Eusko Alkartasuna no es partidaria de mezclar pacificación con construcción nacional, pero es imposible no contextualizar el Aberri Eguna que los abertzales celebramos el domingo con el desarme materializado el pasado sábado. Más aun cuando los y las independentistas nos reuniremos este año en Gernika, para conmemorar el 80 aniversario del bombardeo que sufrió la villa foral durante la guerra de 1936 y que enlazado con lo anterior nos recuerda la cruel historia de violencia que ha atenazado a este país durante décadas. Eusko Alkartasuna estará presente en los actos de Gernika y Ustaritze.

Tampoco podemos obviar el papel que en el desarme ha jugado la sociedad civil y la mancomunidad de Ipar Euskal Herria, ya que sin duda ha sido su presidente, Jean René Etchegaray, el mandatario de una institución vasca que más claramente se ha involucrado en el desarme.

La implicación de centenares de personas de Iparralde, con los artesanos de la paz a la cabeza, nos ha mostrado una sociedad cohesionada entorno a los retos más fundamentales de las consecuencias del conflicto. El papel de Etchegaray demuestra la potencialidad del trabajo institucional.

Así que llegamos al Aberri Eguna con el convencimiento de que el papel de las tres principales instituciones del país pueden jugar un papel importante en la construcción nacional. Pueden y desde el punto de vista de los abertzales deben hacerlo.

Pero también sabemos que somos las personas, los y las ciudadanas vascas, quienes tomaremos las decisiones, como ya se está haciendo en todos los municipios que han tomado las riendas de su futuro en las consultas organizadas de la mano de Gure Esku Dago. Ellos y ellas han demostrado que, efectivamente, la decisión está en nuestras manos, paso a paso, pueblo a pueblo, porque cada ámbito tiene su ritmo y sus necesidades.

Después de las décadas en las que la derecha navarra ha negado la posibilidad de una mínima coordinación entre todos los territorios vascos, hoy ya hay espacios para el trabajo en común, como la Euroregión con Aquitania, que evidentemente no es lo óptimo desde un punto de vista abertzale, pero que son los primeros pasos que llevarán a otros.

En definitiva, este año celebramos el Aberri Eguna con la convicción de tener un Estado en construcción. Y decimos Estado y no país de manera consciente: el país lo tenemos, lo que estamos construyendo es el Estado, el entramado institucional del país ya existente y para el que por primera vez en mucho tiempo tenemos una base sólida, que responde a la sensibilidad social.