Apartado de la batalla política diaria, Carlos Garaikoetxea acaba de
publicar sus memorias que, según revela, le han valido algún exabrupto,
pero ningún desmentido.

–En su libro, acusa a Arzalluz de utilizar métodos torticeros para
hacerse con el poder en el PNV.

–Miro al pasado sin ira, pero, efectivamente, hubo operaciones que me pusieron
en la tesitura de dimitir durante mi segundo gobierno. Y también hubo
una estrategia para hacerse con el control del partido.

–Arzalluz ha dicho que su libro no era más que plumas de pavo.

–Eso me deja tan tranquilo. Me preocuparía que me desmintieran y sólo
he recibido algún exabrupto, que entiendo. A nadie le gusta que le recuerden
un pecadete.

–¿La Casa del Rey se ha dirigido a usted? Hay un capítulo
en el que habla de la grabación a un periodista que explica supuestas
presiones del Rey sobre Arzalluz para provocar el echarle a usted del Gobierno
vasco.

–No se han dirigido a mí. No es su costumbre. Hay testimonios y pruebas.
Yo le pedí a un amigo que entregara esa cinta al Rey para que conociera
el testimonio al que me refiero. El Rey no contestó ni sí, ni
no. El que calla, otorga, puede ser una interpretación. Pero yo ni siquiera
hago ésa. Me limito a relatar algo que nos conmocionó.

–Alude varias veces al Rey. Y dibuja a un monarca que no acaba de conocer
qué pasa en Euskadi.

–No acepto que sólo se pueda hablar de la monarquía en términos
encomiásticos. No tenemos que jugar todos al consenso adulador.

–¿Cree que Aznar ha convertido a Arzalluz en el Le Pen español?

–Aznar es la expresión en España de un vendaval reaccionario
que afecta a Europa. Personifica la faz más dura de la derecha. No creo
que Arzalluz tenga nada que ver con Le Pen. Pero Aznar tampoco tenía
que haber hecho de él antes un ángel. A Arzalluz le han mitificado
quienes ahora le critican.

–¿Qué consecuencias puede tener la ilegalización de
Batasuna?

–Es un gran error. Perturbará la política vasca cuando el sector
social que apoya a ETA está en declive, ha perdido la mitad de sus votantes
y se está disgregando. Llevará a un cierre de filas y dará
argumentos a ETA.

–Pero, habrá que impedir que Batasuna siga aprovechándose
de los mecanismos democráticos para apoyar a los violentos.

–Las vísceras pueden pedir contundencia, pero la legislación
vigente da instrumentos para operar cuando hay responsabilidades concretas.
Aparte de eso, dudo de la eficacia de la nueva ley. ¿Cómo se impedirá
que agrupaciones electorales impulsadas por el mundo de Batasuna concurran a
las elecciones locales?

–Ibarretxe parece un día dispuesto a convocar un referendo de autodeterminación
y al otro se echa atrás. ¿Por qué esas dudas?

–Diría que las circunstancias no son ahora las más adecuadas.
Pero no renunciaría a mantener la expectativa de hacer algo en esta legislatura.

–ETA acaba de descartar una tregua, pero si la hubiera, ¿no carecería
de credibilidad?

–Quienes sufrimos un linchamiento político por propiciar la otra tregua
intentaríamos que se mojara alguien más, y pediríamos a
ETA más garantías. Si hay otra oportunidad, seremos más
cautelosos.

–¿Hay incomprensión entre el nacionalismo catalán y
vasco?

–No. En general hay una buena simbiosis. Pero son casos muy diferentes y no
debemos involucrar a Catalunya en nuestras situaciones.

–Pero CiU está dispuesta a apoyar la ilegalización de Batasuna.

–Sí, pero está poniendo observaciones. El drama de CiU, y del
PSOE aún más, es que sabe que ilegalizar a Batasuna influye en
el cómputo electoral. Aznar sabe que se juegan votos según la
firmeza con que uno se presente contra ETA, y está llevando al huerto
al PSOE. Creo que CiU mantendrá algunas reservas porque tiene sentido
democrático, pero sus pactos con el PP también influirán.

–Pujol suele mantenerse al margen del conflicto vasco. ¿Echan de
menos algún capote suyo?

–Hombre, a todo
el mundo le gusta que le echen una mano, pero no tenemos reproches hacia Pujol.

Dolores Garcia elperiodico.com
Jatorria: Eusko Alkartasuna