Juan Jose Pujana Arza. Expresidente del Parlamento Vasco Como la inmensa mayoría de los ciudadanos
de esta Comunidad Autónoma, como parte de eso que se ha venido en denominar
«Pueblo Soberano», he asistido, primero con estupor y más
tarde con indignación y también con profunda tristeza, al trato
indigno que se ha dispensado a la primera institución representativa
de esta parte del país, al Parlamento, con motivo del debate y votación
de las enmiendas a la totalidad al Proyecto de Presupuestos presentadas por
los Grupos Parlamentarios del Partido Popular, Partido Socialista y Batasuna.
Con los debidos respetos hacia todos los grupos políticos, creo que la
situación de bloqueo institucional que se ha dado en el Parlamento no
se justifica absolutamente con nada, ni siquiera con la legitimidad democrática
de expresar la discrepancia. Hay límites y reglas, expresas o tácitas,
que nunca se deben traspasar si se quiere vivir, al menos, en una democracia
representativa, en la que las instituciones juegan un papel insustituible. Las
elecciones del 13 de Mayo pasado han propiciado las mayorías que hoy
existen en el Parlamento Vasco y no hay, de momento, otras. Una cosa ha quedado
meridianamente clara: la supuesta mayoría compuesta por 19 Parlamentarios
del PP, los 13 del PSOE y los 7 de Batasuna para lo único que han servido
es para impedir un acto puramente formal, la constitución del Pleno de
la Cámara por falta de quórum. Los citados grupos podían
hipotéticamente y también legítimamente, no sólo
rechazar los Presupuestos presentados por el Gobierno Vasco, sino también
constituirse en Gobierno Vasco, siguiendo los procedimientos establecidos a
tal efecto. Desde un punto de vista democrático nada se podría
objetar a esta posibilidad. Pero si no son capaces de lograrlo, moderen al menos
su lenguaje y no califiquen despectivamente de minoría a la única
mayoría democrática posible en estos momentos. En la presente
ocasión no han hecho, lamentablemente, otra cosa que lo del perro del
hortelano. El cúmulo de juicios de intención, de descalificaciones
personales, de insultos y, sobre todo, el boicot producido en el Parlamento,
lejos de conformar la escenificación de una oposición fuerte,
coherente y responsable, es la expresión manifiesta de la pérdida
de papeles, de la falta de respeto y decoro, cuando no de la carencia de una
educación mínima, de impotencia y mal gusto. Como en casi todas
las cosas, también en política se debe exigir una cierta estética
y buen gusto.
El origen de la furibunda bronca está
en que, ante enmiendas a la totalidad contradictorias, el presidente de la Cámara,
Juan María Atutxa, entendió que no podían ser objeto de
una única votación. Aunque mi criterio personal respecto a esta
cuestión siempre ha sido muy claro -véanse los diarios de sesiones
de 28 de mayo de 1985 y 18 de diciembre del mismo año-, en la presente
ocasión ha sido intencionadamente ocultado y pretendidamente ignorado
por ciertos medios políticos y mediáticos. Una vez que se ha producido
el feliz ‘parto de los montes’ y que las aguas han vuelto, naturalmente,
a su debido cauce, querría expresar mi opinión sin que se me tache
de intromisión en asuntos que no me incumben o se me acuse de influir
en una determinada línea de actuación.
Debo decir con toda claridad que el Sr. Atutxa
interpretó el Reglamento de la Cámara, no sólo de una manera
correcta y coherente con nuestro ordenamiento jurídico, sino, a mi juicio,
de la única manera posible. Me explico: el presidente está facultado
para interpretar el Reglamento en los casos de duda y para suplir las lagunas
del mismo, además de cumplirlo y hacerlo cumplir según el artículo
24; puede ordenar los debates y votaciones por materias, grupos de artículos
o de enmiendas o párrafos de artículos cuando así lo aconseje
la complejidad del texto, la homogeneidad o interconexión de las pretensiones
y de las enmiendas o la mayor claridad en la confrontación política
de las posiciones de los Grupos Parlamentarios, según el artículo
113.2 que se refiere al procedimiento ordinario del debate de los Plenos; a
mayor abundamiento, el Reglamento en el Capítulo IV, en el procedimiento
específico para el Proyecto de Ley de Presupuestos dice taxativamente
en el artículo 124.9: «El Presidente de la Comisión y el
de la Cámara podrán ordenar los debates y votaciones en la forma
que más se acomode a la estructura del Presupuesto».
Queda, por tanto, meridianamente claro que es
el presidente el que puede interpretar el Reglamento en los casos de duda y
suplir las lagunas que existiesen. Su interpretación nunca puede ser
arbitraria porque el ordenamiento de los debates y votaciones debe hacerse según
la homogeneidad o la interconexión de las pretensiones y enmiendas o
la mayor claridad en la confrontación política de las posiciones
de los grupos parlamentarios. La interpretación debe basarse necesariamente
en estos parámetros y no en otros. Además, en este caso no se
ha producido ninguna indefensión ni perjuicio alguno a ninguno de los
grupos enmendantes, puesto que podían libremente defender sus enmiendas
e incluso, para lograr sus objetivos, apoyar cualquiera de las enmiendas presentadas.
Está claro que ninguno quería asumir la responsabilidad política
de pactar con Batasuna, pero sí valerse subrepticiamente de sus votos
para lograr un efecto perverso y esto debe quedar muy claro.
Al Proyecto de Presupuestos para el 2002 se presentaron
tres enmiendas a la totalidad, una por el Grupo Popular, otra por el PSOE y
otra por Batasuna, no solamente distintas, sino también contradictorias.
En el supuesto de votarse conjuntamente las tres enmiendas se produciría
no sólo una aberración jurídica, sino también lógica,
porque se votarían y, en su caso, se aprobarían en un solo acto
cuestiones contradictorias. Por eso, en estos casos no hay más remedio
que votar las enmiendas separadamente, porque lo que se vota son las enmiendas
y como resultado de la votación el Proyecto se devuelve al Gobierno o
sigue su tramitación parlamentaria. Por tanto, el Sr. Atutxa ha obrado,
como le corresponde, con la mayor diligencia y acierto, porque hay todavía
más: supongamos que se votan afirmativamente las tres enmiendas a la
vez y se devuelven los Presupuestos al Gobierno. ¿Qué criterios
debe asumir y seguir el Gobierno para presentar un nuevo Proyecto? ¿Los
criterios de la enmienda del PP? ¿Los criterios opuestos de Batasuna?
Se hace preciso recordar que, entre otras cosas,
el Parlamento ejerce la potestad legislativa, aprueba sus presupuestos e impulsa
y controla la acción de Gobierno Vasco… (artículo 25 del Estatuto
de Autonomía). Es decir, que el Parlamento marca las directrices que
el gobierno está obligado a seguir. ¿Qué directriz puede
ofrecer un Parlamento que aprueba acciones o políticas contradictorias
en un mismo acto? ¿Cómo puede ejercer su labor de impulso al Gobierno
en estos casos? Se puede argumentar que en años anteriores las enmiendas
de totalidad se votaban conjuntamente. Ciertamente es así, pero también
hay que afirmar que ello ha constituido una práctica incorrecta que,
ante mayorías absolutas, por el principio de economía procesal
y que de ello no se derivaba efecto alguno, así se hizo, lo que no obsta,
en absoluto, para admitir la incorrección de la práctica. La repetición
de una práctica incorrecta nunca la convierte en correcta. Hay que decir
también que sí hay precedentes de la interpretación que
aquí se hace, concretamente las enmiendas de totalidad a los Presupuestos
de los años 1985 y 1986 se votaron separadamente, una a una. Es preciso
recordar también, a la hora de aducir antecedentes, que la Cámara
Vasca se ha regido por dos Reglamentos distintos, el primero el del Congreso
de los Diputados y segundo el actual en los que se arbitran procedimientos distintos
para la tramitación y aprobación de los Presupuestos.
La verdad es que el espectáculo ha sido
lamentable y que los demócratas puros y de toda la vida no le hacían
ascos a los votos de Batasuna. La política del todo vale con tal que…
ha quedado una vez más al descubierto. También ha quedado claro
quién va de la mano de Batasuna y quién no. Para conocimiento
del público, la suerte de las famosas enmiendas, según sus respectivos
votos, fue la siguiente: el Grupo Socialista retiró su enmienda. La del
Grupo Popular, 53 votos emitidos, 17 a favor, 36 en contra, 0 abstenciones,
0 nulos. Batasuna no tomó parte en esta votación. La de Batasuna,
59 votos emitidos, 6 a favor, 53 en contra, 0 abstenciones, 0 nulos. Los parlamentarios
socialistas no tomaron parte en la votación. Ahí quedaron reflejadas
debidamente las mayorías y las minorías, cada uno en su sitio.
Debo felicitar al Sr. Atutxa por su acierto y
por su firmeza al mantener el honor y la dignidad de la Cámara en el
lugar que le corresponde.
Jatorria: Eusko Alkartasuna