por Gorka Knörr, secretario general de Eusko Alkartasuna

De la ilegalización de Batasuna ya está básicamente todo dicho, y es difícil sustraerse a análisis políticos recurrentes. Más que políticos, politizados. Pero aun a riesgo de repetir algunos esquemas y con ánimo de superar la ineludible subjetividad, vayan estas reflexiones:

1) la ilegalización de Batasuna es una pieza más en la estrategia del PP, algo ya pensado de antemano y que se piensa llevar a cabo a cualquier precio, aunque éste sea el de haber presionado a la Justicia hasta extremos inverosímiles. Debe reflexionarse sobre el porqué forzar este proceso -en el que, como se está viendo en el asunto de las penas a terroristas, el PP actúa incluso faltando a lo pactado en el llamado Pacto Antiterrorista y llevando con la lengua fuera al socialismo español-, justamente cuando Batasuna había perdido 80.000 votantes y la mitad de sus escaños en la Comunidad Autónoma Vasca, se producía la desafección de las pequeñas formaciones Zutik y Batzarre y de la tendencia Aralar, y el abandono del 70 por ciento de los militantes del nacionalismo vasco en el Estado francés, Abertzaleen Batasuna. Cuando Batasuna está contra las cuerdas, y cuando todo el mundo podía prever que todo ésto podía tener un efecto multiplicador en el mundo del MNLV, es precisamente cuando Aznar y el PP eligen la vía de ilegalizar Batasuna. ¿Porqué? Esa es, a mi juicio, la gran cuestión.

Es cierto que determinadas presiones sobre ese mundo pueden tener unos efectos de mejora en términos de menor conflictividad directa. Pero no cabe engañarse por los resultados de aplicar determinadas actuaciones policiales y legales, y de utilizar las plataformas mediáticas para la gran operación de lavado de cerebro. El problema no desaparece simplemente por comenzar a decir que no existe (por cierto, en franca contradicción con el tanta veces rememorado pero al parecer poco leído acuerdo de Ajuria-Enea), porque los simpatizantes que le quedan a Batasuna no se van a esfumar de la noche a la mañana. De la misma forma que ETA no va a desaparecer a pesar de que la inmensa mayoría de la población vasca repudie abiertamente sus aberrantes actos criminales, por mucho que estrujemos la mente y el vocabulario para adjetivizar sus delirios asesinos o porque se les confine unos años más a sus militantes en las cárceles.

Obviamente, la historia demuestra que el conflicto no desaparece así; pero como no desaparece, en lugar de reflexionar sobre ello, se culpabiliza, como se hizo durante los dos años anteriores a las elecciones de Mayo del 2001, al nacionalismo vasco de connivencia con la violencia y su entorno. Esto, a la vista está, tampoco ha dado resultado, pero el PP no está por cambiar de estrategia. Ya lo dijo Aznar, es un problema de madurez, y ya lo han dicho los portavoces del directorio popular muchas veces: es cuestión de perseverar en la construcción de la alternativa al nacionalismo vasco, y los nervios han aflorado cada vez que han visto o más bien han intuído que el PSOE podría abandonar el barco de su estrategia contra el nacionalismo vasco.

2) Esa es la madre del cordero, precisamente, una estrategia para acabar con el hegemonismo del nacionalismo democrático vasco en Euskadi. Se había dicho muchas veces que sin violencia todo es posible, pero al final, con tregua de por medio, Mayor Oreja le convenció a Aznar que sin violencia una mesa de partidos le ponía plazo a una reforma constitucional, por lo menos. Por lo tanto, se eligió la vía de la vuelta a las armas de ETA, para a continuación seguir el guión de Mayor Oreja y utilizar la estrategia anti-ETA y su mundo para intentar ganar la batalla al nacionalismo vasco democrático.

Y dentro de esta estrategia, ilegalizar a Batasuna se convierte en una necesidad para los estrategas del PP. Quieren unas municipales en Euskadi sin Batasuna…, pero con Batasuna. Con anterioridad, ha sido manifiesta la tendencia de Garzón (recordar la encarcelación de la Mesa de HB) de intentar poner fuera de juego al mundo de Batasuna, y Mayor Oreja, por aquel tiempo ministro del Interior, removió todos sus resortes para que el Supremo mantuviera a la Mesa de Batasuna en la cárcel. Pero ahora mismo, tras el fracaso electoral del PP-PSOE el 13 de mayo del 2001, hay una razón adicional: quieren llegar a las elecciones del 2003, repito, sin Batasuna (cercenando su opción electoral), pero con Batasuna, con una estrategia que tiende a reagrupar a las gentes de Batasuna que empezaban a dispersarse electoralmente (80.000 votantes a la coalición EA-PNV) y organizativamente (Aralar, Zutik, Batzarre, etc). Pretenden evitar que el nacionalismo de EA y PNV se nutra de Batasuna.

3) Por lo tanto, todo lo demás es adicional. Se trataría de preparar a la opinión pública y de subir la presión mediática para que medidas como la de la ilegalización de Batasuna se lleven a efecto, a pesar de los serios reparos que suscita el asunto desde el punto de vista de la constitucionalidad de la operación. Somos legión los que reprobamos la actuación de Batasuna, los que como mínimo lamentamos la falta de coraje democrático para reprobar las acciones criminales de ETA. Pero cosa muy distinta es que el juicio ético y político que nos merece Batasuna tenga necesariamente los efectos jurídicos que se pretenden. Yo creo sin duda que la Ley de partidos en la que se sustenta el proceso de ilegalización de Batasuna vulnera varios preceptos constitucionales, como puede ser, por ejemplo, el de libertad de expresión, cuando se prohiben las candidaturas de agrupaciones de lectores, o cuando, obviando la doctrina del Tribunal Constitucional y la jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre el ejercicio legítimo de la libertad de expresión, y por muy repudiables que puedan ser determinadas exculpaciones de conductas delictivas o silencios por falta de condena de determinados sucesos, se niegue el amparo de este derecho fundamental; o el del derecho al juez predeterminado por Ley (art.24 CE), constituyendo la Sala Especial para entender del asunto, por no entrar en asuntos más detallados, que ya fueron defendidos por las portavoces de EA en el Congreso y el Senado, o en las posiciones defendidas por profesores de la talla de Pérez Royo. Suscribo con este último la afirmación de que en la persecución de Batasuna se está cancelando el sistema de división de poderes de la Constitución y se utiliza el procedimiento del ´vale todo´, desde medidas legislativas de constitucionalidad más que dudosa hasta autos judiciales, que más que decisiones de un poder independiente del Estado, parecen escritos de un funcionario del Ministerio del Interior. Y de eso, algunos como el que suscribe, Vicepresidente primero y miembro de la Mesa de Parlamento vasco, algo sabe.

Fuente: Gorka Knörr