Gorka Knörr, secretario general de Eusko Alkartasuna
Un día después del inicio de la guerra en Irak, uno no encuentra sino indignación e impotencia a su alrededor; incluso entre gentes de buena voluntad del PP que no comparten esta locura llevada a cabo por George Bush, con el vergonzoso apoyo de Blair y Aznar, para quedarse con el botín petrolero de Irak y reforzar la posición estratégica de un gobierno, el de los EE.UU., que vuelve por donde solía y que se obstina en ser el gendarme del mundo. Lo realmente preocupante es que lo quiera ser ahora respaldado por unos mandatarios de sendos gobiernos de estados de la UE, socavando la necesaria política unificada europea de cara a conformar un mundo multipolar.

Acabo de oir a Rumsfeld en rueda de prensa, afirmando que “el ejercito norteamericano es el mejor en la faz de la tierra”. Eso son razones, y lo demás no cuenta. ¿O es que no deberían contar las constantes violaciones que se han dado de las resoluciones de la Naciones Unidas? ¿Qué es lo que hace que los EE.UU. decidan, sin que nadie –excepto Aznar y Blair, por supuesto- se lo pida, que hay que atacar Irak y solamente Irak?

En los últimos 35 años, y como recordaba la líder verde en el Parlamento Europeo, Mónica Frassoni, se han violado 106 resoluciones de la ONU: de esas violaciones, 31 corresponden a los israelíes, 23 a Turquía y 18 a Marruecos. Existe pues un modo totalmente arbitrario de actuar frente a unas y otras violaciones, lo que resta toda credibilidad al discurso falaz de la defensa de la legalidad de Bush y de Aznar. Una falta de credibilidad a la que hay que sumar las responsabilidades particularmente reseñables de mandatarios como Blair y Aznar, en tanto que jefes de gobiernos de estados de la UE.

Porque, con todos los respetos, no somos norteamericanos, ni súbditos de los EE.UU. Y por lo tanto es preciso señalar que, además de haberse quebrantado la legalidad internacional, se está contraviniendo el tratado de la Unión Europea, cuyo artículo número 19 obliga a los miembros europeos del Consejo de Seguridad a defender las posiciones e intereses de la UE, cosa que evidentemente no han hecho. Y esto, como recordaba precisamente Mónica Frassoni en la sesión extraordinaria del Parlamento Europeo del 20 de Marzo, a las pocas horas de conocerse el inicio del ataque a Irak, hay que decirlo fuerte y claro.

Porque la UE debe tener su propia política y no puede consentir que personajes como Aznar y Blair actúen de modo tan desconsiderado, ilegal e incomprensible, contra el espíritu y la letra del tratado de la UE, y contra la opinión pública de los pueblos europeos. La ciudadanía europea, además, no puede quedar reducida, vía la falaz intervención del señor Aznar, a una suerte de agencia humanitaria de los señores de la guerra.

De todas las situaciones se aprende. De ésta también. Aprender de cómo las gasta el gobierno de los EE.UU., cuyo cinismo llega al punto de ofrecer como moneda de cambio un compromiso –ahora?- con el proceso de paz en Oriente Medio, cuando lo que está buscando no es sino asegurar el apoyo de Israel para las operaciones contra Irak. Y debemos señalar que no solamente vale con mantener posiciones firmes frente a tanto atropello, como han hecho Francia y Alemania. Para ulteriores y eventuales desmanes de gobernantes inmorales como Aznar, Blair o Bush, es preciso no solamente alzar la voz ante las respectivas opiniones públicas, sino también exigir, conforme al Artículo 19 del tratado de la UE, una posición común de los 15 estados miembros, máxime cuando la postura abiertamente contraria a la guerra de la presidencia de turno griega había facilitado las cosas.

Entretanto, que constancia de nuestra denuncia y de nuestra indignación, que proclamamos de un modo alto y claro, y de nuestra exigencia de que la Unión Europea cuente con una representación unitaria y permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Fuente: Gorka Knörr