Dos meses han pasado ya desde las elecciones generales y sigue sin haber novedades en cuanto a la formación de Gobierno. Parece haber mas anuncio de cara a la galería que negociación de contenidos y este proceso está sacando a la luz las peores características de eso que ahora se llama “la vieja política”, con la novedad de que los partidos emergentes se mueven muy bien en ese ámbito.

Todos los movimientos que hay en la política española desde el 20-D están guiados por el partidismo. PSOE y Ciudadanos, conscientes de que no van a tener otra oportunidad mejor para hacerse con el Gobierno a la vez que para ganar peso político frente a sus principales adversarios, Podemos y PP respectivamente, intentan amarrar el poder.

PP y Podemos, avalados por las encuestas que dicen que de repetirse las elecciones ganarían diputados, tratan de sabotear todo intento de los anteriores. El PP, con su habitual no hacer nada, intenta pasar desapercibido, no “romper” nada con la esperanza de unos nuevos comicios el 26 de junio, como ha dicho Mariano Rajoy esta semana cuando creía que no le oían. Podemos hace propuestas que sabe que el PSOE rechazará mientras alimenta su imagen en los medios.

En Euskal Herria, por otra parte, el PNV se frota las manos pensando que, de una forma u otra, han vuelto los tiempos de mayorías relativas en las que tan bien sabe moverse para negociar con las migajas que el Estado quiere ir soltando del incompleto Estatuto de Gernika.

Es decir, tenemos un panorama bastante descorazonador para un Estado en el que hay miles de personas que están sufriendo mucho con las consecuencias de la crisis. Sin ir mas lejos, las noticias económicas de esta semana nos han dicho, por ejemplo, que en la CAV se necesitarán dos años de crecimiento sostenido para volver a la situación anterior. Lo cual es muy difícil que ocurra porque también estos días atrás hemos sabido que en 2015 se hicieron en el Estado 3.5 millones de horas extras no cobradas por los y las trabajadoras. Según nos acercamos al 8 de marzo, conocemos datos de la precarización del trabajo de las mujeres. Tantos y tantos datos económicos que hablan de la situación en la que estamos y de la que ahora no se está ocupando ninguno de los grandes partidos estatales, ni los viejos ni los nuevos.

Y en este vacío de poder, en esta inacción del Gobierno español, destaca que el Ejecutivo Rajoy esté operativo para recurrir al Constitucional la Consejería de Exteriores de la Generalitat de Catalunya. El Constitucional, obediente y servicial como siempre en estos temas, no ha tardado en suspender el departamento de Raúl Romeva.

Esta cuestión no destaca porque sorprenda un nuevo ataque al soberanismo, sino porque el Gobierno en funciones se ha inhibido en un tema tan importante como la cumbre europea del acero de la última semana. Toda una ironía que Madrid impida a Catalunya tener representación a nivel internacional cuando declina defender los intereses económicos del Estado –y en un tema muy importante en Euskal Herria- en Europa.