Juan Porres El acuerdo recientemente suscrito por los Gobiernos vasco y español para la construcción de la red ferroviaria de alta velocidad, la llamada ´Y´ vasca, significa el paso decisivo y definitivo para la próxima puesta en marcha de esta enorme infraestructura y también el cierre -eso espero al menos- de una discusión que dura ya 16 años. Cierto que el proyecto no concita la adhesión unánime de todos los agentes y sectores implicados, pero no es menos cierto que el consenso alcanzado es amplísimo y muy mayoritario, lo cual algún valor debe tener. Primero la ausencia del acuerdo necesario en Euskadi y luego la política obstaculizadora del Gabinete Aznar habían impedido llegar a una situación como la actual, que se traduce en la participación del Gobierno vasco, por vez primera, en una obra de competencia estatal exclusiva. Así, ya está previsto el inicio de las obras este mismo año y que la nueva red sea operativa en 2010.

La nueva red ferroviaria va a hacer posible una mejor vertebración de los tres territorios de la Comunidad Autónoma Vasca y, en un futuro, su inserción en el eje París-Madrid. Esto, en cualquier caso, no debe abstraernos de la importancia que también tiene la conexión de la ´Y´ con Navarra. Primero, porque es imprescindible para desarrollar el eje Cantábrico-Mediterráneo, tan importante para Euskal Herria como el eje París-Madrid, y, segundo, porque por una simple cuestión de vertebración nacional, de país, el tren de alta velocidad no puede dejar al margen ni a Navarra ni a los navarros. El Parlamento vasco así lo ha entendido ya y, en consecuencia, el pasado 10 de marzo aprobó una proposición no de ley que insta al Gobierno vasco a estudiar con los ejecutivos navarro y español la posibilidad de conexión de la nueva red ferroviaria con Navarra, una conexión que, en opinión de Eusko Alkartasuna, debe cumplir dos requisitos básicos: el máximo aprovechamiento del trazado definido en la Y y el menor impacto ecológico posible.

Juan Porres es parlamentario de EA
Fuente: Juan Porres