierno nacionalista por mantener posiciones en defensa de la soberanía y del derecho de autodeterminación de Euskal Herria. Pero aquí también, en EA. hay gentes que tienen más o menos consistencia sobre el proyecto.

-¿Qué opina de que Xabier Arzalluz haya anunciado el «apoyo moral» del PNV a la disuelta Batasuna?

-No me parece más que una apelación bastante elemental dirigida a un electorado que además se presta a confusión porque una cosa es estar en desacuerdo con su ilegalización y otra dar apoyo, que habría que explicar en qué consiste.

-El mandato de Xabier Arzalluz al frente del PNV se acerca a su última etapa. Parece que es una fase más complicada, con determinados movimientos que tienen como telón de fondo la sucesión. ¿Cómo contempla, por ejemplo, lo acontecido en Vizcaya?

-Lo que pasa es lo que sucede con los aprendices de brujo, que cuando alimentan y manejan de tal manera a los aparatos de los partidos pueden llegar a encontrarse un día con que se le vuelven con todo su inmenso poder. Algo parecido a lo que sucede cuando uno utiliza a determinados personajes, como el caso de Emilio Guevara, para derribar a un gobierno, y luego se encuentra con aquello del refrán: «El que a hierro mata a hierro muere», porque esos mismos personajes se le vuelven en su contra.

«El PNV ha forzado las cosas con Sudupe»

-En el caso de San Sebastián, la candidatura de Román Sudupe ¿no desautoriza a la ejecutiva nacional EA, que había señalado que no le respaldaría como ´alcaldable´?

-No voy a entrar en valoraciones personales una vez que las cosas ya están acordadas entre los dos partidos, pero entiendo que EA ha dado una muestra de generosidad en aras de garantizar que la coalición fuera entre nacionalistas. No hay más cera que la que arde y la otra alternativa era la de un pacto antes o después con los socialistas. Ahora bien, en este tema de San Sebastián creo sinceramente que el PNV se ha pasado. Hablo a título personal pero creo que no es bueno forzar las cosas hasta el extremo que las ha forzado. Esas cosas dejan siempre malos posos. Ha habido una excesiva generosidad por parte de EA. La pretensión del PNV ha sido invadir terrenos que habitualmente ha ocupado EA, entre ellos estaba Donostia, donde por cierto, cuando entró Elorza fue porque le apoyó el PNV en 1991, cuando EA tenía mejor derecho. Dicho esto, no seré yo quien critique a mis compañeros de partido.

-A usted le condiciona que Sudupe fuera en su día presidente del EBB en plena escisión…

-Eso para mí no tiene la menor incidencia. Si Sudupe hubiera tenido que ser apoyado como candidato a diputado general, como se hizo la otra vez, ni yo ni nadie de EA habría puesto la menor oposición. Ha sido esa especie vuelta de tuerca de querer ocupar la cabecera de lugares que correspondían a EA la que nos ha parecido una actitud impositiva y paradójica. Si alguien propone una coalición argumentando que con ello se gana, como hizo el PNV, no deja de ser curioso que uno empiece exigiendo que su interlocutor reduzca su actual representación. Y esto ha campeado en las propuestas del PNV. Pero esto es mirar al pasado. Hoy estamos donde estamos y mis compañeros de EA negociadores tienen todo mi respeto.

ALBERTO SURIO/ diariovasco.com
Fuente: Carlos Garaikoetxea