Las fuerzas del cambio en Nafarroa han dado uno de los pasos más simbólicos y también esperados con la derogación de la Ley de Símbolos, la que tenía como único objetivo prohibir la ikurriña en el herrialde. Todavía queda pendiente la aprobación de una Ley no excluyente, que haga oficial la pluralidad de la ciudadanía de Nafarroa.
Cuando se consumó el cambio político que dejó a UPN en la oposición, Nafarroa tenía grandes retos –aun no solucionados pero en vía de ello- por la herencia dejada por el Gobierno de Barcina, con sus recortes en materia de servicios del Estado de Bienestar, sus corrupciones,… Sin embargo, los posibles cambios en la Ley de Símbolos eran una de las cuestiones que más expectación generaba, pese a que los partidos del cambio siempre han sido constantes y coherentes en la reivindicación de la derogación de dicha ley, lo cual dejaba poco espacio a las dudas sobre la actuación al respecto.
En su día, Eusko Alkartasuna dejó claro que la Ley vigente hasta esta semana respondía a “una visión excluyente y fundamentalista de la realidad Navarra”, subrayando que prohibía “la expresión de unos signos de identidad ampliamente admitidos y sentidos por gran parte de la ciudadanía navarra”.
En realidad, salvo UPN y PSN –al menos su dirección, no tanto su militancia- el resto de fuerzas habían denunciado la Ley de Símbolos por no reflejar la pluralidad de Nafarroa y responder a una visión excluyente de su ciudadanía y por prohibir un símbolo en concreto –la ikurriña, por supuesto- sentida como propia por muchos navarros y navarras.
Quienes se empeñan en ver imposición en la decisión aprobada por la mayoría del Parlamento Navarro, olvidan las diferentes identidades nacionales de los hombres y mujeres que viven en el herrialde. Cuando desde UPN se alude a la ikurriña como “la bandera de Alava, Bizkaia y Gipuzkoa”, obvian que la ikurriña es sentida como propia, tan propia como la bandera roja con las cadenas, por miles de navarros y navarras. Obvian también que es una bandera que cuelga en muchos ayuntamientos de Behe Nafarroa, Lapurdi y Zuberoa porque también es sentida como propia de manera mayoritaria por sus habitantes.
No existirá imposición porque el nuevo modelo se basa en la libertad y la capacidad de decidir de los ayuntamientos, para que las banderas que ondeen en cada municipio de un territorio tan extenso y plural como Nafarroa, responda a la identidad y la adhesión de sus habitantes. Y todo esto, sin tocar los símbolos propios de Nafarroa, que continuarán donde les corresponde.
Es decir, es un modelo mucho más democrático que el que nos ofrece el Estado, que impone la bandera española en municipios donde no solo no es bienvenida, sino que es considerada como una agresión.