El curso escolar de este inolvidable 2020 comienza mal en muchos lugares de nuestro país. Cierto es que la situación en la que nos encontramos, generada por una pandemia, el confinamiento, las no fiestas y unas vacaciones diferentes no es agradable, ni fácil de gestionar, pero no puede ser excusa.
Es cierto que estamos ante una situación tan nueva y desconcertante que el trabajo habitual es más difícil que de costumbre. Sin embargo, las instituciones mayores a quienes compete preparar la famosa “Vuelta al Cole” han tenido desde que terminó el anterior curso escolar, para preparar la vuelta a clase y la segunda ola del Covid 19 y no lo han hecho. Podemos ser tajantes en esta afirmación porque los hechos y realidades así lo demuestran: no lo han hecho.
Desde Eusko Alkartasuna no ponemos en duda que si trabajadores y trabajadoras de Educación, que han realizado un esfuerzo ímprobo durante los meses de clases online, han respondido con una huelga al inicio de curso en la CAV ha sido con el objetivo de llamar la atención sobre la situación que viven y sufren en sus centros de trabajo. Otro tanto se puede decir de los y las trabajadoras del sector sanitario: esos héroes a los que salíamos a aplaudir a las 8 de la tarde no se han convertido en villanos que quieren fastidiar al recién creado Gobierno vasco.
El principal problema es el punto de partida y partimos de un sector público muy debilitado. El sector público lleva reflejando síntomas de estrés y de riesgo de fractura por mala gestión desde hace tiempo. Las huelgas de las trabajadoras de las residencias, las OPEs masivas anunciadas por las instituciones, los cierres de servicios sanitarios en fines de semana, etc. son síntomas de los problemas existentes.
El 40% del total del personal que trabaja en el sector público de Hego Euskal Herria es eventual. En la UE la media de personas trabajadoras que desempeñan su labor para el sector público es del 20%, mientras que en la CAV solo llega al 12%. Y ¿qué decir del sector público sanitario en Nafarroa, desmantelado sistemáticamente durante años por la derecha? Pese a los esfuerzos para recuperarlo iniciados la legislatura pasada o iniciativas, como la apertura de un campus público donde se podrá estudiar medicina, el sistema público navarro tiene unas carencias tan evidentes que ahora tratan de paliarlas con una institución tan desprestigiada en Euskal Herria como el ejército. ¿En serio al ejército es a quien recuren para actuar de rastreadores del Covid?
Ese diseño del sector público responde a decisiones ideológicas, no a la falta de dinero. Seguir haciendo las mismas políticas no es una opción válida. Hace falta voluntad e ideas. Desde EA y desde EH Bildu aportamos las dos cosas, porque, como decimos: No es cuestión de dinero sino de prioridades. De hecho, en la Ertzaintza, por ejemplo, no hay interinidad y hay partidas que nunca se recortan. Y dinero hay porque solo hay que recordar que Arantza Tapia pidió a Madrid que no suspendiera las adjudicaciones de las obras del TAV en pleno confinamiento. Obras, no lo olvidemos, cuyo pago adelanta el Gobierno Vasco, con la esperanza de que algún día las paguen desde Madrid, que es a quien corresponde pagar unas obras que son titularidad del Estado. Por cierto, obras que no son la primera preocupación de la mayoría social.
Por eso, en estos momentos necesitamos gobernantes capaces de trabajar con planes adecuados al aquí y ahora, y estrategias que miren en el medio plazo y el futuro. Por una parte, es evidente que hay que dar respuesta a las necesidades del curso escolar y del otoño en el que Covid19, gripe anual y catarros van a convivir con el resto de las enfermedades dificultando mucho el trabajo del personal sanitario.
El diseño del sector público de Hego Euskal Herria no ha dado buenos resultados: hay que plantear cambios de calado y en ese camino los ejecutivos van a tener ayuda, la nuestra, sin ir más lejos. Por otra parte, hay que construir un futuro en el que un sector público fuerte pueda responder mejor a futuros retos inéditos. Que vendrán.
Por esa razón, claro que es necesario y lícito criticar y protestar, pero también, y sobre todo, aportar. Ese ha sido el talante de las huelgas y movilizaciones de educación y sanidad, en las que las y los profesionales no han reclamado mejoras en sus condiciones laborales o sueldos, sino medidas para realizar su trabajo con garantías para alumnado y pacientes. Pero para el Gobierno Vasco y sus acólitos son huelgas políticas que se hacen para desgastar al PNV.
Los gobiernos de Lakua e Iruña se enfrentan a un reto que no pueden hacer solos. El Auzolan con la participación de la oposición, sindicatos y agentes sociales es siempre preferible, pero en esta ocasión, además, es necesario. Desde un punto de vista de inteligencia política también es recomendable, por aquello de que si nos equivocamos, nos equivocamos todos y si acertamos, también.
Es imprescindible que Gobiernos, oposición, sindicatos y agentes sociales juntos diseñemos el plan que haga frente a la etapa que vivimos. No se trata de tener las puertas abiertas, frase que parece haberse convertido en el mantra del nuevo Ejecutivo PNV-PSE, ni del buen talante público del PSN; es cuestión de voluntad política y de disposición a cambiar. Precisamos un pacto amplio que supere la tentación del rodillo. Cuando PNV y PSE/PSN hablan de autogobierno siempre aluden a que no vale con articular mayorías, sino que hay que buscar acuerdos transversales. El diseño de nuestro sector público también merece acuerdos amplios y escuchar las propuestas de toda la representación de la ciudadanía.