Recuperar la política tiene también un sentido mas profundo: acabar con el proceso de reducción del hombre a su valor económico y de la experiencia humana a una cuestión de ganancia. La ganancia convierte en cuantitativo el sentido del placer, que es algo cualitativo.

Pero la fe con que se persigue hace pensar que existe la convicción social de que por el camino de la ganancia se puede llegar a la felicidad.

Trabajar mas y mejor (competitividad) para maximizar la ganancia. Es la confirmación de que el dinero opera como medida de todas las cosas. En unos tiempos en que la política se empeña en asumir posiciones subalternas respecto a la economía la principal función de los gobernantes es encauzar a los ciudadanos por la senda de la competitividad. La competitividad somete al hombre al resultado y no el resultado al hombre.

Ni siquiera alcanzando los objetivos que se le exigen hay lugar para la satisfacción porque la competitividad siempre pide más. Ganar para ganar más, a menudo el ciclo acaba en el ensimismamiento: el dinero se convierte en objetivo en sí mismo y lo único que importa es acumularlo. Buenos tiempos para la psiquiatría. O se es competitivo o no se es nadie. La libertad se entiende como contribución a la competitividad. La multiplicidad de objetivos de los ciudadanos de la sociedad abierta es una entelequia. Ante esta entelequia urge recuperar la política, porque este es el espacio en que la libertad se hace voz.

La política es el único poder que puede ejercer de contrapeso al poder económico. Por eso el liberalismo económico desprecia la política democrática: cuando lo único importante es el crecimiento y la tasa de beneficio, la democracia (espacio que en teoría reconoce la palabra a todos los sectores sociales) solo puede ser un obstáculo y la libertad política un lujo. El pueblo es el estorbo que las elites quieren expulsar del espacio político, del que quieren apropiarse sin mirones.

Hay que denunciar cualquier recorte, por mínimo que sea, de la libertad. Porque si el único horizonte es el crecimiento, el beneficio y la competitividad, el futuro de la libertad está anunciado: acabara siendo un estorbo.

Los socialdemócratas se esfuerzan en demostrar que la libertad puede ser una ayuda mas que un estorbo al crecimiento, al beneficio y a la competitividad. Aunque no fuera así habría que defender la libertad. Porque la libertad es la primera condición de la dignidad del hombre. La tarea de la política es garantizar las condiciones para que el hombre se pueda sentir libre. El crecimiento, el beneficio y la competitividad pueden ser el medio, pero nunca el fin.

Vivimos en tiempos en que hay que defender la libertad frente a la indiferencia que es el territorio abonado para que la lógica economicista imponga definitivamente su ley.

Liberalismo y comunitarismo

Uno de los avances de la sociedad contemporánea ha sido la recuperación de la dignidad del individuo, entendido como sujeto depositario de los derechos. Pero este individuo solo tiene un modo de defenderse (de ver garantizados estos derechos que se le reconocen pero no se le permiten ejercer) que es la asociación con otros que se encuentran en circunstancias parecidas a las suyas: la pertenencia a un grupo.

El verdadero reconocimiento de la identidad individual no puede ir en mengua del derecho y de la actuación en grupo, precisamente porque es en grupo que la individualidad y la pluralidad pueden hacerse efectivas, contrarrestando el poder de los más fuertes.

En esto consiste la democracia. Aunque en la sociedad postideologica el neoliberalismo reinante haya entendido la apuesta por la singularidad del individuo como la vieja orden de la policía”Disuélvanse” porque disueltos son mucho más manejables.

Recuperar la política empieza por optimizar el control de las instituciones y por tanto su eficacia, es decir, situar las decisiones lo mas cerca posible del ciudadano.

Comunicación y dialogo

La comunicación en la sociedad pospolítica se caracteriza por su ocultación.

Ocultación por acumulación: ante tal cantidad la información se convierte en ruido. Se pierde la capacidad de retenerla, valorarla y ordenarla en la percepción cotidiana.

Ocultación por velocidad: el vértigo de la información hace que un cadáver oculte otro, que una tragedia histórica desdibuje otra en el tiempo que va del telediario del mediodía al de la noche. Ocultación por la obscenidad: el exhibicionismo de la imagen genera una competencia hacia la obscenidad que acaba eliminando cualquier criterio de gusto o discriminación.

Ocultación por simplificación: la misma lógica del lenguaje comunicacional invierte en mensajes cortos y directos eliminando todo lo que es la complejidad del matiz.

La comunicación va en una sola dirección, el dialogo es de ida y vuelta.

La comunicación pretende conseguir del otro el asentimiento, la aceptación critica, el gesto pautado de sumisión; el dialogo no puede existir sin reconocer el papel del otro, en el momento en que el otro es reducido al silencio o a la servidumbre ciega el dialogo, deja de existir.

Recuperar la política es reintroducir el dialogo donde solo hay comunicación. La política pasa por el dialogo que es interacción y recuperación de la palabra.

Recuperar la política debería servir para escapar del hablar por el hablar, el buen político es aquel que aprende a ser indiferente con la verdad y consigue hablar cuanto sea necesario sin decir nada relevante. Esta incompatibilidad entre política y verdad es una fuente de descrédito. La palabra del político es siempre una palabra bajo sospecha.

Para que el dialogo sea realmente posible es necesaria una mínima lealtad y honestidad en la exposición de lo que uno piensa. En política nada se dice en función de lo que significa, sino en clave de estrategias y tácticas. La polémica política deriva siempre hacia el dialogo de sordos. El espacio político pierde su carácter de referente de la comunidad.

Visión del poder

Se puede imaginar una sociedad sin Estado pero nunca una sociedad sin poder, solo podría serlo una sociedad de Ángeles puros, pero la pureza no es de este mundo.

Cada vez que alguien ha actuado en su nombre sabemos lo que ha dado: inquisición, procesos políticos, exterminio…

Tanto desde el pensamiento critico como desde las ideologías anti- sistema se ha insistido en el carácter represivo del poder. Al final de todas las utopías esta la fantasía de la desaparición del poder, aunque todos los que la han prometido no han hecho mas que elevarlo a su máxima potencia.

Lo cierto es que del poder se piensa mas en lo que impide, en lo que prohíbe, en lo que limita que en lo que hace. Pero el poder es capacidad de actuar. De modo que una visión estrictamente negativa del poder no ayuda a comprender la realidad.

El poder actúa y sabe crear, todo poder genera resistencia y esto no solo es una actitud racional (nada esta exento del cedazo de la razón, mucho menos quien manda), sino que es la que corresponde a la voluntad de autonomía y a la autoestima del ciudadano. Pero ello no debe hacernos perder de vista la dimensión positiva del poder.

Fuente: EA Sopelana