“Las de Bildu son feísimas. Y no es cosa de ahora. Llevo años analizando a las mujeres de Batasuna, de Euskal Herritarrok, de Bildu, de Sortu y de todos los grupos proetarras o etarras (…) Son feas. Y ellos, muy cercanos en su aspecto al hombre de Cromañón”.

 

La eminencia que firma estas palabras es Alfonso Ussía, y fueron pronunciadas, además, para defender a Miguel Arias Cañete, ese hombre convencido de su superioridad intelectual sobre cualquier mujer.

 

Después de lo dicho por Cañete tras su debate con Valenciano, seguramente creíamos que no podíamos oír una barbaridad mayor sobre las mujeres. Pues ahí está Ussía para demostrar que sí. Ussía que, por cierto, debe tener algún tipo de complejo u obsesión en la que prefiero no pensar porque ataca de manera recurrente a las mujeres abertzales y lo más curioso, es que, a pesar de la distancia ideológica que nos separa, se refiere siempre a nuestro físico y forma de vestir. Nos ha dedicado artículos enteros y barbaridades propias de una mente enferma de odio.

 

Resulta asqueroso y no es sólo machista, es más: es misógino. Porque no le gustamos nosotras (eso que ganamos), es más, nos odia, pero ha hablado en términos vomitivos sobre mujeres de tan diferente ámbito político como Cristina Kirchner o Angela Merkel. Mira que un periodista no ya bueno, sino hasta uno mediocre, puede hablar de políticas en el ámbito de su responsabilidad, de lo que dicen y de lo que hacen. Pues no, habla de su físico e impregna los comentarios sobre ellas de una obscenidad asquerosa.

 

Misoginia, odio a las mujeres. Sobre todo a las que osan salir de los roles otorgados por la sociedad bienpensante de la que, por supuesto, Ussía forma parte.

 

Pero sin ir tan lejos como Ussía, el machismo está presente en el día a día de las mujeres que nos dedicamos a una actividad pública. La desproporcionada atención a la ropa, el pelo o el maquillaje de las mujeres políticas, por ejemplo, es muestra de machismo. Y hay cosas mucho más sutiles, como que en las elecciones autonómicas, el candidato del PNV fuera el señor Urkullu, el del PSE, el señor López; el del PP, el señor Basagoiti, y la de EH Bildu “Laura”. ¿Por qué esa diferencia en la denominación, no necesariamente malintencionada y hasta inconsciente en ocasiones, pero que muestra un trato diferente respecto a hombres y mujeres?

 

Y las mujeres cargos públicos de EH Bildu también hemos sufrido esa atención desproporcionada por nuestro aspecto. O no somos lo suficientemente sofisticadas y elegantes o somos directamente pijas. Y para quienes comentan nuestro aspecto, las dos cosas están mal, claro. Hay una corriente de opinión españolista que nos prefiere uniformadas, quieren que en nuestra forma de vestir se note qué pensamos y que somos independentistas. Critican a quienes creen ellos que cumplen con un estereotipo inventado pero, sobre todo, saltan sobre quienes no lo cumplimos. Nos quieren uniformadas y atadas a estereotipos para poder pensar que somos un guetto, un reducto raro dentro de la sociedad vasca. Alguno hasta prefiere pensar que si somos independentistas tiene que ser porque tenemos algún complejo raro, de feas concretamente. No entienden que somos muchas y que estamos en todos los ámbitos de la sociedad con normalidad. No lo entienden porque no nos conocen. A los independentistas no se nos nota en la cara que lo pensamos; en realidad, a nadie se le nota.

 

Las mentes bienpensantes no solo nos otorgan a las mujeres un papel en la familia y la sociedad. También nos dicen cómo debemos vestirnos y peinarnos, cuánto tenemos que pesar, cómo movernos y expresarnos para ser agradables a la vista. Lo lamentable es que si la sociedad no tuviera asumido este concepto tan estricto y estereotipado de la belleza, habría menos mujeres con trastornos alimentarios, complejos absurdos y dificultades para ser felices aun siendo inteligentes, divertidas, trabajadoras, valientes, comprometidas, solidarias, buenas amigas y, muy probablemente, también guapas, además de atractivas de mil maneras.

 

Las mujeres no somos un estereotipo en la cabeza de un obseso. Somos un importantísimo valor para el colectivo que confía en nosotras en igualdad. Por eso, me importa bastante poco lo que diga cualquier don nadie con pretensiones: conozco mi potencial y el de mis compañeras. Con ellas, y con los hombres sin prejuicios, hasta el fin del mundo, o hasta la independencia, por lo menos.

 

Iratxe Lopez de Aberasturi

Concejal de EH Bildu en Gasteiz, miembro de la Ejecutiva Nacional de Eusko Alkartasuna