La salida de la cárcel de Arnaldo Otegi y la propuesta de las bases de EH Bildu para que sea candidato a la Lehendakaritza, han desatado un ansia por mirar al pasado que contrasta con lo que son las próximas elecciones: un proyecto para los próximos cuatro años en el que nos jugamos gran parte de nuestro futuro.

Todas las personas y organizaciones políticas tenemos nuestro pasado y un recorrido político sobre el que debemos reflexionar y sacar conclusiones para mirar al futuro. Arnaldo Otegi y la Izquierda Abertzale tienen un pasado, por supuesto, un pasado que no es compartido por el resto de los partidos miembros de la coalición EH Bildu, desde luego, no por Eusko Alkartasuna.

Y eso es precisamente lo que ofrecemos a la sociedad vasca: el camino que va desde un pasado en desacuerdo y conflicto, a un proyecto compartido para construir país y sociedad. Ofrecemos un camino de consenso, que no ha sido fácil de tejer, pero sí fructífero, y que mira al futuro.

Y no es que lo que proponemos sea dejar de mirar al pasado. En absoluto. Lo que decimos es que no nos podemos anclar en el pasado. En Euskal Herria el pasado hay que estudiarlo, analizarlo y tomarlo en cuenta para no cometer los mismos errores. Pero sobre todo, tenemos que asegurarnos que aquellas personas que tienen su vida condicionada por la violencia que asoló este país, no sientan que avanzamos sin ellas y sin el recuerdo de sus seres queridos.

Necesitamos iniciativas y foros para continuar analizando todas las vulneraciones de los derechos humanos que han sufrido las últimas generaciones de vascos y vascas. La de ETA, sí, por supuesto. Y todas las demás, también.

Solo quienes aun no han cumplido los 40 años vivirán la mayoría de su vida en un país sin violencia política. Por eso, los partidos políticos debemos tenerla muy presente en nuestro planteamiento, pero no solucionaremos el pasado mientras estemos decididos a que la violencia de las décadas pasadas condicionen el futuro.

Esos debates de “porque ustedes en Hipercor” respondidos por “y ustedes, la cal viva”… no confortan a las víctimas ni reivindican su memoria, nos anclan en el pasado, en lo peor de nuestro pasado, y nos impiden avanzar.

Efectivamente, hubo quien miró hacia otro lado cuando ETA mataba, incluso quien alentó esos asesinatos. Hubo quien justificó la violencia contra una parte del independentismo en esa violencia de ETA. Y mientras tanto, hubo quien seguía sin saber en qué cuneta estarían sus padres, tíos o abuelos. Hubo personas que denunciaban una violencia tras una pancarta, frente a otra pancarta contra otra violencia. Y hubo, la militancia de Eusko Alkartasuna por ejemplo, quien denunció toda violencia, toda vulneración de derechos humanos, sin preguntar quién la sufría y quién la ejercía. También hubo quien siguió con su vida felizmente ajeno a una violencia que no le tocó de lleno, o hasta que no le tocó de lleno.

Eusko Alkartasuna ha trabajado para conseguir reunir a personas que en su día estuvieron detrás de cada una de esas pancartas, o en ninguna, en un proyecto común, EH Bildu. Eso asegura que no olvidaremos el pasado, que lo seguiremos analizando de manera crítica, reivindicando y, sobre todo, intentando repararlo en la medida de lo posible. Igualmente, el esfuerzo realizado para hacer posible que esas pancartas se hayan superado a favor de un proyecto común garantiza que vamos a saber mirar al futuro para ofrecer un proyecto a la sociedad vasca.