Entrevista a Begoña Errazti en El Mundo La dirección de Eusko Alkartasuna ha intensificado estos días su comunicación con Ajuria Enea para diseñar la arquitectura y la concreción del esperado proyecto político que prepara el Gobierno de Ibarretxe. Begoña Errazti, que ha tenido que acortar sus vacaciones para retomar contactos con sus socios y preparar un otoño que se prevé políticamente muy intenso, plantea abiertamente que ha llegado el momento de la soberanía.

Todos coinciden en que se prevé un otoño caliente, ¿se producirá una mayor radicalización de posturas, tanto del PP como de los nacionalistas?

Estamos ante una coyuntura realmente complicada, pero también esperanzadora. La necesidad de buscar salidas, el debate de política general y la futura decisión del Parlamento Vasco van a traer, efectivamente, una aceleración de las posturas cada vez más radicales del PP, y del PSE si no modifica su posición. Pero, por otra parte, vamos a tener un debate profundamente democrático. A los partidos que ganamos en coalición las elecciones autonómicas del 13-M, la sociedad nos exigió que planteáramos el debate de la superación del marco político y el centralismo español se radicaliza precisamente para impedir que el pueblo vasco ejercite su derecho a definir su futuro.

La propuesta de Ibarretxe, un año después de su presentación, carece de apoyos suficientes para ser apoyada, ¿qué recorrido político le queda?

Hace un año se abrió un espacio de debate y este mes de septiembre se plantea ya una segunda fase, con una propuesta concreta del Gobierno en sede parlamentaria. Los apoyos que tenga están por ver. Ya sabemos que el PP, está instalado en una estrategia neofranquista y de retroceso democrático, pero está por ver qué hacen otras fuerzas políticas. Habrá que estudiar, por ejemplo, la propuesta que haga el PSE, aunque si plantea la Constitución como límite inamovible y no se puede hablar de nada se alejará de lo que demanda la mayoría de la sociedad vasca. Y está por ver también qué va a pasar en el mundo de Batasuna, que tiene que dar un cambio fundamental para ganar su autonomía política, no buscar justificaciones en el año 77 y entender que un país se construye paso a paso, no con el todo o nada.

Una reforma del Estatuto pasa por el visto bueno del Congreso y el Senado, al menos con el vigente ordenamiento jurídico, ¿cómo se salva este escollo?

En las circunstancias actuales es difícil de salvar. Pero, más allá de la mecánica normativa, lo importante de este proceso es que en unas elecciones la mayoría de la sociedad vasca aceptó el derecho de autodeterminación y exigió ponerlo en práctica. A partir de ahí, se imprime un funcionamiento político y unos objetivos a corto y a medio plazo que pasan necesariamente por el ejercicio del derecho de autodeterminación. Y todo este proceso tiene la legitimidad democrática que dan las urnas, mientras que el PP, que se niega al debate y teme que se tomen decisiones por mayoría, se queda en evidencia.

Si una consulta popular puede ir para largo, porque Uds. mismos la condicionan a una situación de ausencia de violencia y de normalidad política, ¿podrían adelantarse las elecciones autonómicas y que se les dote de cierto rango plebiscitario?

Puede ser. Una consulta, efectivamente, habría que hacerla cuando se den las condiciones adecuadas. Además, estamos en una situación muy condicionada por las elecciones generales de marzo del próximo año, porque la política vasca va a ser el leit motiv o bandera de enganche de esa campaña. Pero, para nosotros, las elecciones autonómicas pueden ser un avance más en la búsqueda de la legitimidad democrática. Pero, en todo caso, una consulta sobre el nuevo marco se tendrá que dar.

¿En qué se basará la propuesta que EA aporte al plan de Ibarretxe?

Para nosotros es fundamental plasmar la territorialidad y la existencia de una nación vasca en un texto articulado que contemple una nueva forma de organizarnos. Previamente, planteamos ejercer de facto nuestro derecho a la soberanía y, a partir de ahí, dar pasos y construir nuestro proyecto político, sin obviar la situación jurídica de la que partimos. No vamos a pedir permiso a nadie, aunque el PP trate de impedir el ejercicio democrático de utilizar los propios instrumentos que dice defender tanto, como el Estatuto y el mecanismo para su propia modificación.

Llegados al límite del bloqueo, ¿contempla EA una declaración unilateral de independencia?

Claro, ¿por qué no? Pero sería porque el centralismo español, que ni siquiera se sienta a hablar, busque la ruptura de todos los cauces democráticos de entendimiento y nos lleve a un callejón sin salida.

Una de las vías para que el Gobierno vasco saque adelante su proyecto es el posible acuerdo con el PSE, ¿cabe buscar puntos intermedios entre el plan de Ibarretxe y la propuesta que presenten los socialistas?

No voy a ser yo la que responda. Los propios líderes del PSE ya han respondido que no. En cualquier caso, ahora se abre un proceso en el que es necesario una reflexión profunda. Si los socialistas quieren seguir en el mismo tren que el PP corren el riesgo de perder la credibilidad democrática y las elecciones generales, por no ser alternativa de gobierno.

¿Qué repercusiones pueden tener en Euskadi los resultados de las elecciones generales de marzo?

Van a tener repercusiones en cualquier caso, sin duda. No creo que el PP vaya a reproducir su mayoría y me gustaría que hubiera un cambio sustancial del panorama, aunque me da la impresión de que es complicado. Más PP ya sabemos dónde nos lleva, a un callejón sin salida.

¿Hay alguna posibilidad de que el proyecto del Gobierno vasco sea aprobado con el apoyo de los votos del grupo de Sozialista Abertzaleak?

Creo que sí cabe. En cualquier caso, de lo que estoy convencida es de que los parlamentarios de Sozialista Abertzaleak participarán en el debate de la Cámara y en las aportaciones que haya. Batasuna tiene que hacer una apuesta definitiva y plantearse de qué lado está: construir país o no. Nosotros vamos a intentar construirlo paso a paso y si Batasuna quiere estar ahí, estupendo, tiene una oportunidad.

¿En qué condiciones aceptaría una tregua de ETA?

Me parecería bien ahora mismo. Pero ETA se debería limitar a atender a l o que la mayoría de la sociedad vasca le exige y dejar las armas, porque no tiene ninguna legitimidad para interferir. Aparte de eso, sería deseable llegar a un momento de tregua y de acuerdo entre todas las fuerzas políticas para la búsqueda de una solución.

¿EA es más proclive que el PNV a tender ahora puentes al entendimiento con la izquierda abertzale?

No sé cuánto lo es el PNV, pero en EA estamos convencidos de que los puentes hay que mantenerlos abiertos con todas las fuerzas políticas. La exclusión nunca ha servido para buscar salidas de ningún tipo. Pero nuestra exigencia a Batasuna es clara: que se descuelgue de su estrategia y apueste por una solución política clara para este país, que pasa necesariamente por apartarse de la violencia.

El PP insiste por activa y por pasiva en que existe un pacto del nacionalismo democrático con ETA-Batasuna.

Sabe que miente. No hay ningún pacto, pero el PP tiene una estrategia diseñada para que sus acusaciones al nacionalismo vasco de connivencia con el terrorismo sirva para criminalizarnos. Ahí se ve su talante, aparte de lo mentirosos que son.

J. ITURRI. EL MUNDO
Fuente: Begoña Errazti