Jaun Andreok…

Lehendakariaren inbestidura saio honi ekiten diogu, benetan erabakiorra, historikoa, izan daitekeen kurso polítiko batean.

Eta honela izatea edo ez izatea, neurri handi batean gure esku dago, zortzigarren legealdiko ganbara osatzen dugunen esku.

Ni legebiltzarkide izatearen erantzunkizun sail honetan estrenatu egiten naiz, ta pentsatu nahi dut, erreleboa hartzen ari den belaunaldi berriak, aurrean dituen, ditugun erronka garrantzitsu hauei, erantzun egokia emateko gai izango garela, Legebiltzar honetan gure aurretik lanean ibili direnen kemenak jarraituz.

Gizaki moduan, asmaketak eta hankasartzeak egin zituzten, baina argi dago euren ekarpenik gabe, batzuk bere bizitza emanez, ez ginela egongo gaur gauden lekuan.

Orain guri tokatzen zaigu herri honekin eta herri honentzat erantzunkizunaren lekukoa hartzea, eta 25 urte dituen ganbara honetan egon izan diren legebiltzarkide guztien esfortzuak, azkenean euskal herriaren pake eta normalizazio politikoan gauzatu dadila, eta hilketa, tortura, koakzio edota mehatxuak, oinarrizko diren eskubide eta askatasunaren urraketak, iraganeko ametsgaizto triste bat bihurtuz.

Ni KONBENTZITUTA NAGO, Eusko Alkartasuna erabat konbentzituta dago, hau dela hiritar gehienon ametsa, gehienon sentimendua.

Eta pake eta normalizazio gogo horrekin konektatzeko gai bagara, kapaz bagara aldarrikapen horri bidea emateko, bakarrik orduen esan ahal izango dugu, gure eginbeharrak bete ditugula, hori baita, ezin ahaz dezakegu, gure betebeharra.

LA LEGISLATURA DE LA PAZ Y LA NORMALIZACIÓN

Esta legislatura está llamada a ser la de la pacificación y la normalización política, y es nuestra responsabilidad no defraudar las esperanzas depositadas en las fuerzas políticas representadas en este Parlamento.

Para Eusko Alkartasuna, ha llegado el momento de abordar con firmeza y con responsabilidad el problema político, el conflicto político del encaje de Euskal Herria.

Ha llegado el momento de alejarnos de debates estériles, fruto de intereses partidarios, y de entrar en las cuestiones de fondo.

Intervengo hoy aquí, en este Parlamento, como Portavoz de una formación, Eusko Alkartasuna, en cuyos estatutos nos hemos fijado, como metas irrenunciables, la consecución de una sociedad justa, bajo el principio de igualdad de oportunidades y el disfrute colectivo de los recursos sociales, y, como segunda meta, el logro de la plena liberación nacional y social de Euskal Herria.

Hoy, en nombre de Eusko Alkartasuna, quiero señalar con claridad y concisión que nuestra formación política aspira de manera legítima, a que esta tierra, antes que tarde, pueda constituir una república vasca en Europa, y no renunciamos ni renunciaremos a conformar un estado reunificado e independiente en el seno de la Unión Europea.

Antes de que se adelanten desde otros grupos, prefiero ser yo quien diga que si bien la concepción clásica del Estado está hoy en crisis en sus distintos aspectos, como consecuencia del proceso de integración europea (ciudadanía europea, disolución de fronteras, cesión de competencias políticas y económicas), eso no significa que los estados vayan a desaparecer.

Por eso, desde Eusko Alkartasuna reivindicamos nuestra aspiración a conformar un estado, porque lo que está en crisis es el concepto de estado tradicional, no el Estado en sí, que sigue siendo, precisamente, la base de la construcción europea bajo la formula de la “Europa de los Estados”.

Es perfectamente legítimo que el pueblo vasco mantenga su pretensión de aspirar a una estatalidad compartida con los restantes estados en Europa, basada en una ciudadanía propia compartida con la europea, un territorio propio compatible con la desaparición de las fronteras, y un poder constituyente propio y originario, autolimitado en sus competencias como consecuencia de decisiones propias, no ajenas, y con una presencia activa y directa en el proceso de formación política europea y en la toma de decisiones.

Asentadas pues, con claridad, las dos bases ideológicas que inspiran la acción política de Eusko Alkartasuna, quiero, antes de entrar en otros análisis, desmontar ese argumento artero, utilizado históricamente por el Partido Socialista, de que aquí, en democracia, se puede hablar de todo y se puede defender todo.

Dicen ustedes que en política se puede hablar de todo, y se puede defender todo, incluso la independencia, pero luego, sistemáticamente, niegan de hecho la posibilidad de que un proyecto de país como el que defiende EA se pueda materializar.

Dicen ustedes.- SE PUEDE HABLAR DE TODO, y añado yo.- SIEMPRE QUE AQUELLO DE LO QUE SE HABLA NO VULNERE LO DISPUESTO EN LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA.

Hoy por hoy, lo que no se nos permite a los vascos es sacar adelante un proyecto como el defendido por Eusko Alkartasuna, que es la conformación de una República Vasca en Europa, aunque se nos deja que hablemos de ello, faltaría más.

Por ello, desde aquí reclamo nuestro derecho, no sólo ha hablar y debatir, sino el derecho a que se fijen las condiciones para que sea factible llevar adelante cualquier proyecto que cuente con el respaldo suficiente de la sociedad vasca. Estoy hablando, evidentemente, de respeto a la decisión de los vascos, libremente expresada.

LA TRANSICIÓN INACABADA.

Si hemos de hacer una pequeña exégesis de lo ocurrido estos últimos 25 años, por no remontarme más atrás, hemos de concluir de una manera clara señalando que la constitución española de 1978, a nuestro entender, no fue capaz de dar la misma respuesta en términos de eficacia, a dos problemas que en esos momentos se planteaban.

En esos momentos eran dos los tipos de derechos que venían siendo pisoteados en la dictadura franquista, de un lado, el reconocimiento y respeto de los derechos individuales (asociación, reunión, libertad ideológica), y de otro lado, la otra cuestión a la que la transición política estaba abocada a dar respuesta, era la necesidad de dar satisfacción a las reivindicaciones nacionales que varios pueblos, entre ellos el vasco, planteábamos.

Cuando se aprobó la constitución española, yo tenía 8 años de edad, y ni yo ni muchos de los que estamos hoy aquí teníamos entonces conciencia de lo que estaba en juego.

No creo que sea de utilidad preguntarse hoy, a estas alturas, qué habría sucedido si la exigencia del reconocimiento de la soberanía, de la capacidad de decisión del pueblo vasco, de Euskal Herria, se hubiera exigido como condición “sine qua non”, pero tampoco resulta aventurado suponer que el golpismo, el intento de un golpe de estado, no habría esperado a reaparecer hasta febrero de 1981.

Es este peligro inminente de un proceso de involución el que explicaría porqué las legítimas reivindicaciones nacionales vascas no obtuvieron una adecuada respuesta en el texto constitucional, respuesta que, sin embargo, sí obtuvieron cuestiones también importantes como las referentes a los derechos fundamentales.

El resultado fue una constitución española cuyos dos primeros artículos presentan, por sí mismos, objeciones insalvables para quienes reivindicamos la soberanía nacional de Euskal Herría. Cuando el artículo 1, en su segundo apartado, señala que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del estado”, obviamente está negando las reivindicaciones nacionales vascas, y configurando un modelo de estado en el que ni siquiera cabe una concepción federal, en la que la soberanía emanara de pueblos federados a partir de su propia soberanía popular.

Por si fuera poco, el segundo artículo proclama la indisoluble unidad de la nación española, y se complementa con el artículo octavo, que recuerda que las fuerzas armadas tienen la misión de garantizar su integridad nacional.

Estas y otras razones, como que el texto constitucional no recogiera las propuestas del nacionalismo vasco en materia de actualización del régimen foral abolido, hizo que la constitución de 1978 no obtuviera respaldo en los territorios vascos.

En todo caso, no podemos olvidar que en aquellos momentos existían unas urgencias en nuestro país (Euskal Herria), en todos los ordenes, cultural, lingüístico en particular, económico, social, que tampoco permitían correr el riesgo de una involución, o de una paralización prolongada.

El Euskera estaba en un trance casi agónico de desaparición, teníamos unos déficits estructurales impresionantes, había una crisis industrial sin precedentes, y por ello, la necesidad de disponer de instrumentos de autogobierno era tan apremiante que este pueblo descartó una actitud abiertamente rupturista e independentista (como algunos propugnaban).

Estas urgencias exigieron no despreciar un régimen de autogobierno, aunque fuera muy limitado para el que ahora les habla, y por ello se negoció un Estatuto de Autonomía en el que se afirma que la aceptación del régimen de autonomía establecido con el Estatuto, no implicaba renuncia del Pueblo Vasco a los derechos que, como tal, le hubieran podido corresponder en virtud de su historia.

Con esta aceptación, además, se reconocía la vocación de transitoriedad con la que nacía el Estatuto, que más que un punto de llegada, de algo imperecedero como ahora se pretende por quienes en 1978 y 1979 votaban en contra, era y es un compromiso político que tenía utilidad pero con una duración determinada.

Dicho esto, también es conveniente señalar que esta vocación de provisionalidad del estatuto se ha visto además, en opinión de Eusko Alkartasuna, notablemente reducida, o, dicho de otra manera, reducido el periodo histórico en el que el Estatuto podía haber servido, y ha acelerado, en nuestra opinión, la lógica reivindicación nacional de un pueblo que en su día tuvo que hacer un obligado ejercicio de pragmatismo, pero que hoy reivindica más.

Y digo que se ha visto reducida la temporalidad del estatuto porque el Estatuto de Gernika, hoy en día, es un estatuto devaluado, laminado, incapacitado, devaluación que es fruto, quizá, del propósito homogeneizador entre nacionalidades históricas y regiones al que originariamente apuntaba la LOAPA, que para desgracia de algunos presentes en esta cámara no prosperó.

En todo caso, como tantas veces sucede, lo que no prospera a través de un intento frontal y descarado, lo hace mediante la acción sibilina, sistemática y gradual, que es lo que el estado español ha venido haciendo estos últimos 25 años, en una triple vía:

1. Mediante la técnica de utilizar la reserva que de lo básico tiene el estado, para, utilizando leyes básicas en materias de nuestra competencia exclusiva, descender a tal grado de detalle y concreción que nos vacía de contenido la competencia.

2. También a través de las interpretaciones del Tribunal Constitucional, con sede en Madrid, cuyas sentencias han cercenado, siempre que han podido, el espíritu y el contenido del pacto de autogobierno jugando siempre a favor de Madrid, del gobierno central.

3. Y también, utilizando el proceso europeo de integración. Así, en el ámbito del proceso de integración europeo, se han ido produciendo cesiones de competencias propias, nuestras, a favor de las instituciones europeas, que han acabado revirtiendo finalmente en el Estado Español, y me explico;

Cuando nosotros, los vascos, cedemos a Europa una competencia que según la articulación interna del estado español nos corresponde, por ejemplo la pesca, al final, lo que sucede en la práctica es que esa competencia la recupera el Estado, porque es el estado quien participa exclusivamente en los órganos de decisión europeos sobre esa materia.

A nosotros no se nos permite participar directamente en la dirección de la política de pesca comunitaria, sino que estamos representados a través del Gobierno Central, que es quien tiene en definitiva el monopolio en las negociaciones en el ámbito de la Unión Europea.

EL ESTATUTO DE GERNIKA.

En todo caso, para nosotros es obvio que el Estatuto de Gernika ya no puede ser, después de 25 años, fuente de ninguna solución. Valga, sólo como otro ejemplo de la escasa voluntad del Estado Español en la materia, la cuestión de las trasferencias pendientes.

Treinta y siete materias quedan pendientes de ser transferidas a la Comunidad, materias que se recogen en el Estatuto, pero que el Gobierno Español se niega a transferirnos, algunas tan importantes como las relativas a las áreas de Trabajo y Seguridad Social, infraestructuras, área económico-financiera, de industria, de educación e investigación, de interior, de justicia, de cultura, de turismo, y de agricultura y pesca.

Nos hallamos en medio de un proceso iniciado pero no terminado, en medio de una transición inacabada.

Y por eso, desde Eusko Alkartasuna entendemos que ha llegado el momento de dar respuesta definitiva al conflicto político histórico que vive, que sufre, diría yo, esta tierra nuestra, de todos.

Tras la dictadura de Franco, la elección que tuvimos que hacer los vascos era entre dos opciones, ruptura total, o pacto.

Tuvimos la suficiente generosidad en aquellos momentos para optar por la vía del pacto, a través de un Estatuto de Autonomía. No obstante, dicho pacto ha sido reiteradamente incumplido, y hoy día es evidente que ha desaparecido el consenso político que se dio en torno al estatuto.

No es una cuestión, parlamentarios del Partido Socialista, de más o menos transferencias, ya no vale la técnica del palo y la zanahoria, y todos detrás de quienes nos ofrecen esta o la otra transferencia.

La Sociedad vasca es consciente de que el Estatuto, hoy por hoy, no es un mecanismo hábil para satisfacer las expectativas para las cuales fue aceptado, por la sencilla razón de que cada vez es más difícil progresar en la realización política del pueblo vasco.

Ha llegado el momento de alcanzar consensuadamente un nuevo pacto político para la convivencia, y nosotros sabemos, y me atrevería a decir que también las parlamentarias del grupo Ezker Abertzalea, e incluso del propio PSOE, que el único candidato capaz de llevar adelante esa constatación es Juan José Ibarretxe.

Para Eusko Alkartasuna, este acuerdo, si de verdad queremos que sea definitivo, si de verdad queremos que traiga la normalidad política, partiendo siempre del respeto absoluto, escrupuloso, sin ninguna excepción de todos los derechos humanos, ha de versar en torno a las siguientes cuestiones básicas:

.- el reconocimiento del pueblo vasco como sujeto de decisión, con sus siete territorios,

.- el respeto al derecho de este pueblo a decidir su futuro

Estas son las cuestiones que van a estar encima de la mesa, se llame como se llame la mesa, y esté donde esté situada.

De otro tipo de cuestiones técnicas (desmilitarización, etc…) se habrá de tratar, en su caso, en otro lugar y con otros interlocutores.

Las cuestiones políticas, que son las que se recogen en el preámbulo y en el título preliminar de la Propuesta de reforma de Estatuto Político de la comunidad de Euskadi aprobado por mayoría absoluta de esta cámara el 30 de Diciembre de 2004, son las que constituyen la base, los mimbres del nudo que hay que desentrañar. No hay otras cuestiones, ni mirlos blancos que nos las solucionen.

Con ello se ponen encima de la mesa las claves para que los presentes en este hemiciclo, y algunos otros que no están representados, o por lo menos no con presencia directa, podamos llegar a un acuerdo que nos permita hablar de superación del conflicto histórico.

Si no logramos ese acuerdo, aún llegando a una situación de cese definitiva de la violencia, no llegaríamos a una situación de normalización política, pues seguirían latentes los problemas en cuya raíz continuaría levantándose el conflicto político histórico de esta tierra.

Tenemos que ser capaces de cerrar definitivamente un capítulo de nuestra historia, la transición política tras la dictadura, que permanece abierta, que permanece inacabada, en palabras del Lehendakari Garaikoetxea.

En aquellos momentos, en 1979, se optó por la vía del pacto. Desgraciadamente ese pacto con el estado ha quedado roto por los repetidos y pertinaces incumplimientos de una de las partes, la que aquí representan el PP y el PSOE.

Permítanme una pregunta, señoras y señores del PP y del PSOE ¿Qué se pretendía cuándo la constitución establece que se amparan y respetan los derechos históricos, en consecuencia, preconstitucionales, de este pueblo, (Disposición adicional primera),? A mí, la sensación que me da es que nos estaban tomando el pelo.

A nuestro entender, con la actual constitución en la mano, tendríamos, si quisiéramos o si quisieran ustedes sobre todo, una vía abierta para progresar, que es la de estudiar e intentar desarrollar las potencialidades de los derechos históricos de este pueblo que la constitución española dice amparar y reconocer.

Y digo que nos estaban tomando el pelo, porque toda la normativa posterior a la constitución, que integra el llamado bloque de constitucionalidad, vino a instaurar en la práctica, no un reconocimiento de nuestra peculiaridad como nacionalidad histórica, sino un café para todos, nacionalidades históricas y regiones, no al alza, sino a la baja.

Ya nos han engañado una vez, hablándonos en la constitución de reconocimiento de nuestra peculiaridad como pueblo, y después ahogándolo todo en un proceso homogeneizador en el que pretendían equiparar las nacionalidades históricas al resto de regiones y provincias del estado.

Nos han tomado el pelo, pero aún así tendemos nuevamente la mano al Estado para lograr acordar con este un nuevo acuerdo, un nuevo marco de relación, pero eso sí, y quiero ser claro en esto, desprovisto ya de la autocensura y de los límites autoimpuestos que nos impidieron en 1978 y 1979, reclamar lo que entonces, ante el temor de un golpe de estado, quisimos pero no pudimos.

En todo caso, por encima de reconocimientos jurídicos internos o internacionales del Derecho de Autodeterminación, aprobado, como ustedes saben, en este Parlamento hace ya 15 años, en 1990, existe una cosa clara, de Derecho Natural, y es el principio democrático que subyace en una manifestación de voluntad clara.

Este principio democrático nos lleva a que, en el supuesto de que este pueblo, de que los hombres y mujeres que lo habitan, expresen en consulta planteada al efecto, su voluntad democrática de proceder a establecer unas nuevas reglas de convivencia con el Estado Español, el Estado tendría la obligación democrática de iniciar una negociación sincera, de buena fe, para materializar esa manifestación de voluntad.

En caso contrario, nosotros habríamos de considerar que con esta negativa el propio estado, el propio gobierno central, estaría legitimando un proceso rupturista.

IRAGANEKO INERTZIAK GAINDITU.

Baina ez gaitezen engainatu. Benetan asmo hori, pakea eta normalizazioa lortzeko asmoa, errealitate bihurtu nahi badugu, nire ikuspuntutik, iraganeko inertziak gainditu behar ditugu, gaur egun, herri honen osotasunerantz abiatzeko oztopoa baitira.

Bakarrik horrela, sinistaidazue, izango dugu eszena toki berri bat irekitzeko aukera.

Noski, ez dago esanbeharrik, dagoen inertziarik nagusi eta kaltegarriena, bonben bidez hitz egiten jarraitzen dutenena dela, zorionez azken bi urteotan heriotzarik gabe, baina bai enpresen aurka, Alderdi polítikoen egoitzen aurka, ideologia ezberdinetako zinegotzien aurkako mehatxu eta erasoekin (Eusko Alkartasunakoak ere bai), eta abar.

Zeren dinamika hau zaila da bide politikoekin kompatible egitea, bateratzea.

Honela, nire uste apalean, ez gara inoiz inora joango, ez behintzat Eusko Alkartasunarekin. Hogei urteko ibilbidean erakutsi dugunez, gure nortasun seiña, giza eskubide indibidual zein kolektiboen defentsa izan da, salbuespenik gabe, kasu guztietan.

Pasadan larunbatean jakin genuen ETAk , PP eta PSOE ko Kargu Publikoen aurkako atentatuak suspenditu dituela. Guretzako, berria, positiboa da, eta pazifikazioaren erronka hurbildu egiten du, duda barik, baina askoz gehiago espero dugu, gure gizarteak gehiago merezi du.

Baina datu hau argi utzirik, ikusten ditugu, ta arduratzen gara, datozen denbora berrientzako eta demokrazia berarentzako oker eta ezkor direzen beste jarrera batzuk.

Hau da, ez da posible Rodríguez Zapatero jaunaren gobernuak pake prozesu batetaz hitz egitea, ta prozesua azken uneraino eramateko prest dagoela esatea, ta bitartean, giza ikuspegiaren aurkakoa den espetxe politika bat eroatea, mendekuan oinarritua, eta preso dauden pertsonen urruntzea eta dispersioa mantentzea, zigor gehigarri gisa, bai beraientzat, ta baita bere senitartekoentzat ere.

Gure ustez, ezin da espetxe politika alderdikerietan oinarritu. Pertsonen eskubideak eta askatasunak, nahiz eta espetxean egon, ezin dira orain jarri eta orain kentzeko elementuetan bihurtu.

Nahiz negoziazio eta elkarrizketa prozesu bat egon edo ez egon, ez da onargarria eskubideekin jolastea.

Guk, edozein kasutan, hitzetatik ekintzetara pasatzeko ordua dela uste dugu. Ekintza politikoek izango dira biolentziaren amaierari lagun diezaiokeenak, eta hauxe da, nere uste apalean, biktimeei egin dakieken omenaldirik onena.

LA LEGISLATURA DEL DIÁLOGO Y EL ACUERDO

La ciudadanía ha dicho, ha reiterado quizá con más nitidez que nunca, que quiere que hablemos. Pero también que escuchemos.

Que el diálogo no es un monólogo a varias bandas. No es esperar tu turno sin tan siquiera atender a los argumentos del adversario. El diálogo no es eso.

El diálogo consiste en decir lo que uno piensa e intentar ver la parte de razón que seguro que tiene el otro.

Y esta octava legislatura ha de ser, necesariamente, la legislatura del diálogo, de diálogo auténtico, y del acuerdo sin prejuicios de partida, sin exclusiones de ningún tipo y sin limitaciones impuestas.

Diálogo en los llamados “grandes asuntos”, pero también en los a veces injustamente considerados “temas menores”. El diálogo entre todos y de todo. Sin coacciones ni tabúes.

LA LEGISLATURA DE LOS RETOS PENDIENTES

Beraz, elkarrizketa bazterkeriarik gabe, elkarrizketa guztion artean, eta gauza guztietan.

Benetan uste dugu legealdi hau betetzeko dauden erronken legealdia izango dela.

Creo, de verdad, que ésta es, más que nunca, la legislatura de los grandes retos pendientes.

El primero, atañe a ETA. ETA debe ser valiente y dar el paso, el gran paso que la inmensa mayoría de este país le exige. Debe dar una oportunidad a la política, porque ésa será la antesala de la paz y la normalización de nuestro pueblo.

Yo estoy convencido de que, sin ETA en el escenario vasco, la paz y la normalización política no vendrán automáticamente, pero vendrán, al menos habrá una pista despejada para alcanzarlas.

El segundo reto concierne directamente al presidente del Gobierno español. Rodríguez Zapatero debe despegarse, sin complejos y de una vez por todas, del lastre que suponen sus compromisos con la derecha… más extrema (digámoslo así). Es indudable que ha habido gestos, nada desdeñables por cierto. Pero aún son muchas, demasiadas y muy, pero que muy graves, las heridas que la negra era Aznar causó a la democracia.

Y es, por tanto, imprescindible, regenerar el tejido de libertades y derechos que el anterior gobierno del PP destrozó. Es hora de hechos, y de jugar con audacia política, la que se necesita para derogar la ley de Partidos que asfixia la pluralidad democrática, base de cualquier sistema político democrático.

El tercer reto, pero no por ello menos importante: es el respeto y el reconocimiento formal, explícito y de hecho, de la voluntad soberana de la ciudadanía vasca.

Y quiero recordar, por si alguien lo ha olvidado, que la propuesta política que el gobierno ahora en funciones elevó a esta cámara la pasada legislatura, recibió el respaldo de la mayoría absoluta del Parlamento Vasco.

Y eso, innegablemente, la convierte en un punto de partida en el debate y el diálogo que, sin duda, habremos de mantener, esperemos que más temprano que tarde, y cuyos frutos habrán de ser sometidos, por supuesto, al refrendo de la ciudadanía, a través de una consulta.

El punto de partida no es el texto en su literalidad, sino los mimbres que inspiran la propuesta, mimbres que en opinión de Eusko Alkartasuna los constituyen los conceptos de territorialidad y de capacidad de decisión, auténticas bases para propiciar así que culmine “la transición inacabada”, cuyos efectos seguimos hoy viviendo en Euskal Herria.

Los comicios electorales de abril han propiciado un Parlamento Vasco en el que la mayoría abertzale se ha hecho más fuerte. Y, por tanto, en buena lógica, nadie puede situar la propuesta política refrendada por la mayoría parlamentaria de la anterior legislatura, como un techo, sino, en todo caso, como el suelo sobre el que comenzar a hablar. Al menos, hasta que alguien pueda presentar una iniciativa que suscite un consenso mayor.

Y en cuarto lugar, pero igualmente trascendental, tenemos por delante el reto de evidenciar que no existe construcción nacional sin construcción social.

Ambas no sólo no son contradictorias, sino que se complementan. Incluso me atrevería a decir que, desde Eusko Alkartasuna, no podemos imaginar una sin la otra, porque ambas son caras de una misma moneda, la de la plenitud de derechos y libertades, individuales y colectivos.

Amaitzera noa. Honek izango dira gure lehentasunak legealdi honetan.

Eta ez dut dudarik, Ibarretxe lehendakariak, eta bere hautagaitzaren sustengu garenen alderdiek, eta baita gurekin bide honi heltzeko apostua egin nahi dutenen beste batzuk, ateak irekita daude, denok izango garela euskal gizartea pake, normalizazio eta eraikuntza sozialaren bidetik eramango dugunok.

Hau da gure apostua. Hemen eta orain, gaur, gobernu koherente eta duin bat osatzen dugun opzio bakarra.

Apostu hau, nire uste apalean, gure herriaren aurrerapausoak ematea nahi duenen apostua izan beharko du, subiranotasunaren eta ongizatearen bidea jarraitzea nahi dutenena.

Kontrakoa, PSOEren eskuetan herri honen etorkizuna ixtea, esplikaezina, ta batez ere, ulertezina izango da gure herriko gehiengo zabal batentzako. Horra hor bakoitzaren erresponsabilitatea.

ESKERRIK ASKO.

Jatorria: Unai Ziarreta