Lorena López de Lacalle, secretaria de Política Internacional de Eusko Alkartasuna, ha participado en los últimos días en los actos organizados con motivo del Congreso del SNP, el partido en el Gobierno escocés, donde ha defendido la potencialidad del derecho a decidir para resolver conflictos. La representante de Eusko Alkartasuna auguró en su intervención que más pronto que tarde la comunidad internacional actualizará los criterios sobre el ejercicio del derecho a decidir e instó a la Unión Europea a tomar el liderazgo en dicho ámbito.

“Aunque hoy parezca una utopía, en el medio plazo la comunidad internacional revisará la actualización del derecho de autodeterminación y definirá los criterios para ejercitarlo, y la Unión Europea debería tomar este liderazgo”, afirmó López de Lacalle, en un discurso (que adjuntamos) en el que repasó la legalidad internacional en la materia.

“La UE está fallando a la hora cumplir sus objetivos originarios, ya que se creó para ofrecer una mejor vida a su ciudadanía, pero las desigualdades sociales, económicas, de género y, por supuesto, políticas se están incrementando cada día”, afirmó López de Lacalle, y añadió que “el respeto a la diversidad era también un pilar fundamental, y en lugar de ello, los estados, por acción u omisión, la están extinguiendo”.

“Los partidos de la Alianza Libre Europea, ALE –a la que pertenecen tanto el SNP escocés como Eusko Alkartasuna- consideran que la construcción nacional va de la mano del progreso social, redistribución de la riqueza, justicia social y solidaridad internacional, y mantienen un firme compromiso con el europeísmo”.

La representante de Eusko Alkartasuna fijó en seis puntos las claves en el camino hacia la soberanía de países como Escocia, Catalunya o Euskal Herria:

- Es un camino democrático y pacífico.
- Está caracterizado por la unidad de fuerzas soberanistas.
- Precisa de lazos entre partidos, instituciones y sociedad civil.
- Se verá favorecido de la sincronización de los procesos soberanistas europeos.
- Ciencia y cultura deben ser dos ámbitos especialmente cuidados.
- Exige valentía para tomar las decisiones necesarias en el momento adecuado, sin caer en la estrategia de dilatación de los Estados.

Aquí tienes el discurso completo de Lorena López de Lacalle:

El Derecho de autodeterminación es un Derecho Humano.

Y en cuatro años, desde ese 18 de septiembre de 2014, vosotros, los y las escocesas, habéis quitado el polvo a este Derecho Humano que estaba en el cajón, y habéis acelerado la historia desde que votasteis en referéndum.

Desde entonces, Cataluña ha dado pasos de gigante en este sentido, y hay otras naciones que con sus propios ritmos y niveles, están progresando en este camino de la soberanía y emancipación: Euskal Herria, Córcega o Flandes son ejemplos de ello.

Empecemos con unos ejemplos generales:

En la ley internacional del siglo XXI, el derecho de autodeterminación juega –y seguirá jugando- un papel crucial. Es el principio clave para un orden internacional pacífico, democrático e igualitario.

Paz, democracia e igualdad son la esencia de las demandas del siglo XXI para la independencia. Los estados deberían apreciar dichos valores, en lugar de provocar y atacar violentamente gente pacífica, como en el caso de Cataluña.

Pero en ausencia de mecanismos de implementación y refuerzo del derecho de autodeterminación, los estados continúan violando la ley internacional con total impunidad, como en el caso de desobedecer la prohibición del uso de la fuerza que enuncia el artículo 2.4 de la Carta de las Naciones Unidas.

Los Estados deben reconocer que la implementación del derecho a decidir es vital en la estrategia de prevención de conflictos. El informe Zayas 2014 de la ONU demuestra que incontables conflictos y guerras desde 1945 tienen origen en la injusta negación del derecho de autodeterminación, y argumenta que las Naciones Unidas deberían haber ejercido sus responsabilidades bajo el capítulo VII de la Carta de la ONU y adoptar medidas preventivas para prevenir la creación de situaciones de hostilidad y/o conflicto que ponen en riesgo la estabilidad local, regional e incluso internacional.

Siguiendo con el objetivo de la ONU de llegar a situaciones de paz duradera, esta organización puede y debe ofrecer sus estructuras e infraestructuras para facilitar el diálogo y, donde sea necesario, organizar referéndums sobre la autodeterminación. Una muy mala imagen, gestión y propaganda la de la ONU, y la de la comunidad internacional en general, es la que queda cuando se organizan referéndums sobre la autodeterminación en Etiopia/Eritrea, Timor del Este o Sudán, solamente después de que miles de personas hayan perdido la vida.

Déjenme ahora hacer un apunte personal. Les quiero enseñar un documento del que tuve conocimiento este verano. Ahora es público y se preserva en el instituto de la Memoria del Gobierno Vasco. Es un documento firmado en la cárcel de Madrid, en 1961, por los primeros 24 militantes de ETA (entre otros mi padre) que fueron apresados y torturados bajo el régimen de Franco –ETA no tomó las armas y cometió los primeros asesinatos hasta 1968. 1961-1967, un lapso de 7 años. Mi padre, un hombre que siempre abogó por la paz, dejó la organización.

Menciono esto porque el texto dice que el Gobierno de Franco y España son “de facto” miembros de la ONU y firmaron la carta de Derechos Humanos de la ONU, y están por ende obligados a implementarla. Se dice en el documento firmado por los entonces miembros de ETA que fueron torturados, pero que su único crimen fue intentar poner en práctica los principios de Libertad y Democracia que venían recogidos en la Carta de la ONU.

57 años después, no podemos tolerar volver a esos tiempos oscuros. La inacción del estado español es una opción muy peligrosa, y la comunidad internacional no puede mirar hacia otro lado.

La libre determinación está recogida en los Pactos Internacionales de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC). En ellos se estipula que “todos los pueblos tienen derecho a decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social y cultural, y estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de equidad”.

Los estados que firman dichos pactos no solo tienen prohibido interferir en el ejercicio del derecho de autodeterminación, sino que “deben promover” su realización de manera proactiva. En otras palabras, los estados no pueden escoger, basándose en sus intereses, ni tienen la potestad de conceder o negar las reclamaciones de autodeterminación según lo que estimen oportuno. No solo deben respetar este derecho, sino también implementarlo.

Como el profesor y abogado Alfred de Zayas indica, todo proceso dirigido hacia la autodeterminación debe ir acompañado de la participación y el consentimiento del pueblo concernido. Es posible encontrar soluciones que garanticen el derecho a la autodeterminación dentro de un estado, como por ejemplo autonomía, federalismo o autogobierno. Sin embargo, si hubiera una clara demanda de separación, es indispensable evitar el uso de la fuerza, pues esta pone en peligro la estabilidad local, regional e internacional, erosionando así otros derechos humanos. Son pues necesarias las negociaciones de buena fe y la intención de llegar a compromisos. En algunos casos, estas pueden ser coordinadas por la Secretaría General bajo el auspicio del Consejo de Seguridad o la Asamblea General de la ONU. En todo caso, la implicación de una tercera parte no es solo bienvenida, sino necesaria. En nuestro caso, en el caso de Euskal Herria, el rol de la mediación internacional y de la sociedad civil es crucial a la hora de pavimentar la vía de una situación de post-conflicto. Es imprescindible que la legislación internacional no sea un mero concepto estático, y que se siga desarrollando mediante prácticas y precedentes.

Para asegurar una paz sostenible, tanto interna como externamente, en el siglo XXI, la comunidad internacional debe reaccionar ante los signos que se están dando, y establecer mecanismos de prevención de conflicto. Facilitar el diálogo entre pueblos y organizar referéndums son herramientas que pueden asegurar una evolución pacífica de las relaciones nacionales e internacionales y, por supuesto, la inclusión de todos los agentes implicados debe ser la norma, no la excepción.

Si volvemos a Europa y a la Unión Europea, y como muchas veces nos lo recuerda Ana Stanich, los estados miembro de la UE deben respetar los “valores Europeos” especificados en el artículo 2 del Tratado de la Unión Europea, esto es: respeto a la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, respeto a los derechos humanos, incluidos los derechos de las minorías. Deben respetar igualmente los artículos 10 y 11 de la Convención Europea de Derechos Humanos: libertad de expresión, libertad de asociación, que protege el derecho a la democracia y a participar colectivamente en los procesos para establecer el deseo colectivo de un Pueblo. El artículo 7 del Tratado establece las sanciones a aplicar en caso de no cumplir dichos artículos. Polonia y Hungría han sido ya sancionados bajo este artículo 7, y España debería ser el tercer estado sancionado.

La Corte Internacional de Justicia declaró en su opinión consultiva sobre la Declaración Unilateral de Independencia de Kosovo que no hay cláusula en la legislación internacional que lo prohíba explícitamente, y dejó claro que “el principio de integridad territorial” se aplica solo a las relaciones entre diferentes estados, lo que significa que un estado no puede usar ese principio dentro de sus fronteras, por lo que una Declaración de Independencia “no permitida” dentro de su territorio no viola la legislación internacional.

Si bien hoy parece utópico, más pronto que tarde se tendrá que organizar una conferencia internacional para revisar la implementación o actualización del derecho de autodeterminación y definir los criterios para ponerlo en práctica. La Unión Europea debería tomar este liderazgo porque su diversidad está en peligro.

Ciertamente, la UE está fallando a la hora cumplir sus objetivos originarios. La UE fue creada para ofrecer una mejor vida a su ciudadanía, pero las desigualdades sociales, económicas, de género y, por supuesto, políticas están incrementándose cada día. El respeto a la diversidad era también un pilar fundamental, y en lugar de ello, los estados, por acción u omisión la están extinguiendo.

Quienes nos comparan con movimientos populistas o con la extrema derecha saben que estamos en las antípodas de estas ideologías, pero lo usan para tratar de desacreditarnos y manipular la opinión pública contra nosotros.

Lejos de ello, para los partidos de la ALE y las naciones sin estado a las que representamos, la construcción nacional va de la mano del progreso social, redistribución de la riqueza, justicia social y solidaridad internacional. Somos europeístas, y ahora que la UE afronta un resurgimiento de eurofobia, fascismo y populismo, nuestro compromiso con Europa debe tenerse en consideración.

Con esta perspectiva que nos ha dado la andadura de estos últimos 4 años, podríamos señalar que estamos moldeando una manera de hacer para lograr la soberanía y la independencia. Los describiré en 6 puntos:

1. Primero y ante todo, la paz es nuestra bandera. La democracia, la defensa de los derechos civiles y humanos, y la negociación son las únicas herramientas que aceptamos para implementar el derecho de autodeterminación. Este es el caso de Escocia, Cataluña, Flandes o Quebec, por mencionar algunos.
2. Unir fuerzas para crear mayorías más amplias dentro de nuestros propios movimientos, así como fuera, llegando y convenciendo a otros movimientos de los beneficios de la independencia desde el punto de vista social, económico, y político. Este es el caso de Cataluña, Córcega o Euskal Herria, por ejemplo. Pero también es el caso de las islas Feroe, donde este año iban a celebrar un referéndum sobre la nueva propuesta de la constitución, abriendo la puerta a la posibilidad de independencia, y han decidido posponerlo, para lograr llegar a más gente.
3. Respaldar y crear lazos con la sociedad civil. Los partidos políticos necesitan a los movimientos populares, y viceversa. Nos necesitamos mutuamente para logar un objetivo común; construir una mejor sociedad para todos. Cataluña no estaría donde está ahora sin el empuje de la sociedad civil, y el proceso de paz de Euskal Herria, sin la sociedad civil ni mediación internacional, no habría progresado.
4. Sincronizar nuestros relojes; juntos somos mucho más fuertes. Coordinación y colaboración entre nosotros, y con otras naciones que reclaman el derecho a decidir. La ALE tiene mucho que ofrecer en este aspecto.
5. Hay dos áreas fundamentales que quiero subrayar porque creo que deberían estar en primera línea de todas nuestras acciones:
• Ciencia, esto es, investigación y desarrollo en todos los ámbitos, también en materia social, por supuesto.
• Cultura, pues la Cultura es la expresión de la creatividad humana, la Cultura nutre e incentiva el pensamiento crítico. La cultura está en la raíz de las más hondas transformaciones y evoluciones de la sociedad.
6. El tiempo es un valor precioso. Si tenemos en cuenta los últimos resultados de Quebec, o el referéndum que el pueblo Kanak celebrará el 4 de noviembre sobre la independencia, nos damos cuenta que los estados están jugando la carta de la procrastinación para desactivar, desmantelar y desbandar a la gente sobre la idea de que podamos ser pueblos soberanos e independientes. Así que no solamente necesitamos sincronizar nuestros relojes, también deben tener precisión suiza para que midamos en tiempo con exactitud. Porque, si bien los estados promueven y organizan referéndums, ganan tiempo. En el caso de Quebec con el “clarity act”, que ciertamente fue muy claro para Canadá, o en el caso del pueblo de Kanak, Francia ha permitido el referéndum sobre independencia ¡20 años después! Actuar apresuradamente puede ser tan malo como caer en la trampa procrastinadora de los estados. La sabiduría radica en tomar las decisiones necesarias en el momento adecuado.

El derecho de autodeterminación ha de ser revisado en el siglo XXI, y requiere especial atención internacional, si nuestro objetivo es el mismo que el de las organizaciones internacionales: prevención de conflicto y construcción de democracias saludables.

Quiero terminar con 2 citas inspiradoras.

La primera es de Jean Monnet, quien dijo lo siguiente: “Si no actuamos hasta que no sepamos la respuesta a todas las preguntas posibles, nunca actuaremos”.

Y la segunda es de Ghandi: “La diferencia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer sería suficiente para resolver la mayoría de los problemas del mundo”.

Eskerrik asko!