Rafael Larreina, secretario de Organización de EA, abre la puerta a una alianza con el PNV en las próximas elecciones municipales y forales ante el envite excepcional del momento. Sin embargo, considera que existen «razones de fondo» para no apoyar a Román Sudupe como candidato a la Alcaldía de San Sebastián.

- La Asamblea Nacional de EA ha dado luz verde a los contactos con otras «fuerzas abertzales comprometidas en la defensa de los derechos humanos». ¿EA ha abierto la puerta a ir en coalición con el PNV en las próximas elecciones forales y municipales?

- La Asamblea Nacional de EA ha autorizado iniciar los contactos y el PNV ha manifestado un deseo en ese sentido. Aralar, por su parte, tiene que adoptar una decisión. Desde la defensa de la pluralidad en el mundo abertzale, desde la defensa de nuestro proyecto progresista propio, ahora puede darse un momento en el que conviene garantizar el liderazgo nacionalista en las instituciones, dejando claro una serie de premisas. Por ejemplo, que esta es una operación que tiene que servir para impulsar sin duda la consecución de un nuevo marco político. Y que si prospera una coalición entre abertzales comprometidos en la defensa y en la exigencia de respeto a todos los derechos humanos, sin excepción, después de las elecciones los grupos políticos tendrían que funcionar independientemente.

- ¿EA ha estado mareando la perdiz en esta cuestión?

- No hemos mareado nunca la perdiz. Siempre dijimos que tomaríamos una decisión después del verano. Hemos sido respetuosos con nuestros ritmos, aunque a otros no les gusten, y ahora estamos en condiciones para adoptar una postura, precisamente en un contexto político en el que hay que tomar decisiones.

- ¿La elección de Román Sudupe como candidato a la Alcaldía de San Sebastián por parte del PNV encaja en esa apuesta?

- Creo sinceramente, y esto es una opinión personal, que tiene muy mal encaje. Hay razones de fondo para decir que Román Sudupe, al que aprecio mucho personalmente, no debe ser candidato que cuente con el apoyo de EA en las elecciones municipales de Donostia. No sólo porque es una persona que no ha vivido hasta la fecha en Donostia, aunque se haya censado dos días después de anunciar su candidatura. Nosotros consideramos que en los ayuntamientos, la gente tiene que estar comprometida con la vida diaria del municipio. Muchos donostiarras no entienden la decisión que ha tomado el PNV en este sentido. Pero es que tampoco se han guardado las formas en la toma de decisiones por parte del PNV, anteponiendo los intereses de partido a los intereses de país. Y para mí, existe otra razón de fondo. Pienso que EA no puede respaldar a una persona que en sus declaraciones y en el último discurso de las Juntas Generales de Gipuzkoa no muestra una sintonía clara con la nueva apuesta política del Gobierno Vasco. Y esto me parece un elemento clave. No obstante, esto no lo decide Rafael Larreina, sino EA y, en su caso, la coalición. Es mi opinión, pero muchas gentes de EA piensan como yo.

«Cambio de ciclo»

- ¿Cómo define el actual momento?

- Estamos en un momento convulso, en un cambio de ciclo que siempre lleva consigo incertidumbre y preocupación. Ahora bien, estamos abriendo también un nuevo camino en una situación de bloqueo de 23 años, un círculo vicioso en el que la clase política ha agotado una etapa. Nuestro objetivo es ampliar el consenso e integrar al sector, minoritario pero no marginal, que quedó fuera al inicio de la transición.

- Pero la pretensión de ampliar el consenso tropieza con la tozuda realidad y parece inviable.

- Habrá que ver, de hecho nosotros estamos optando por buscar el máximo consenso posible y el cambio de escenario que se produce con la propuesta del Gobierno Vasco no es inmediato. Tenemos un primer plazo de un año para dialogar con todos e intentar llevar un texto articulado que sirva para el debate en sede parlamentaria. Eso es lo primero que no se ha querido entender por parte del PP y del PSOE, sobre todo del PP. El PP sabe que estamos entrando en un nuevo escenario político y eso le da vértigo. Pero yo creo que el cambio tiene ya una base sociológica, una masa crítica de apoyo, una parte importante de la sociedad que tiene menos de 40 años.

- El presidente de Confebask, Román Knörr, ha criticado la incertidumbre y la fractura en la convivencia que puede generar. ¿Qué le parece?

- Son críticas que no tienen fundamento, están guiadas por clichés políticos. Decir que esta propuesta divide es negar la realidad de que la división era previa. Y lo digo desde el respeto y el aprecio personal a Román Knörr y desde el malestar por las declaraciones contra él formuladas por Xabier Arzalluz. Cuando Arzalluz improvisa así y frivoliza de esa manera sobre una persona, pierde las razones. Esta es una propuesta que abre la vía a un nuevo encuentro. Incertidumbre en esta vida hay siempre, pero en el mundo empresarial la asunción del riesgo es un valor importante.

- Una cosa es el riesgo y otra la aventura…

- Esta apuesta no es una aventura. Tiene los pies en el suelo.

- ¿Servirá para desactivar el terrorismo?

- El terrorismo desaparecerá realmente cuando la sociedad vasca le dé totalmente la espalda. La desafección a través de las urnas había comenzado ya, y eso es muy importante, con independencia de que la Ertzaintza y la Policía tienen que detener comandos.

- ¿Teme, quizá, que el proyecto de Ibarretxe deje a EA en la práctica sin espacio político?

- No, no tenemos ningún miedo a que se difumine el perfil de EA porque la apuesta de Ibarretxe ha sido posible por la presencia decisiva de EA en el Gobierno Vasco.

«Que no me obliguen a ser español»

- A muchos vascos les molesta el «nacionalismo obligatorio». Mire la manifestación en San Sebastián. ¿Cómo lo interpreta?

- Yo estoy contra el nacionalismo obligatorio. Pero el nacionalismo realmente obligatorio es el español. Yo no obligo a nadie a ser español, sólo pido que no me obliguen a mí a serlo. Los abertzales que estamos comprometidos por los derechos humanos no cuestionamos el derecho que tienen muchos vascos y vascas a ser españoles. Sin embargo, no se nos permite ser sólo vascos. Y aquí hay un conflicto de identidades. Una parte tiene satisfecho su sentimiento de identidad y otra no.

- Los representantes de esa parte sufren en especial la presión del terrorismo.

- Eso lo hemos denunciado siempre. Es una situación terrible. Los amenazados tienen toda mi solidaridad, mi compromiso en la lucha contra el terrorismo, contra ETA. Pero que no se nos quieran dar lecciones. Ese déficit de libertad no se combate con nuevos recortes de libertades.

- En esas condiciones de presión y violencia, ¿es posible negociar un nuevo marco político?

- Yo creo que sí porque quienes estamos en un lado de la mesa no tenemos nada que ver con la violencia. Existe la amenaza, claro, y, aunque no resulte en absoluto equiparable, las ideas pueden difundirse y nosotros estamos en inferioridad de condiciones en esta sociedad en la que se nos silencia en muchos medios de comunicación.

Fuente: Rafael Larreina